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BELDADES Y MENTIRAS DE GADAFI

Rodeado de sus beldades, vocifera, desafía, miente. Y la voz telúrica en la tribuna es el canto del cisne.

COLOMBIA: UN PAÍS MINADO POR EL DESPOJO MINERO

En un país en donde nunca estamos sentados a la mesa ni para lo nuestro, no hay otra opción: Terminamos haciendo parte del menú.

REMESAS Y POBREZA EN COLOMBIA: UNA RELACIÓN EVIDENTE

Según previsiones actuales, se recuperarán niveles anteriores de remesas desde el extranjero sólo a partir de 2012 o 2013.

COLOMBIA AFRONTA EL CRECIMIENTO DEL PARAMILITARISMO

La estructura del paramilitarismo se redujo en algunas regiones del país, pero en otras permaneció intacta o hasta creció. .

ENFERMEDADES 'LEVES' QUE MATAN EN COLOMBIA

Los pacientes con diagnóstico de alguna enfermedad prevenible terminan en una gran tragedia personal y familiar, requiriendo cuidados médicos que las entidades designadas no prestan efectivamente.

domingo, 30 de mayo de 2010

Los hamPINcillos

¿A que no adivináis a cuál candidato apoya tanto hamPINcillo suelto por ahí?

Blanco es, la gallinita de Uribe lo pone.

La tierra, siempre la tierra

Por: Alfredo Molano Bravo

Sobre la película colombiana: "Retratos en un mar de mentiras"
(Ver debate entre Gustavo Petro y José Obdulio Gaviria en la columna derecha de este blog)

DE LOS BARRIOS QUE SE DERRUMBAN solos, porque fueron canteras de arena y ahora son hervideros de gente, huyen de la muerte y del desarraigo los desterrados.

Y nunca terminan de huir del mar de mentiras de la publicidad oficial y del mar de verdades criadas por el terror. Pero huyen, siguen huyendo. Huyen hacia atrás, hacia el origen de la tragedia, en una renoleta destartalada. Ella, una mujer enmudecida por el pavor y aferrada a un Divino Niño del Veinte; él, un rebuscador que deambula con un caballo de madera y un sombrero mexicano de terciopelo negro, fotografiando a quien se deje, en cualquier plaza de ferias, en cualquier atrio, en cualquier cuartel. Son primos, se temen, se necesitan. Van a desenterrar los papeles de la tierra que el abuelo, en la huida, enterró en las cenizas de su mujer, su casa, su finca. Todavía creen que son los títulos y no las pistolas los que acreditan la propiedad. Al Gobierno los únicos papeles que le importan son los de identidad. Bajan de los páramos —donde aún nacen las aguas y los frailejones— a los valles —donde los ríos ya no llevan bocachico ni blanquillo—, esquivando tractomulas gigantescas por carreteras estrechas y rodeadas de soldaditos que saludan con el dedo de matar pulgas mirando al cielo. Inocentes criaturas. Pasan por puentes amarillos sobre ríos embravecidos, bajan el abismo por un laberinto pavimentado. La mujer grita. Aparecen niños jugando con el ruido que hace una moneda regalada en un tarro de plástico. Piden limosna...


Un retén de policía. La mujer grita. El hombre le dice entre dientes, cállese prima, son la ley, yo los arreglo: Señor agente, ¿una foto? ¿Sí? ¡Con sombrero de mariachi y Galil queda bacano! ¿Y para la gaseosa? No, para eso sí no hay. Siguen, otro retén, la guerrilla dispara en montada; el Ejército se parapeta detrás de los civiles. Él toma fotos. Tiros en el carro. La vida no se detiene. La renoleta saca la mano: el empaque de la culata. El viaje sigue en escalera. El plante —caballo, sombrero y Divino Niño— a la mano. Comen por fin: un sancocho de pescado, sin pescado; pura yuca. Después, el fandango, buqué de velas, chupacobres en andamio. La tienda de don Juan es ahora de un John Jairo que atiende con poncho y sombrero vueltiao. A la orden: ¿vienen a comprar o a investigar? Porque aquí nadie sabe de nada, aquí la historia se acabó. Más bien tómense un trago allá con ellos, con los patrones; son los que saben de tierras. ¿Tierras? No, compa, aquí eso ya no hay. Más bien váyanse a dormir la que llevan puesta. Duerman. Al piso, hijueputas, al piso. La mujer grita. Vuelve a gritar lo mismo que gritó hace 15 años: ¡Nooooo, no nos maten! ¡A la Ranger!, ordena el patrón. ¡Ya encontraron lo que buscaban! La Ley los despide con un “suerte muchachos”. A la Ranger van. ¡Hay que hacerlos perdedizos!, grita el patrón. En la trocha, bajo una bonga, un pegadero, la Ranger se clava. Todos empujan. Un descuido y ella corre monte adentro, él también. Disparan, lo hieren. Llegan al hospital dando un rodeo. No atienden, hay paro. La Policía cuida. Al hombre, sangrando, lo meten al cuarto de los muertos de anoche. Los chulos revolotean de cadáver en cadáver, les gustan los ojos aún tibios; la Policía se divierte haciéndoles tiros. Los huyentes desisten, no hay droga. Ella se lleva a su primo arrastrado. Muere en el beso del mar.

Son las imágenes que me han quedado de la película Retratos en un mar de mentiras, de Carlos Gaviria, que no es pariente ni de Carlos ni de Víctor. En una entrevista publicada en http://www.retratosenunmardementiras.com/, Petro opina: “no es una película, es la palpitante realidad de un país que vive en guerra por la tierra”. José Obdulio balbucea: “no, es una mentira repetida”. “Sí —revira Petro—, repetida cuatro millones y medio de veces, una por cada colombiano desplazado”. Gustavo Petro —digo yo— ha vuelto a meter el dedo en la llaga: el origen del problema —siempre tapado a bala— es la tierra. A todos los candidatos ha puesto a hablar sobre la cuestión agraria. Es el mayor acierto de los muchos que ha tenido en su campaña. Votaré por él.

Columna del 30 de mayo de 2010, en El Espectador.

jueves, 20 de mayo de 2010

Lo "positivo" de Santos


El uribismo es tan falso que ahora nos quiere meter este Santos positivo.

domingo, 16 de mayo de 2010

Novela picaresca

Fue otro Santos, Francisco —“criado de la casa real”—, quien al final del siglo XVII contribuyó como escritor al género picaresco español.

Tres siglos después otro Santos, Juan Manuel, se confesó experto en picardías, al admitir que pretendió ponerle picante a la campaña con la cuña radial que imita la voz de Álvaro Uribe, para hacer creer a los incautos que el mandatario lo apoya. Santos dice que los uribistas lo han felicitado por la “genial” mentira, y lo creo, porque este es el país de la picardía. Veámoslo.

Es muy probable que nunca en su vida el estratega venezolano J.J. Rendón haya tenido visa para trabajar aquí; sin embargo, ha participado en dos campañas presidenciales, fue gestor de un partido político, sacó a sombrerazos a un joven parlamentario, ha ganado importantes sumas de dinero, probablemente no ha pagado impuestos o lo ha hecho con avara discreción, y recientemente al vincularse a un candidato presidencial, armó la grande. ¡Qué tal que hubiere tenido permiso de trabajo! A lo mejor fue suya la idea de imitar a Uribe, obviamente porque en esa suplantación era seguro que otra picardía los pondría a salvo: la de que el imitado no desautorizaría el pequeño “engaño”, porque para eso sí tiene humor.


El escándalo de las “chuzadas”, por cuenta del cual aún no están presos todos los que deberían estarlo, por obra y gracia de la picardía ha terminado en que la agencia civil de inteligencia admite que hay carpetas de 28 millones de colombianos, incluidos magistrados y hasta los parlamentarios que asistieron impávidos a semejante confesión, sin que se oyera una sola protesta en el recinto. Cosas de la picardía, que no vale la pena alborotar, menos cuando los afectados no se inmutaron.

La ex directora de una agencia civil de inteligencia confiesa que ella puso su oficina y los esfuerzos de sus subalternos al servicio de un litigio personal de su jefe, y como se trata de una picardía menor, tampoco hay un Procurador que la investigue y sancione.
El Gobierno diseña un plan de subsidios para las gentes del campo, del cual sin embargo se benefician grandes potentados, los mismos que luego aparecen aportando a la campaña presidencial de un fallido ministro y candidato, y la picardía blinda a sus influyentes protagonistas.

Algunas firmas encuestadoras utilizan un inusual filtro para medir la intención de voto de los colombianos, encuestando solamente a quienes tienen registradas sus cédulas, y el candidato del régimen, que va perdiendo, milagrosamente empieza a puntear las mediciones. Ya no importa que otra sea la realidad en las calles, porque para eso los medios amigos sabrán maquillar todo para que no se note nada. Lo que importa es que también allí la picardía hace sus gracias.
Un cardenal de un culto religioso acuña un peculiar método de intervenir en la actividad partidista que le está vedada, dando patente de católico a su candidato presidencial preferido. La feligresía aplaude la picardía celestial de hacer proselitismo, sin que nadie lo advierta.
El punto 103 de la propuesta del fogoso candidato presidencial del régimen denunciado por corrupción, falsos positivos, reelección comprada, interceptaciones ilegales, zonas francas, etc., anuncia que en su eventual gobierno va a trasladar la Fiscalía al Ejecutivo, dizque para luchar “contra la delincuencia, y para mejorar la rendición de cuentas ante la sociedad”, y la galería no se estremece. Más picardías, de las buenas, claro.

Un Procurador politiquero y de bolsillo absuelve con las mismas pruebas que el Vicefiscal llama a juicio y, como si fuera poco, silenciosamente pretende que su prestigioso abogado personal se convierta en su Fiscal. En la Procuraduría se carcajean con la picardía del Absolvedor.
Nada de qué aterrarse. Juan Manuel tiene razón en su fe por la picardía. Esa es la Colombia del tercer milenio, y la de siempre.

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Adenda. Patriótica la propuesta del parlamentario independiente Roy Barreras, para que Álvaro Uribe sea senador vitalicio. Felicitaciones, así habilitará a la Corte Suprema en la que tanto cree su amo, para que lo investigue y lo juzgue en su condición de parlamentario.

(En "El Espectador", columna "Notas de Buhardilla")

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