English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

BELDADES Y MENTIRAS DE GADAFI

Rodeado de sus beldades, vocifera, desafía, miente. Y la voz telúrica en la tribuna es el canto del cisne.

COLOMBIA: UN PAÍS MINADO POR EL DESPOJO MINERO

En un país en donde nunca estamos sentados a la mesa ni para lo nuestro, no hay otra opción: Terminamos haciendo parte del menú.

REMESAS Y POBREZA EN COLOMBIA: UNA RELACIÓN EVIDENTE

Según previsiones actuales, se recuperarán niveles anteriores de remesas desde el extranjero sólo a partir de 2012 o 2013.

COLOMBIA AFRONTA EL CRECIMIENTO DEL PARAMILITARISMO

La estructura del paramilitarismo se redujo en algunas regiones del país, pero en otras permaneció intacta o hasta creció. .

ENFERMEDADES 'LEVES' QUE MATAN EN COLOMBIA

Los pacientes con diagnóstico de alguna enfermedad prevenible terminan en una gran tragedia personal y familiar, requiriendo cuidados médicos que las entidades designadas no prestan efectivamente.

domingo, 27 de febrero de 2011

Beldades y mentiras de Gadafi (1)



Por: Juan Alberto Sánchez Marín.


Los Estados Unidos tienen una imprudencia espléndida para ayudar a destripar los príncipes infelices que tienen regados por el mundo.

Sólo es comparable con el disimulo sinvergüenza que los caracteriza para ayudar a apuntalarlos cuando son sus aliados, secuaces y perros de presa en las maduras. Un pábulo a la larga bueno, porque nutre de una vez la antimateria, los procesos inversos, y termina desmenuzando las propias dictaduras, como ocurrió con las de la América Latina.

Pero que tiemblen esos amigos en las verdes, cuando sus pedestales se tambalean. Que lo digan Ben Alí, en Tunez, o Mubarak, en Egipto. Ayer, Noriega, en pleno canal de Panamá. O Saddam Hussein, allá en el rancho grande del polvorín. Hoy, Gadafi, en Libia.

Mañana… Mohammed VI, en Marruecos; Abdullah II y su primer ministro de afán, Maouf Bakhit, en Jordania; Ali Abdullah Saleh , y su vice Abd al-Rab Mansur al-Hadi, en Yemen, quienes han prometido salir en 2013 pensando escurrir así el hecho de tener que irse ahora mismo; Hamad Ibn Isa Al Khalifa y su primer ministro, Khalifa bin Salman Al Khalifa, en Bahrein.


Hasta Abdalá Bin Abdelaziz Al Saud, en Arabia Saudí; Yalal Talabani y su primer ministro, Nuri al Maliki en, en Irak, por supuesto, o Mahmud Ahmadineyad y el Líder Supremo Ayatolá Ali Jamenei, en Irán, que oran callados mientras silencian el runrún. La lista es larga.

En la cuerda floja, asustados, por lo menos advertidos, están Mohamed Ould Abdel Aziz, en Mauritania; Bashad Al-Assad, en Siria; Abdelaziz Bouteflika, en Argelia; Michel Suleiman y su provisional primer ministro Najib Mikati, en Líbano; Isaías Afewerki, en Eritrea; Omar Hassan al-Bashir, en Sudán; o Qabus ibn Said, en el Sultanato de Omán, un remedo de país cuyo día nacional, cómo no, es el cumpleaños del sultán. La lista es larguísima.

Monarquías absolutas, dinastías legendarias, herencias caducas, nepotismos sin disimulo; democracias de papel, constitucionales de adorno; presidentes de rémora y parlamentos de fábula; oposición entorpecida, opiniones proscritas; partidarios movilizados y pagos, contrincantes exiliados. Porra contra avión, piedras contra fusiles: soluciones de rejo y policía.



Y el gringo ahí



La Unión Europea y su brazo siniestro, la OTAN; Estados Unidos e Israel, donde no se sabe bien quién es el apoyo nefasto de quién: Van y vienen, arrojan redes, procuran pescar en el río revuelto del Medio Oriente (tan Próximo, como lo ven los españoles), del Magreb y de todo el noreste de África, y azuzan la jauría mediática para reforzar la confusión. ¿Qué tanto, un galimatías premeditado?

Hacen falta días, para mover las fichas, para trepar a los podios vacantes a nuevos cofrades, otros fanáticos de esas tiranías que dan pábulo a las democracias protocolares que les sirven, y a las realezas y soberanías que lo mismo.

Y tiempo, precisamente, es lo que no hay. Las bolas de nieve ruedan imparables sobre los ardientes desiertos. Los aludes van arriados por las mesetas, los llanos y las planicies. Y uno vuelve y se pregunta, ante la inesperada baraúnda: ¿esperada por cuántos, inesperada para quiénes?

“Los países de la región tienen el mismo tipo de retos en términos demográficos: las aspiraciones de su pueblo, la necesidad de reformas” , dijo hace poco el portavoz del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Philip Crowley. “Animamos a estos países a tomar acciones específicas, que respondan a las aspiraciones y las necesidades y las esperazas del pueblo.”

Una frase que no por etérea deja de ser invulnerable. Y si no fuera porque es tenida como mentira por el gobierno que la sostiene y dicha como tal por el portavoz que la desabrocha, valdría la pena, además de citarla, repetirla por ahí.

Cualquiera creería, incluso, que es tomada de modo literal de lo dicho por algún ideólogo progresista, como dicen ellos con eufemismo, anti imperialista y nada patán.

Por eso mismo, tal vez, a muchos les pone los pelos de punta oír a CNN hablando de revolución, insurrección y rebelión por esas tierras del olvido. Rebelión, una palabra que escandaliza a la Wikipedia, ahora la trillan los gráciles reporteros de los medios occidentales. Un asunto sospechoso.

Dirán: “oportunismo gringo”; tildémoslo de rapacidad imperial, pero es pura pericia, simple y llanamente. Son años sometiendo, urdiendo, acallando.



La siemprelibia



Libia ha sido, ancestralmente, una tierra de nadie, y, por lo mismo, de todos los que cruzan por allí.

Morada de mercenarios contratados por el Antiguo Egipto, posesión cartaginesa en tiempos de Aníbal, dominio romano; invadida por los árabes, sojuzgada por los vándalos y tomada por los turcos otomanos, hados sin gracia llevaron a Libia a ser colonia de Italia en 1911.

De Italia, nada más ni nada menos; aquella patria grave cuya Roma pasó de la teta de la loba a mamar y mamarse de lobos como el Duce Mussolini, Craxi, Andreotti… ¡Berlusconi! De Italia, ni más ni menos, tan lejos de Dios y tan cerca del Papa (2). Italia, que en un agotado arrebato imperial, a comienzos del siglo XX, no halló a mano sino la desolación Libia. Y la tomó.

En territorio libio, durante la Segunda Guerra Mundial, se batieron a muerte el Afrika Korps, de Rommel, y las tropas británicas, de Montgomery. Un zorro (3) y un vizconde levantando con sus blindados el polvo de los desiertos.

Libia fue tres regiones desde tiempos inmemoriales: Cirenaica, Fezzán y Tripolitania, unidas a finales de 1950 para conformar la monarquía federal del Reino de Libia. Libia fue la primera colonia africana en lograr su independencia.

Regiones una vez vueltas provincias, luego llamadas gobernaciones, más acá nombradas distritos, desde las revueltas recientes todo aparenta que rebotan al mismo estado que tenían hace un siglo: el de vilayatos; de ahí, a un paso del de tribus.

Mientras se escinden las ideas de la izquierda en el mundo en torno al tema, Libia se escinde como nación.



El peso marrón



Para los gobiernos occidentales, Gadafi vale pocos dinares (LYDs, pues), pero Libia vale petróleo, muchísimo petróleo ligero, marrón claro, del bueno, que para los Estados Unidos y la Alianza es más que oro, más que todo, y harto más que lo que pueden significar seis millones de bereberes y árabes y un puñado de nómadas o seminómadas.

El imperio, está claro, busca ganarlo todo sin apostar nada. Nosotros no podemos caer en la trampa de la trama eterna: apostarlo todo para ganar nada.

A cuento de qué enredarnos en la ficción de que Gadafi es un sol. Magnánimos, diremos, se cotiza en dirhams (monedas), abalorios y túnicas, también, color marrón. El revolucionario que fue, y lo fue, o pudo serlo, ya no es.

Socialista junto al presidente Chávez, espada de Bolívar en alto; capitalista peculiar con Berlusconi o Aznar; sátrapa vil entre Mugabe, Mubarak y Ben Alí: Gadafi chocante de cada día, en una fase que lleva ya varios años.

Jefe beduino trepado a Guía, Líder, Hermano Líder… Gran Hermano de una tierra que a sí misma nombró la Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista: un país que en su historia ha tenido un rey, Idris I, primero y único, 18 años en el poder, al que Muamar en buena hora bajó de un tajo. Un reycillo proveniente de Cirenaica, la misma región oriental que hace días dice Italia que “ha sido liberada” de Gadafi. Como para atar cabos.

Y que ha tenido un solo paladín en el poder, año tras año vuelto cada vez más totalitario: Gadafi, claro.

Gadafi es el jefe de Estado más antiguo del mundo. Con excepción de las monarquías, desde luego, y aunque la suya pareciera ahora otra de tantas y cada vez más afín a la que tumbó.

Gadafi, en los años setenta, se libra de las bases extranjeras y nacionaliza varias empresas petrolíferas. En 1977, proclama la Jamahiriya o Estado de las Masas, influenciada por Nasser y con clara tendencia socialista. Apoyó en un tiempo a las guerrillas y subversivos del mundo. Fue panarabista. Fue panafricanista. En 1986, el gobierno republicano estadounidense de Ronald Reagan bombardeó a Libia, asesinó a Jana, una hija adoptiva de Gadafi, y chamuscó la jaima en Trípoli.

Gadafi deshizo jerarquías militares, trastocó generalatos y estamentos encumbrados. Reclutó unas buenas docenas o centenas de mujeres vírgenes, por qué dudarlo, y con ellas conformó su guardia personal, que demostró su eficacia en el atentado contra el líder hace unos años.

Veremos ahora qué tan útil es tener un dragoneante al frente de la tropa y dentro de poco él reconfirmará lo de las vírgenes cuidándole las espaldas.



Parafernalias del oportunismo



Casi con el cambio de milenio, o apenas un poco antes, la política exterior de Gadafi experimentó un fuerte viraje.

La condescendencia alega que fue una adaptación de su pensamiento a los nuevos tiempos y del país a la realidad, que en casi 1.800.000 kilómetros cuadrados apenas alberga poco más de 6 millones de habitantes, comprendidos todos, kilómetros y habitantes, sobre una de las riquezas petroleras más grandes del mundo.

La vana esperanza indicaría que todo es una estrategia para conocer mejor al enemigo, para fortalecer la revolución, para no cejar en el empeño de afianzar los logros.

Los hechos apuntan a que el pequeño niño beduino se hizo viejo, egocéntrico y opresor. El malicioso capitán del Cuerpo de Señales fue olvidando al Ché Guevara y a Nasser. El anticolonialismo resuelto de otrora es episódico. El Libro Verde maduró biche (4): las hojas, en el otoño súbito del patriarca, son hojarasca.

La jaima, genuino símbolo de identidad, se volvió el armazón pintado de un gobernante excéntrico, que se instalaba por el ancho mundo. En los jardines del Hotel Marigny de Paris. O en Alcalá de Guadaira, en Sevilla, o en los jardines del palacio de El Pardo, en Madrid, en España. En el vistoso Jardín Villa Pamphili de Roma, en Italia. O junto al Kremlin. O en Nueva York.

En Libia o afuera, en Trípoli o en las afueras, la jaima se atiborró de negocios controvertibles e invitados azarosos y zalameros, como Zapatero y los reyes de España; Aznar y su Botella; Sarkozy y su Carla; Il Cavaliere y quién sabe cuál; Moratinos; Micheline Calmy-Rey; Lawrence Gonzi; Tony Blair. El etcétera no acaba.

Al presente, Gadafi se aferra al poder, aunque mande sólo entre la tribu Qadhadhfa, que es su familia, sus allegados y él mismo, arrinconados junto al Mediterráneo, en la Tripolitania original, en un caudillaje que ahora no va más allá de la incertidumbre.

Quiera este tiempo que sea su desobediencia al pasado lo que lo tumbe, es decir, el pueblo cansado de lo mismo y de él mismo, y no los tejemanejes afanados de los Estados Unidos y la OTAN, cuyos misiles de buena voluntad y cazas pacificadores calientan los motores, al aliento de las grandes transnacionales, que por la gracia del etéreo ven aparecer otra Irak en las narices.

Gadafi, entre tanto, rodeado de sus beldades, vocifera, desafía, miente. Y la voz telúrica en la tribuna es el canto del cisne.



(1) CABRERA INFANTE, Guillermo. Beldad y mentira de Marilyn Monroe. En su: Cine o sardina. España, Punto de Lectura, 1997. Pp. 322-330.

(2) Paráfrasis de la frase pronunciada por el dictador mexicano Porfirio Díaz: "¡Pobre México!, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos."

(3) Erwin Rommel, Mariscal de Campo alemán durante la Segunda Guerra Mundial, era conocido como el “Zorro del Desierto”.

(4) Biche: Adj. Col. Dicho especialmente de un fruto: Que no ha alcanzado su plenitud o culminación (DRAE).


Artículo disponible en:

Agencia Latinoamericana de Información
Rebelión (España)
Kaos en la Red (España)
Diario Universal (España)
Aporrea (Venezuela)
Sur y Sur (Venezuela)
Question Digital (Venezuela)
Argenpress (Argentina)
Indymedia
Agencia Periodística de Información Alternativa, APIA



martes, 15 de febrero de 2011

Colombia: Un país minado por el despojo minero

La locomotora de la minería y los hidrocarburos que el presidente Juan Manuel Santos pretende poner en marcha para jalonar la economía y que figura en el Plan Nacional de Desarrollo, como los proyectos ferrocarrileros del siglo XIX, hechos de la mano del capitalismo y a punta de muertos y de prácticas esclavizantes, amenaza con aplastar todo lo que se le ponga por delante. Para empezar, lo que tiene enfrente es, ni más ni menos, el futuro del país

Estragos de la minería de alta montaña en el Páramo de Las Hermosas, límite de los departamentos de Tolima y Valle del Cauca, en la Región Andina de Colombia. (Foto: JASM)

El tema de la minería ha venido haciendo estragos mediáticos en Colombia. Los libretistas de la ficción informativa y noticiosa nacional han estado encantados, y los medios para los que trabajan no han escatimado minutos para divulgar en lacrimógenas historias la dura realidad de los mineros. Historias de vida subidas de melodrama.

Porque nuestra idiosincrasia no da para los finales rosa al estilo de los 33 mineros chilenos de Piñera, los nuestros vuelan en pedazos por los aires oscuros de los túneles y se quedan atascados por siempre al otro lado del endeble agujero de la vida, o sea, muertos, y ni siquiera sirven para abrazos por entre un tubo o para circenses espectáculos políticos.

Las montañas son destripadas y, cómo no, cada hueco explota y pulveriza lo que tenga adentro. Son minas, literalmente, echadas por tierra.


En junio de 2003, 73 mineros murieron en una explosión en la mina de carbón San Fernando, municipio de Amagá, departamento de Antioquia. En Sardinata, Norte de Santander, a finales de enero de este año, una nueva explosión en la mina de carbón La Preciosa, ¡qué fea ironía!, dejó 21 muertos más.

Otros cinco mineros murieron una semana después tras otra explosión de gas metano en otro yacimiento carbonífero en Peñas del Boquerón, departamento de Cundinamarca, que se suman a los enunciados y a los 173 que en total perecieron durante el año pasado en explosiones parecidas en el país.

Pero resulta que el tema no es de lloriqueos ni de frases dichas de labios para afuera. Mineros muertos, heridos o inválidos, familias pobres y desamparadas, huérfanos del carbón e infantes hundidos en socavones, son sólo una parte de un problema que pareciera que el país descubre cada cierto tiempo, tragedia de por medio, y olvida en menos de lo que reabren las minas cerradas por el gobierno en medidas desviroladas o vuelven a hundirse en la tierra los miles de pobres que en Colombia no saben ni pueden hacer otra cosa.

Esta es la cara que escandaliza, que ocasiona santiguadas con exaltación en las fotos, golpes de pecho hipócritas en la televisión, pero que no le importa a nadie. Ni al estado con el disfraz del gobierno que tenga, ni a muchos del resto de colombianos que creemos que no vivimos hundidos aun más abajo del subsuelo.

La faz que importa, como siempre, no se ve. Las lentes de las cámaras están hechas para mirar sólo lo que los aturdidos ojos detrás quieren mirar. Y los ojos de los medios están hechos para no ver y los periodistas pululantes están contratados para no mostrar.

La otra parte del problema no la vemos porque es grande, grandísima, y demasiado importante. Es oculta porque despedaza al país, de verdad lo hace más miserable, pero también enriquece infinitamente a funcionarios de todos los ámbitos y niveles, medios de todos los caletres y coberturas, y riquísimos de bisoñé entero y no de medio pelo, que no son de aquí y sí son de allá, o que si son de aquí trabajan a sueldo para los de allá, los de las metrópolis, en el sentido colonial del término.

Es la megaminería a cielo abierto. Una práctica infame extendida en el país, que amenaza con propagarse cada vez más, con el beneplácito gubernamental y la aquiescencia del legislativo. Nada nuevo, claro está. Un funesto legado ancestral del despojo colonial en su forma económica más característica: el enclave.

Las transnacionales poseen más de 43 mil kilómetros cuadrados en concesión, un área tan grande como los departamentos de Boyacá y Cundinamarca juntos. Pero es apenas el comienzo. En los mapas de perfiles y proyecciones mineras figura casi todo el territorio nacional (1). No se escapan ni las llamadas zonas protegidas, las reservas estratégicas ambientales, como los páramos, por ley intocables, pero feriados por la gracia divina de Álvaro Uribe Vélez durante su gobierno, ni siquiera al mejor postor, sino a los peores: las empresas transnacionales.


Desde la fuente viene el agua sucia

El principal lazo de unión de los europeos con el Nuevo Mundo fue la producción minera y el comercio desarrollado alrededor de ella.

España tuvo durante mucho tiempo el dominio sobre el suelo y el subsuelo de América, en virtud del último gran acto de soberanía universal del pontificado romano: Las Bulas de Donación de Alejandro VI a los Reyes de Castilla, en 1494. Esto determinó que quienes se dedicaran a la actividad extractiva debían pagar a la Corona un impuesto del 20% del producto, conocido entonces como “el quinto real”.

Hoy en día, las transnacionales cancelan al estado colombiano unas regalías irrisorias, que no llegan al uno por ciento del total saqueado. En mordaz contraprestación, reciben altísimos descuentos en el impuesto de rentas. Y no pagan cinco centavos por la destrucción causada a la tierra, al agua, la biodiversidad y las comunidades. Menos aún por las graves consecuencias genéticas que el uso de tóxicos tiene para las ciudades y pueblos que perjudican. Mejor dicho, aunque también insuficiente por lo grave de su actividad, estas transnacionales están lejos de pagar siquiera el quinto real de otrora.

Los indígenas, en los tiempos pretéritos de la Conquista, fueron la fuerza de trabajo de la minería, y blancos y mestizos eran los supervisores y propietarios. Una costumbre que nunca se perdió, aunque se diversificaran o variaran las prioridades de la codicia: plata, caucho, maderas, petróleo, en fin, toda clase de materias primas que hicieron parte de la voracidad de las metrópolis y se unieron pronto a la del oro.

Más de 85 millones de indígenas murieron a causa de la invasión, las pestes y el trabajo esclavo. “Lo que no lograron con sangre, lo consiguieron con sobornos”, como afirma el cineasta argentino Fernando Solanas (2).

Unas prácticas y unas estrategias que se mantienen intactas y vigentes. Los indígenas siguen sufriendo por los siglos de los siglos el desplazamiento de sus territorios y el asesinato de sus líderes. A ellos se les unen ahora los miles de pobres que habitan los pueblos mineros, los cientos de miles que habitan un poco más abajo y que dentro de poco quedarán sin agua y padecerán las malformaciones, y los millones de colombianos que nos vamos quedando sin páramos, sin bosques, sin país.

Hasta 1650, España se había llevado de América más de 4 mil toneladas de oro y 16 mil de plata. Cifras que pueden parecer altas, pero que no lo son tanto si las comparamos con la producción actual de estos minerales.

Las obvias mejoras de la productividad industrial del sector minero y de la tecnología de extracción, unidas a las técnicas más sofisticadamente despiadadas, permiten que actualmente, en un solo año, la producción mundial de oro supere las 2,300 toneladas, es decir, más de la mitad de todo lo extraído por los españoles en 120 años. Y que, para el caso de la plata, sólo la producción de México, en un año, esté alrededor de las 2.800 toneladas (3). Así, sólo un país, que concentra el 16% de la producción mundial, alcanza en un año el 17.5% de todo el recurso saqueado durante la Conquista.


Páramo de Las Hermosas, Colombia: Un peladero más en ciernes, donde los grandes mineros ya hacen lo suyo. Ahora, además, es una mina de oro en la mira de la AngloGold. (Foto: JASM)


"El oro no apaga la avaricia" (Plutarco)

Al maestre de campo y gobernador de Chile, don Pedro de Valdivia, lo sorprendieron Caupolicán y Lautaro, al frente de araucanos sublevados. Fabula Eduardo Galeano y dice que entonces los indios “le hacen tragar tierra, puñado tras puñado, le hinchan el cuerpo de tierra de Chile, mientras le dicen: "-¿Quieres oro? Come oro. Hártate de oro.” (4)

¿Cuánto metal precioso se necesita para hinchar de oro, digamos, a AngloGold Ashanti, GreyStar, Cerromatoso, Carboandes, Drummond o Muriel Mining Corporation? El maestre de campo don Pedro, quien rasguñó valles enteros chilenos buscando oro y apenas halló la muerte, viéndolo bien, padecía un apetito aurífero ligero si lo cotejamos con la avidez del presente.

La acometida transnacional minera al país se lleva a cabo en casi todas las regiones, en casi todos los flancos y causando todos los daños, sin el casi. Según la propia Ingeominas, desde 2004 el gobierno ha entregado 1.536 títulos para explorar y explotar yacimientos de oro, y hay otros 7.770 en trámite.

Las riquezas del Nuevo Mundo sirvieron para dividir las naciones y empobrecer a sus pueblos. El mismo flaco servicio prestan ahora. Las transnacionales de la minería minan las comunidades y las dividen para reinar. Financian las fiestas populares, costean las carrozas y sufragan los abalorios de las reinas del pandebono y la aguapanela; seducen a dirigentes y sobornan a burócratas; adquieren investigaciones universitarias e investigadores; compran en rebaja togas y jueces.

Y, mientras tanto, siembran cizaña contra los pequeños mineros, demonizan a los opositores y se valen del aval gubernamental para deshacerse de cualquier incomodidad.

Hace varios siglos, conquistadores obnubilados por el oro, como Sebastián de Belalcázar, Gonzalo Jiménez de Quesada, Nicolás de Federmann, Francisco de Orellana, Gonzalo Pizarro, Sir Walter Raleigh, Felipe de Utre o Lope de Aguirre, padecían las inclemencias de las tierras vírgenes, atiborradas de pantanos y mosquitos.

Ahora, desde un sillón en cualquier parte, se hacen movimientos especulativos y se compran y se venden estas tierras prósperas, pero sin dios y sin ley lo mismo que hace 400 o 500 años. Los campesinos, los indígenas, los afrodescendientes, son los mosquitos.

Como la canadiense Medoro Resources, que ha comprado en el país reservas de 12 millones de onzas de oro, que cuestan unos 8.400 millones de dólares, por la bicoca de 37.5 millones. Un ejemplo gráfico del asunto. Transnacional que, a propósito, dejó en el baúl sus 11 títulos mineros en la misérrima Malí, y, muy creíblemente, el yacimiento “Lo Increíble” en Venezuela, donde paso a paso están tratando de meter en cintura a estas compañías, y pareciera que orientó sus fauces hacia Colombia, específicamente, a Marmato, en el departamento de Caldas, como se puede deducir con una simple ojeada a su portal (5).


La locomotora loca

La locomotora de la minería y los hidrocarburos que el presidente Juan Manuel Santos pretende poner en marcha para jalonar la economía y que figura en el Plan Nacional de Desarrollo, como los proyectos ferrocarrileros del siglo XIX, hechos de la mano del capitalismo y a punta de muertos y de prácticas esclavizantes, amenaza con aplastar todo lo que se le ponga por delante. Para empezar, lo que tiene enfrente es, ni más ni menos, el futuro del país.

Sin pautas claras, con instituciones débiles, cada quien con cartas bajo la manga, cuando ni siquiera existe la capacidad para inspeccionar o vigilar las minas registradas, ni la voluntad de hacerlo, o con los bríos comprados para lo contrario, lo que esta locomotora promete es acentuar los deterioros conseguidos por años, cruzando desbocada por donde se le antoje y menoscabando aún más el medio ambiente.

La mentada inversión extranjera, durante 2009, se orientó, en un 98%, hacia la minería. Son dudosos, por decir lo menos, unos gobiernos que asientan tantas esperanzas en tan viejas prácticas, haciendo de Colombia un país con la economía basada en la extracción de recursos. Una vuelta al pasado gracias al juego del libre comercio, que impide el desarrollo de la ciencia y la tecnología, y sofoca cualquier posibilidad de industrialización.

En las regiones donde las transnacionales mineras tienen intereses manifiestos, las comunidades mineras empiezan a ser amenazadas por los grupos paramilitares, ahora denominados Águilas Negras, Nueva Generación, Rastrojos y/o Bandas Emergentes o Bandas Criminales (6).

El gobierno ha hecho referencia a la presencia de intereses de la guerrilla en la minería, pero ni en voz baja ha mencionado la profunda infiltración paramilitar en el sector. Y en el medio, los mineros, los pequeños mineros o “barequeros”, criminalizados por el propio presidente Juan Manuel Santos, quien ve en ellos una fuente de financiación de las FARC y los grupos criminales.

Un allanamiento del camino para las transnacionales, donde el miedo y el terror hacen la limpieza territorial necesaria para adelantar las explotaciones. El aparato represor completa así el trabajo institucional abierto del engaño y del engatusamiento. A las buenas o a las malas, la protesta social es impedida. Los lugareños nunca son consultados, los estudios desfavorables son alterados o desconocidos, las opiniones en contravía son espantadas. No es hipocondría, es que de cierto estamos graves. Ni es paranoia, es que de a de veras nos persiguen. Miremos bien para atrás, si no.

La sudafricana Anglogold Ashanti ha sido una transnacional de prácticas malvadas y mafiosas. Su llegada al país, incluso, fue a hurtadillas, bajo seudónimo, con nombres camuflados y socios testaferros que en realidad eran altos funcionarios internacionales de sí misma, o sea, de la Anglogold, según investigaciones del periodista Gearóid O. Loingsigh. (7) Su verdadera identidad sólo se revela cuando se anuncia el descubrimiento de La Colosa, en Cajamarca, departamento del Tolima. Ahora la transnacional reconoce que está en el país desde el año 2000, “tres años antes de fundar su empresa fachada”.

Con un pasado negro en Sudáfrica, beneficiaria del Apartheid, donde generó “grandes ganancias a costa de las mayorías negras”, y que tuvo que pedir perdón por el “error” de financiar grupos paramilitares en la República Democrática del Congo, lo menos que transnacionales como la Anglogold deben generarnos es mucha desconfianza.

Y eso que esta es de las buenas. De las que, a lo menos, prometen que rearmarán y reverdecerán las montañas que derrumben, lavarán las aguas que infesten, se tragarán los charcos letales que provoquen y reconstruirán con prótesis los niños que desfiguren. De las buenas, insisto, porque otras ni siquiera se toman el trabajo de mentir. Se quedan en el descabezamiento de los sindicalistas, como la Drummond, o en la protección acérrima de sus secuaces, como la Drummond, defendiendo a Uribe de las acusaciones en una corte de Estado Unidos por vínculos de la empresa con los paramilitares.

Tarareamos hasta la fatiga que somos un país rico en biodiversidad. El cuarto, según el Instituto Humboldt. Los bosques cubren un 40% del país, que acogen el 10 por ciento de las especies vivas del planeta. La única cosa en la que con certeza podemos considerarnos una potencia. Cosa nada despreciable, pues por ahí andan las estrechas posibilidades de perdurabilidad que tenemos como especie, en un planeta que estamos volviendo un desierto, un desaguadero, un moridero.

La megaminería a cielo abierto por lixiviado con cianuro provoca impactos devastadores sobre los ecosistemas y los humanos, y desertifica y modifica la superficie terrestre. Metales pesados y metaloides, como el cianuro y el arsénico, se utilizan por toneladas, y el agua potable se ensucia por metros cúbicos. Por decir algo, para obtener un gramo de oro se gastan mil litros de agua por segundo. En otros términos, una mina se gasta en un día de extracción el agua que consume una ciudad de más de medio millón de habitantes.

Dijo una vez el Mahatma Gandhi que “en la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto para satisfacer la avaricia de algunos". En un país en donde nunca estamos sentados a la mesa ni para las cosas nuestras, no hay otra opción: Terminamos haciendo parte del menú.

Los mineros muertos año tras año en el país, los que mencioné y los cientos que vendrán, son parte de él. Y dado que la francachela y la gran comilona arrecian: Desestabilizadas las laderas, alterada la dinámica fluvial y deprimido el nivel freático, entre tantas otras cuitas, ¿cuál agujereado polvorón o qué amargo bistec somos?


NOTAS:

(1) Portal de Información Minera Colombiana. http://www.imcportal.com
(2) “Tierra sublevada: Oro impuro”. Dir. Fernando E. Solanas. 92 min. Argentina, 2009.
(3) Wikipedia. Revolución de los precios. http://es.wikipedia.org/wiki/Revolución_de_los_precios
(4) Galeano, Eduardo. Memorias del Fuego, I. Los nacimientos. Pág. 139. Ed. Siglo veintiuno editores, 1982.
(5) Portal de Internet de la transnacional canadiense Medoro Resources, en: http://www.medororesources.com/
(6) Kaos en la Red. “Paramilitares amenazan de muerte a los que denuncian irregulares concesiones a Multinacionales Mineras”. Organizaciones de DDHH. Alvear Restrepo. En: http://www.kaosenlared.net/noticia/alerta-paramilitares-amenazan-muerte-denuncian-irregulares-concesiones
(7) “El lado oscuro de Anglogold Ashanti”. Revista El Salmón. Págs. 4 y 5. Julio – Diciembre de 2009.


Artículo también disponible en:

REBELIÓN (España)
Instituto Alexander von Humboldt (Colombia)
ALAI - Agencia Latinoamericana de Información
Patria Grande - La Revista del ALBA
Kaos en la Red (España)
Indymedia - Colombia
Sur y Sur (Venezuela)
Periódico Desde Abajo (Colombia)
Alba Tv (Venezuela)
Diario Universal (España)
Planeta Paz (Colombia)
QUESTION (Venezuela)
Observatorio de Conflictos Mineros de A. Latina, OCMAL
La Radio del Sur (Venezuela)
Observatorio de Multinacionales en América Latina - OMAL


viernes, 11 de febrero de 2011

Remesas y pobreza en Colombia: Una relación evidente



La crisis mundial ha afectado con fuerza al volumen de las remesas que perciben muchos países de América Latina y en particular Colombia.

Según los datos oficiales, si en el año 2007 el país recibió 4.800 millones de dólares en concepto de remesas, esta cifra se vio reducida a menos de 4.000 millones durante 2010. Este fenómeno, junto a la revaluación del peso colombiano, ha influido mucho en el bienestar de la población colombiana, el 10% de la cual (más de 4 millones de personas) vive en el exterior.

La crisis financiera que sufrieron los países a los que tradicionalmente emigran los ciudadanos colombianos, como Estados Unidos y España, obligó a estos residentes a afrontar el aumento del desempleo y la consecuente disminución de los salarios.


"El desempleo ha aumentado cada día más. Y se ha sentido, porque antes le resultaba a uno más trabajo, haciendo limpieza en pisos o como camarera en bares, y bueno, ahora uno va y lleva allí los currículum y es… pasan días y días y ahí", cuenta Blanca Libia Salazar, emigrante colombiana que vive en España.

Como consecuencia, se han reducido también las remesas que los emigrantes constantemente enviaban a sus familias a Colombia y que significan beneficios tributarios, convirtiéndose en una de las principales fuentes de ingresos. Esto ha provocado que muchos colombianos estén al borde de la pobreza actualmente.


"Los niveles de pobreza aumentan cuando las remesas disminuyen. De hecho, el impacto del desempleo en Colombia, en estos momentos, es mucho mayor en las regiones del Eje Cafetero, que es una de las regiones de mayor impacto migratorio. Por ejemplo, en Pereira el desempleo sobrepasa el 20%, lo mismo que en Armenia. Allí el impacto económico de la crisis global afecta directamente a estas comunidades locales", según Óscar Gómez Díez, el director de la Fundación 'Esperanza', una organización local de la sociedad civil.

De acuerdo con el experto, la disminución del dinero enviado incide también sobre otros ámbitos esenciales del desarrollo. "Las remesas tienen un impacto importante en la educación de los hijos de los emigrantes. Lo que pudimos notar en las encuestas que hicimos es que en las familias receptoras de remesas, sus hijos logran una mayor permanencia escolar en años de estudio respecto a aquellas familias que no perciben remesas", indica.

Según las previsiones actuales, se podrán recuperar los niveles anteriores de las remesas desde el extranjero sólo a partir de 2012 o 2013.

martes, 8 de febrero de 2011

Traslado descoordinado: Fuga ordenada

Video demuestra cómo "se fugó" paramilitar, o, mejor dicho, no se escapó "propiamente, sino que tomó un taxi durante un traslado", como lo dice Noticias UNO en este reportaje.

El paramilitar ha asesinado al menos a 1000 (MIL) personas. Los guardias del INPEC (autoridad carcelaria) sólo fueron "suspendidos 90 días": Impunidad total para los paramilitares.


Los paramilitares han sido una fuerza usada para masacrar, acallar reivindicaciones sociales, mediante despariciones y asesinatos; su otra función clave es producir desplazamientos masivos de poblaciones, para vaciar las tierras de habitantes y aminorar las resistencias al saqueo multinacional.


En varias regiones del país los paramilitares actúan en coordinación con el ejército colombiano, y son co-financiados por multinacionales y latifundistas, ganaderos y narcotraficantes, gozando en muchas ocasiones de la protección estatal.


También disponible en: Kaos en la Red

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
UA-24891582-1