English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

BELDADES Y MENTIRAS DE GADAFI

Rodeado de sus beldades, vocifera, desafía, miente. Y la voz telúrica en la tribuna es el canto del cisne.

COLOMBIA: UN PAÍS MINADO POR EL DESPOJO MINERO

En un país en donde nunca estamos sentados a la mesa ni para lo nuestro, no hay otra opción: Terminamos haciendo parte del menú.

REMESAS Y POBREZA EN COLOMBIA: UNA RELACIÓN EVIDENTE

Según previsiones actuales, se recuperarán niveles anteriores de remesas desde el extranjero sólo a partir de 2012 o 2013.

COLOMBIA AFRONTA EL CRECIMIENTO DEL PARAMILITARISMO

La estructura del paramilitarismo se redujo en algunas regiones del país, pero en otras permaneció intacta o hasta creció. .

ENFERMEDADES 'LEVES' QUE MATAN EN COLOMBIA

Los pacientes con diagnóstico de alguna enfermedad prevenible terminan en una gran tragedia personal y familiar, requiriendo cuidados médicos que las entidades designadas no prestan efectivamente.

lunes, 30 de abril de 2012

La Marcha Patriótica en Colombia: De la miseria a la esperanza

 Por:  Juan Alberto Sánchez Marín. 


La preventiva criminalización de la Marcha Patriótica, la puesta en circulación de toda clase de rumores asociándola con la guerrilla de las FARC, la exacerbada muestra por la televisión de pruebas de utilería al respecto, las declaraciones apresuradas del Mayor General Sergio Mantilla afirmando que la Marcha podría estar infiltrada o dando a entender que eso era un hecho porque existían bíblicas pruebas desde los tiempos de la operación Sodoma, revelan que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y el estamento militar hacen un solo cuerpo en el propósito de cruzarle el pie a los marchantes.

Con una reelección aún no dicha por los medios, pero ya declarada por los hechos, un fenómeno social como la Marcha Patriótica alarma. En un país en el que la realidad apenas es lo que pasa de la clase alta para arriba o las salvajadas que algunos desadaptados de los estratos 0, 1, si acaso 2, cometen en riñas, atracos o contra sus propias compañeras (como si en los otros estratos la violencia intrafamiliar no fuera tanto o más grave), o en su papel de forzados reclutas víctimas o subversivos desalmados, asustan tantísimos actores sin guión, procedentes precisamente de la franja tan grande que es aquel país invisible. El negado, el innombrable.

No en vano se apresura (¿e improvisa?) el predecible movimiento de fichas ministeriales que apalancan las aspiraciones del presidente. O se sacan cien mil viviendas debajo de la manga. Cien mil que debieron ser más, porque si el déficit de vivienda alcanza 1,2 millones y crece al ritmo desaforado de 250 mil al año (sin tener en cuenta que hay 2,6 millones de compatriotas con la casa a punto de caerse, según el censo de 2005, lo que trasluce que unas cuantas ya deben estar en tierra), la cifra anunciada no pasa de ser un paño de agua tibia (1). O muchas menos si se nos ocurre relacionar la buena nueva con los 526 mil subsidios de vivienda prometidos por el gobierno en sus inicios, que ahora, quemada en pólvora la mitad del trayecto, a duras penas van por los 17.302 entregados. (2)

¿Bullaranga mediática contra una marcha que habla de una segunda y definitiva Independencia? ¿Zanahorias para despistar lo que puede ser un pensamiento con inusitada presencia en las urnas? Sea lo que fuere, acostumbrados como estamos a que el último en la cola se cuela de primero, pocas cosas tan molestas como un Movimiento de confluencias sociales y populares. El alcalde Gustavo Petro y sus progresistas le dejaron claro al país que una cosa es lo que indican las tendencias, los expertos y los medios masivos, y otra lo que dictamina la realidad. Una cosa piensa el burro, otra…

Muy grave en un momento en el que las encuestas no son halagüeñas para el gobierno y en el que el canto de sirena del TLC no tiene cuerda para hermosear nada. Ni siquiera a las mentiras del tratado le alcanza este gobierno a sacar provecho, pues a la mayor parte de los poquísimos sectores beneficiados los coge con los pantalones abajo y a todos con la estantería en el piso: Sin puertos, sin infraestructura vial ni ferrocarrilera, ni fluvial, mejor dicho, sin la pregonada prosperidad necesaria para tener una mínima competitividad, la que en medio del más escandaloso subdesarrollo debería presentársele (¿representársele?) a los Estados Unidos.

Ahora que el presidente empieza a terminar algunos platos de las viandas opíparas del poder, ve pender machetes de Damocles sobre su cabeza. Alguno penderá de un pelo de la crin de Crespón, que con unos cuantos meneos esquiva. Sin embargo, él es consciente de que la liebre salta desde cualquier matorral.

Una cosa es un twittero montado en un caballo, aunque de paso, muerto, y aunque algo azaroso manoteando sobre el lomo tieso, muy venido a menos, con los vasallos en desbandada o encarcelados, los alfiles prófugos, pagando escondederos a peso, y sus mafiosos, paramilitares y corruptos negociando gatos por liebres con el estado.

Y otro asunto son más de ochenta mil marchantes hastiados, desesperados, pateados, a la vez ansiosos por buscar otros caminos, dispuestos a andar cientos de kilómetros sólo para hacerse sentir diciendo a viva voz su trino desgarrado: “Estamos acá, ¿y qué?”. (3)

Más aún: Cuando ese conglomerado de gente no es una organización, sino más de mil setecientas; no es un gremio, sino muchos; no es un sector, sino todos; no es una región, sino Colombia.


La Marcha Patriótica, es verdad, tiene varios problemas elementales, de la misma manera que los tuvo la extinta Unión Patriótica, cuya falta de recordación sería inexcusable: Es legítima, constitucional y legal. Lo señala su propia Junta (4) y lo constatan los testimonios de trabajadores participantes, obreros, desplazados, estudiantes, indígenas, intelectuales, en fin, desperdigados en televisoras comunitarias, radios y demás medios independientes, cuyo compromiso con la búsqueda de una solución política al conflicto social y armado resulta evidente.

Problemas porque en Colombia la legalidad sirve para darle carisma a los entuertos, la Constitución para torcerla y saltársela, y apenas es considerado legítimo lo que convalida el desborde institucional y los abusos de quienes ejercen el poder.

Cualquier proyecto en contravía es un atropello a la razón. Fuera de la cerrada plataforma: Planteamiento de platelmintos.

Aquí la única oposición bien vista es aquella que hace parte del circo de la Unidad Nacional. Más avanzará a partir de hoy el ministro de vivienda Germán Vargas Lleras en la construcción de sus casas en el aire que lo que él mismo sentado en su oficina y con todo a la mano adelantó hasta ayer como ministro de Interior para dotar al país de un Estatuto de Oposición (y de gobierno, por supuesto).

La marrulla entretiene las audiencias endilgando culpas y desidias al azar. Y los peligrosos crédulos juran y re juran que es culpable el Polo más cruel, que jamás mereció ser partido y va por ahí engañando gobiernos… Algo así.

De qué modo molestan las garantías y los equilibrios en este país y cuánto agradan los eufemismos que permiten tildar de contrarios a quienes no lo son. Tenemos de opositores a los que le protestan al gobierno por un ministerio, a lo sumo. A los que callan y otorgan. Y es oposición la que con otros hace lo mismo.

Al presidente Santos le gustan mucho ese tipo de retóricas justicieras del poder con falsos destellos de alternancias y participación. Cuestión que le viene de sangre, quizás, desde los tiempos del tío abuelo Eduardo (5), adalid y fundador del Frente Nacional, ese explícito reparto patrio de yo con yo durante 16 años.

Gobierno, militares, grandes industriales y empresarios, altos dignatarios de la iglesia o las iglesias, también ven la más conspicua expresión de la democracia en esta uniformidad mal disimulada.

Expresiones nacidas y criadas en el subsuelo social, como la Marcha Patriótica y todo lo que arrastra de posibilidades, constituyen una amenaza para el statu quo.

Un sistema que ha hecho tantas cosas mal, que ha dañado a tantos y tan de seguido, tiene rabo de paja. Hay que reconocer que el presidente Santos lo sabe bien y actúa en correspondencia con ello. Es mas listo que varios de su clase y por eso hasta lo consideran traidor. Godofredo Cínico Caspa es uno de ellos (6).

En el mundo del póker, de faroles, semi – faroles y demás de Juan Manuel Santos, la Gran Revolución Agraria de la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras (7), las ayudas de Colombia Humanitaria para los damnificados por el invierno, los subsidios y créditos para la educación superior hasta del 100% para los estratos 1, 2 y 3, el generalizado rescate de pobres que evitando evasiones de impuestos hará chillar a 80 mil colombianos ricos, lo mismo que las cien mil casas gratis, no son otra cosa que aparentar mucho con nada o casi nada en las manos.

Ofertar harto para terminar dando menudencias al final de este período presidencial y generar la necesidad de la continuidad. El mismo truco que Uribe puso en práctica con represión cerril, Santos lo lleva a cabo con su “revolución” de naipes.

Estremece que esta Marcha Patriótica, al estilo de las de la primavera árabe, si bien puede ser una marcha de personas tajantes en el pensamiento, en las propuestas, no lo es de radicales en el comportamiento, como lo desearon unos, para haber desprestigiado y reprimido el Movimiento en ciernes desde antes de despuntar.

Viendo los riesgos de este Movimiento naciente, más que buscarlos atrás, en el pasado largo de un país que se reinventa día a día, o al lado, de donde muy probablemente habrán de venir las voces intimidantes, los ultimátum amenazadores, o, esperemos que no, las balas asesinas, el verdadero peligro yace alto: En fuerzas con mucha autoridad para la provocación y la descalificación. Porque ser siniestro en Colombia requiere un buen cargo, exige misa diaria, demanda tener medios o aparecer en ellos.

El presidente Santos se refirió hace un tiempo a la “mano negra” que amenaza la reparación de las víctimas y la restitución de sus tierras (8). Pues bien, ahora han de ser varias las fuerzas oscuras que no tardarán en empezar a operar (9). Como dijera alguna vez Otto Morales Benítez, la paz tiene “enemigos agazapados”. Él mismo fue uno de ellos cuando los procesos de paz de Belisario Betancur.

Están agazapados en las cumbres de las Fuerzas Militares, de la Procuraduría, de la Cámara de Representantes, del Congreso de la República y del mismo gobierno, o en sus casas por cárcel, o en complejos policiales, o en las presidencias y gerencias de grandes medios. O encubiertos en las oficinas de pujantes bancos e industrias, de las empresas multinacionales o de las embajadas amigas.

No son numerosos, no son tantos como los que tratan de hacernos creer y son muchísimos menos de los que ellos mismos creen que son. Pero tienen una enorme disposición para el perjuicio. Y en el río revuelto de la patria se les facilita poner en práctica su capacidad para violentar cualquier proceso    que difiera de su ideología, un credo que no yace en el abstracto mundo de las ideas, sino en la tenencia de la tierra, la posesión de los capitales, el usufructo perpetuo de las riquezas, el absoluto control de los hilos del poder.

El principal mecanismo de obstrucción es la violencia, que tan bien nutren sus otros beneficiarios: los fabricantes, los traficantes, los negociantes, los usuarios de las armas. Pero la violencia tiene muchas formas y presencias, y la armada no es la peor ni la causa de nada. Es despojo, masacres, genocidios, sí, pero la acentúan y perpetúan leyes indebidas, errátiles interpretaciones jurídicas, amañadas disposiciones, constreñimiento de libertades, injusticias sociales de toda clase.


La Marcha Patriótica determinó el despliegue de miles de policía de élite. ESMAD que no pudieron desmadrarse. Tal vez el acaecimiento rápido de la Marcha no dio tiempo a otra clase de infiltraciones en realidad peligrosas, como ha sido tradicional en este tipo de manifestaciones populares, de elementos desestabilizadores que simulan la pertenencia a organizaciones armadas y justifican la represión.

Entonces hay que echar mano de otros recursos. La sospecha se transforma en el crimen. La rebelión, un útil comodín. Tres conversando en la esquina o dos chateando más de la cuenta (lo que se fija con facilidad según el número de bits trocados) son el intento de algo, después sabremos de qué. Convocar a una manifestación conduce a la cárcel y la resistencia pasiva es un delito, como lo pretende por estos días el ejemplar PP español (10).

Más allá de los importantes guías entroncados desde los inicios o que se han venido adhiriendo, el Movimiento que se avecina empezó a hacerse sentir desde hace años. No ha surgido por generación espontánea ni ha sido sacado de ningún sombrero.

Tal vez el presidente Santos escuchó no hace mucho sus pasos de animal grande, pero los movimientos sociales en Colombia tienen una larga tradición de organización y de lucha por la reivindicación de sus derechos. Y de un reguero de muertos a la vera de ese camino. Son movimientos de todas las clases, alcances y tamaños, que agrupan campesinos, indígenas, trabajadores, artistas, comunidades, en la Costas Pacífica y Atlántica, en los Llanos, en los Andes, al centro, en la región cafetera, en Chigorodó o en Bogotá.

La Marcha, que es Movimiento, que es Partido, de miles, cien miles, millones, y que será lo que sus componentes quieran que sea, expresa inclusión, dignidad y soberanía. El grito de Independencia de 1810 desembocó en una Patria Boba que todavía no acaba. Barak Obama, Leon Panetta, Ehud Barak, hasta Rajoy, acaban de visitarnos y de ratificar que nos siguen viendo como las colonias que nunca hemos dejado de ser: No somos los aliados, somos los sometidos. Y estas lomas y planicies están llenas de virreyes, fuerzas especiales extranjeras, transnacionales auríferas y petroleras, BM’s, FMI’s, USAID’s que lo reafirman.

Más de doscientos años después, es hora de otra cosa.

Los liderazgos significativos y reconocidos de Piedad Córdoba, Iván Cepeda, Carlos Lozano, Andrés Gil, Gloria Cuartas, Jaime Caicedo, Patricia Ariza y otros voceros más, son sólo puntas de icebergs grandes, que vienen de lo más profundo y olvidado de este país, no tanto porque estén adentro (que lo están) de las selvas heridas y heredadas de José Eustasio Rivera, o en los vivos desiertos legendarios de la Guajira de Eduardo Zalamea Borda, o en los caseríos perdidos de ese Chocó que una vez asombró al joven Gabriel García Márquez, sino, sobre todo, porque están enfrente y no los vemos.

Vienen, más bien, de la ciudad de ciudades que representa la Bogotá de José Antonio Osorio Lizarazo, en la que están “esos antros de pobrería donde se aglomeran familias enteras con sus chiquillos, sus perros, sus cerdos y sus harapos”. No vamos ahora “a pasear un poco por entre la miseria”, como dice el olvidado escritor en sus Mansiones de Pobrería. (11) Ahora tanta miseria ha llevado a que un país entero salga a las calles y plazas y exista. Es la Marcha Patriótica en pleno Movimiento y con todo el calendario delante.


NOTAS:

(1)  “En siete semanas estaría la 'primera piedra' de las 100 mil viviendas gratis”. Revista Semana. 26 de abril de 2012. http://bit.ly/Jtgvuh

(2)  Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el Congreso de la República de Colombia. 24 de abril de 2012.  http://bit.ly/Imj4wk

(3)  Los grandes medios en el país reconocen la participación de la mitad (40 mil), lo que permite suponer que el dato divulgado por la Marcha se queda corto y que los congregados pudieron ser aún más.

(4)  Portal de la Marcha Patriótica. Comunicado frente a las afirmaciones del señor Presidente. http://bit.ly/IcBaGQ

(5)  Eduardo Santos Montejo. Presidente de Colombia entre 1938 y 1942. Dueño durante varias décadas del periódico El Tiempo. Eduardo Santos era hermano del escrito Enrique Santos Montejo "Calibán", abuelo del actual presidente colombiano. http://bit.ly/hGBbhj

(6)  Personaje de ficción creado por Antonio Morales Riveira y magistralmente personificado por el humorista Jaime Garzón, asesinado por los paramilitares, que expresa la manera de pensar y actuar de buena parte de la oligarquía colombiana.

(7)  “Robledo vs Restrepo: la pelea por la verdadera 'revolución agraria'. La Silla Vacía. 11 de febrero de 2012. http://bit.ly/Khm7r1

(8)  “Mano negra amenaza proceso de restitución de tierras: Santos”. El Espectador. 4 de diciembre de 2011. http://bit.ly/rQmRcM

(9)  Tempranamente lo hicieron: “Defensoría del Pueblo denuncia desaparición de líder de Marcha Patriótica”. Revista Semana. 27 de abril de 2012. http://bit.ly/ImS7zj

(10)  “Convocar algaradas por Internet llevará a la cárcel a sus promotores”. El Mundo, España. 11 de abril de 2012. http://mun.do/Is8ZC0

(11)  OSORIO LIZARAZO, José Antonio. “Novelas y crónicas”. Instituto Colombiano de Cultura, Biblioteca Básica Colombiana, 1978. Bogotá, Colombia.


Artículo también disponible en:

Rebelion (España)
Argenpress (Argentina)
Question Digital (Venezuela)
Sur y Sur (Venezuela)
Telesur (Venezuela)
Ajintem (España)
Diario Universal (España)
Tercera Información (España)
América Latina en movimiento - (Agencia Latinoamericana de Información)
InfórmatEcuador
Gerrakgelditu (Navarra)
Indymedia - Independen Media Center
Red Puente Sur (México)
Patria Grande (Periódico del ALBA)

martes, 17 de abril de 2012

Las relaciones militares Colombia - Israel y la propuesta de diálogo de las FARC

Entrevista del programa  "La Brújula del Sur", de la emisora Alba Ciudad de Caracas, con el periodista colombiano Juan Alberto Sánchez Marín.

Por: Indira Carpio Olivo y Ernesto J. Navarro (*). 


En Colombia, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón y su par israelí, Ehud Barak, se reunieron y manifestaron la intención de elevar su relación a un nivel más estratégico “para enfrentar el terrorismo y el crimen transnacional”.

Para Pinzón, Colombia e Israel comparten décadas de lucha contra “el terrorismo” en sus países. “Exportamos seguridad en el hemisferio”, se atrevió a decir el ministro, hombre que ocupa el cargo que en otrora llevó el nombre del actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien por cierto hoy recibe a Barak para revalorizar los vínculos de esa industria tecnológica militar, que reúne los intereses y los lazos entre ambos países.

El joven Pinzón dijo que estos tratados harán “que Colombia pueda ser UTILIZADO como un canal para ofrecer la experiencia que tiene Israel a otras naciones en esta parte del mundo (...) Tener a un hombre de la importancia del ministro Barak en Colombia nos honra”.

Desde La Brújula del Sur (2) nos preguntamos ¿si tener al responsable actual de la masacre del pueblo palestino es un honor?

En entrevista para este programa radial, Juan Alberto Sánchez Marín, periodista y analista político colombiano afirma que “los israelíes padecen la violencia que ellos mismos generan al pueblo Palestino (...) En su desespero y acorralamiento lanzan al otro lado del muro infame, algún petardo hecho detrás de una puerta y, que el gobierno israelí cobra, dirigiendo misiles hacia los edificios habitados por las familias palestinas”.

Las Farc y la paz

Recientemente se filtró la información de que el Estado colombiano recibiría la colaboración de Estado Unidos a través del envío de generales que combatieron en las guerras de Irak y Afganistán, para guerrear a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -Farc-, justo cuando éstos últimos anunciaron y liberaron a 10 prisioneros de guerra, como señal de paz.

En comunicado, la insurgencia reclama al gobierno de Juan Manuel Santos un diálogo de paz de cara al país, sin mentiras y lejos de significar una rendición o entrega. En el anuncio, firmado por Timoleón Jiménez, líder máximo de la organización guerrillera, las Farc consideraron que un proceso de paz no puede ser secreto ni a espaldas del país y que ha tener como escenario al pueblo.

¿Es acaso Colombia un peligro para América Latina? Para Sánchez Marín “es evidente la relación de Colombia supeditada a los intereses de Estados Unidos (...) También en la relación con Israel. Una relación de vieja data y que expresa ese papel de Colombia a nivel geoestratégico para los intereses corporativos (...) Desde la época de Ehud Olmert se anunciaba la relación sin límites entre Israel y Colombia”.

Los vínculos se basan en el “suministro de armamento permanente”, porque en Colombia “se fabrican fusiles de origen israelí desde los años 90 (...) es como preguntarse con quién está EEUU, con argentina o con los ingleses”, sentencia Sánchez Marín.

“Este país que viene de una guerra muy profunda” nos recuerda el periodista, para quien “la pelota está en el terreno del gobierno colombiano”, porque “las Farc han mostrado algunos hechos como las liberaciones”, pero considera difícil conseguir la paz y no quiere “ser pesimista, pero con tantos beneficiarios de esta guerra”, lo ve complicado.

“No reconocer que este país está en guerra” es un impedimento para “hacer alguna lectura esperanzadora de la situación”, plantea Sánchez Marín.

El pueblo es el que paga

“La guerra está alimentada por unos que no son los que la sufren. La guerra la han atizado terratenientes, militares, políticos, el mismo gobierno, pero los muertos siempre son los campesinos, los jóvenes de los tugurios, los de los falsos positivos, en síntesis, los pobres, los menesterosos (...) Los pobres que si bien tienen votos, que se compran con ladrillos, no tienen voz”.

Caso Pérez Becerra

-No dejamos pasar la oportunidad para revisar la opinión del periodista colombiano sobreel juicio del Estado colombiano en contra del periodista de origen colombiano y nacionalidad sueca Joaquín Pérez Becerra, director de la Agencia de Noticias Nueva Colombia (Anncol).

-Esto es un caso triste y patético de lo que yo llamo montajes judiciales cantados. Como el caso del periodista William Parra, del que recientemente fue reconocido el montaje que se estaba haciendo y le fue levantada la orden de captura (...) El caso de Joaquín Pérez Becerra creo que es una evidencia de la persecución contra la prensa de oposición (...) aquí ha variado la forma de presentar y decir las cosas, pero en esencia es lo mismo que el gobierno anterior”.

-Pero, ¿hay esperanzas para Pérez Becerra?

-Yo no esperaría mucho de un estamento judicial, donde la presión y la evidencia de un montaje judicial cantado es muy claro.

En torno a estas preguntas giró la conversación:

1) ¿Es Colombia una colonia militar, en América Latina, de los poderes fácticos del mundo?
2) Recientemente anunció el gobierno colombiano la colaboración de EEUU y el envío de generales que participaron en las guerras de Afganistán e Irak ¿Es esto un logro para el pueblo colombiano? ¿Así conseguirá la paz el gobierno colombiano?
3) ¿La transferencia tecnológica militar entre Israel y Colombia es la razón por la que Colombia no se manifiesta a favor de Palestina?
4) Las FARC acaban de emitir un comunicado desde Estocolmo pronunciándose sobre los diálogos de paz que exigen al gobierno ¿Quién pretende la paz en Colombia?
5) Ahora comenzó el juicio del Estado colombiano contra el periodista colombo-sueco 
Joaquín Pérez Becerra ¿Cuál cree usted es el futuro de nuestro colega?

----

Para conocer las respuestas completas escuche el AUDIO aquí:

Vínculo a este contenido en  la página de Alba Ciudad:
http://bit.ly/Jbr86R

---

(*) Periodistas intragables

----
Para ampliar las informaciones:

(1) Juan Alberto Sánchez Marín, es periodista y analista político colombiano. Para ampliar sus comentarios, visita su página web: http://juanalbertosm.com

(2) La Brújula del Sur es un programa que se transmite en la emisora del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Alba Ciudad (albaciudad.org, @albaciudad, 96.3 FM) y Radio Rebelde (radiorebelde.info, @radiorebelde915, 91,5 FM), conducido por Ernesto J. Navarro y producido por Indira Carpio Olivo.

sábado, 14 de abril de 2012

Mientras en las cumbres de las Américas los EEUU y Canadá vean al resto del continente como un patio trasero, habrá que buscar otros escenarios

Entrevista del canal internacional iraní HispanTV con el periodista y analista colombiano Juan Alberto Sánchez Marín sobre el tema de la VI Cumbre de las América que se celebra en Cartagena.



Ver video en HispanTV

Observando los acontecimientos y el apoyo unánime de los países latinoamericanos a la inclusión de Cuba en la Cumbre de las Américas,  surge un interrogante: ¿podemos esperar que esta cumbre sea la última sin la presencia de la isla caribeña?

  El analista colombiano se refirió a la importancia de la presión de algunos países de las Américas, cada vez más unánime ese fervor, esa petición, en relación con la presencia de Cuba.

 "Yo creo que lo que acaba de suceder acá en Colombia con la reunión de los cancilleres, donde realmente no se ha podido llegar a un consenso, a una unanimidad, y eso ha impedido la firma del documento final, que se espera que mañana durante la reunión de los presidentes, durante la cumbre expresamente, resulte ese documento, va a ser muy importante por lo menos esa presencia tan fuerte de toda la América en términos de solicitar un nuevo tipo de relación con los Estados Unidos. Como lo expresaba el presidente Morales casi bajándose del avión, y decía que esa es la tesis a preservar, invitar a Cuba a las próximas cumbres.

"Más allá de eso hay unas relaciones muy difíciles de lo que se viene, porque, como lo expresaba también el presidente Correa, las cumbres estas no pueden seguir obviando temas. Y uno de los temas muy importantes ha sido el bloqueo infame contra Cuba, o la colonización acá en nuestras narices de las islas Malvinas, por parte, como lo expresaba el ministro de relaciones exteriores argentino, de un país imperial de otra época.

 "Entonces yo creo que es muy importante que en estas cumbres se planteen este tipo de nuevas relaciones. Y es también a la vez muy difícil que los países como los Estados Unidos acepten estos nuevos términos de juego.

 "Hay que tener muy presente que son un tipo de relaciones que vienen de tiempo atrás, donde países como los Estados Unidos y Canadá han considerado la región como una especie de patio trasero. Y mientras este tipo de relaciones que vienen desde la época de la doctrina Monroe se sigan manteniendo, los espacios de democracia en este tipo de cumbres van a ser muy restringidos, muy difíciles. Pero mientras países como los Estado Unidos y Canadá sigan viendo al resto del continente en estas circunstancias, va a ser muy complicado.

 "Y va a ser muy complicado que los Estados Unidos cambien su actitud porque tienen unos intereses en juego geoestratégicos, económicos, corporativos, que les dificultan cambiar sus actitudes.

  "Entonces yo creo que junto a estas cumbres, vistas como espacios de encuentro muy difíciles, hay que buscar otros escenarios que tiene la región, como el CELAC o como UNASUR, para que los países de la América consoliden esas búsquedas, ese desarrollo, ese encuentro de igual a igual, como en aquellas patrias grandes que alguna vez idearon personajes, próceres como Miranda, San Martín, como Martí o como Bolívar".

miércoles, 11 de abril de 2012

Indigna Ley Lleras 2.0 amenaza el conocimiento libre en Colombia - Intervención del senador Robledo.


El Polo va a demandar la ley Lleras 2.0


Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el debate sobre la nueva ley de derechos de autor, plenaria del Senado, 10 de abril de 2012.


Un espectáculo bochornoso de indignidad. El TLC traerá ruina a la industria y el agro. Se pretende aumentar los tiempos de monopolio. Una ley para favorecer la producción intelectual de los norteamericanos. En TV, la ley reemplaza trabajo nacional por trabajo extranjero. Todo está cargado de veneno para impedir que el internet abra sus inmensas posibilidades. El gobierno pretende resolverlo todo con cárcel y Código Penal. El trámite es inconstitucional.


Bochornoso espectáculo el afán que se vive con este proyecto de ley. Es realmente un acto de indignidad andar tramitando leyes a la carrera para tenerle como una especie de presente al jefe del imperio. Claro que la palabra dignidad poco se utiliza en esta República y particularmente en este gobierno. Pero bueno, los del Polo dejamos la constancia. Espero que el sainete no se repita en Cartagena y se escoja a unos cuantos personajes de origen popular para que le entreguen al presidente Obama en un cojín de terciopelo la norma que hoy se está aprobando.


El afán con el que se está tramitando esta ley también nos va a costar un montón de plata cuando este mismo año, no el 1° de enero del entrante sino este año, en cualquier momento, entre en vigencia el TLC. El Tratado contiene un truco que le va a valer billones de pesos en rebajas de aranceles a la industria y al agro nacionales. El texto del TLC señala que cada 1° de enero se irán reduciendo los aranceles para la industria y el agro y aumentando las importaciones, todo con plazos fijos. Los productos de la Canasta A se arruinan el primer año, porque quedan en cero arancel; los de la Canasta B se arruinan en el quinto año y los de la canasta C se arruinan en el décimo año.


Si el TLC entra en vigencia en agosto, septiembre u octubre, el 1° de enero de 2012 habrá la primer baja de aranceles. Y esto por supuesto será un costoso golpe, porque es de plata de lo que estamos hablando, a los pollos, al maíz, al arroz, a la industria nacional. Luego desde ya dejo expresado mi más absoluto repudio a cualquier idea de que ese TLC, que va a ser tan dañino para Colombia, entre en vigencia en cualquier día de este año. Será un crimen contra la economía nacional.


Este proyecto de ley sobre derechos de autor es parte integral del TLC. Estados Unidos ha dicho que mientras Colombia no adecue su legislación interna a los designios de las trasnacionales norteamericanas, no pondrá en marcha el TLC. Luego aprobar esta ley lo único que hace es acercar el día en que el TLC entre en vigencia y el TLC le va a producir inmensos daños al aparato productivo nacional, aumentará la pobreza y la concentración de la riqueza y desnacionalizará la economía nacional. Nosotros no podemos estar de acuerdo con que esta ley se tramite como se viene haciendo.


Para entender el fondo de esta ley, porque no es tan inocente como nos la han querido presentar, hay que entender primero que el libre comercio, de libre no tiene nada, y segundo, que no es solo comercio. El libre comercio es una especie de ficción para organizar cómo deben ser los negocios entre las grandes trasnacionales del mundo. Y esas trasnacionales lo que necesitan es organizar un mundo en el que de todo haya menos libre comercio.


Y en ese sentido juega un papel fundamental este proyecto de ley que hoy se debate y otro que se va a discutir más tarde, buscando aumentar los tiempos del monopolio por la vía de la propiedad intelectual, en este caso, el copyrigth o derecho de autor, o la propiedad intelectual en el caso de las patentes, como es el caso del acuerdo internacional que también está surtiendo trámite a las volandas en el Congreso. Y eso a lo que apunta es a aumentar los precios de monopolio, los tiempos de precios monopolísticos, es decir, los tiempos de bienes costosos. Aquí, como mucha gracia, se aduce que se trata de defender el derecho de autor de uno u otro cantante, y sí, puede ser. Pero para la sociedad son precios de monopolio, bastantes más altos que si el monopolio no existiera.


Entonces no se puede solo pensar en el derecho individual de quien disfruta del precio del monopolio, sino también en el derecho colectivo de la sociedad a tener acceso a bienes más baratos. Con dos agravantes: primero, por cada colombiano que reclame derechos de autor o propiedad intelectual hay miles y miles de ciudadanos norteamericanos que reclaman el mismo derecho. No seamos tan ingenuos de pensar que en un intercambio tan desigual como lo es el TLC, este tipo de medidas van a favorecer la producción nacional, cuando es evidente que están diseñadas para favorecer la norteamericana, que en todos los campos nos lleva ventajas inconmensurables. Y en segundo término, no es de menor cuantía que el monopolio pase de 50 a 70 años, con el pretexto de que eso rige es para las empresas. Es una de las realidades. Cada vez son menos los autores individualmente considerados que tienen el control de sus derechos de autor y más las empresas, en este caso monopolios y trasnacionales, los que se quedan con ellos, transfiriéndole al autor sumas extremadamente pequeñas. Es así como las empresas se aprovechan de esas circunstancias para su enriquecimiento. Luego no es un asunto menor que se pase de 50 a 70 años unos derechos que por lo demás son bien discutibles en términos filosóficos.


Tampoco es de menor cuantía, como se pretende señalar, que se aumente la posibilidad de que haya más televisión norteamericana, los fines de semana. Cómo va a ser de menor cuantía. Porque es obvio que la tendencia es a que aumente la presencia de la producción extranjera. Y obvio también que se golpea el trabajo nacional cuando se lo reemplaza por trabajo extranjero. Si hay una industria poderosísima en Estados Unidos, no solo con respecto a un país como Colombia sino en el mundo entero, es la industria cinematográfica y de televisión. Un poder apabullante. Abrir entonces la posibilidad de que esa presencia crezca con el cuento de que los colombianos vamos a poder competir porque aquí ya hicimos algún tipo de telenovela es de una ingenuidad mayúscula. Porque la tendencia es a reemplazar trabajo nacional por trabajo extranjero. Estemos seguros de que si así sucede, si este TLC entra por fin en vigencia, eso será lo que van a sufrir los productores de televisión y de cine colombianos.


Tampoco es menor lo que se ha denunciado aquí con el caso del internet. La bien llamada Ley Lleras sigue reflejada en este proyecto de ley. Comparto la idea de que la ley debería llamarse “Ley Lleras 2.0”. No podemos caer en la ingenuidad de pensar que las trasnacionales norteamericanas promueven el monopolio, la exclusión, la ausencia de competencia en todos los aspectos de la vida y que solo para efectos del internet se ponen escrupulosas y ahí sí van a permitir que avance la creatividad de los jóvenes y que se manifiesten las actividades culturales existentes en internet. No. Todo está cargado de veneno para impedir que el internet abra sus inmensas posibilidades.


Que la ley aumente la cárcel para los infractores es a mi juicio otro hecho bochornoso. ¿El gobierno va a resolver todo con cárcel en beneficio de las trasnacionales? Lo que antes eran contravenciones de tipo económico ¿ahora es con cárcel? Las autoridades están llenando las cárceles de pequeños y medianos mineros por atreverse a desafiar el monopolio de las trasnacionales que se han quedado con títulos que cubren el territorio nacional. Y ahora, aquí, nuevamente cárcel y código penal. ¿Qué tiene que ver esto con la democracia, en un país lleno de pobres, de rebuscadores, de gente que se tiene ganar la vida en medio de las condiciones más difíciles? Pero además, esto hace ilegal el trámite del proyecto. Porque aquí todos sabemos que una ley que toque derechos fundamentales e imponga penas de cárcel tiene que ser estatutaria. Y no es así como se está tramitando.


Es ilegal por otra razón. Salta a la vista que la ley se ha debido tramitar por Comisiones Primeras de Cámara y Senado. El artículo 2 de la Ley 3ª de 1992 establece: “La Comisión Primera conocerá (…) de las normas generales de propiedad intelectual”. Y lo que aquí se debate hoy son normas generales de propiedad intelectual. Tengo en mi poder suficientes sentencias de la Corte Constitucional según las cuales una ley no tramitada por la Comisión respectiva queda viciada de raíz. Digamos entonces que todo este afán podrá terminar conduciendo a que la dichosa ley le sea entregada en cojín de terciopelo al presidente Obama en Cartagena, pero estoy seguro de que la Corte Constitucional habrá de tumbarla, porque desde ya anuncio que la vamos a demandar. Porque no puede ser que en el Congreso de Colombia, donde se supone que algo entendemos de estos asuntos, adelantemos un trámite que de acuerdo con la ley, la Constitución y las sentencias de la Corte Constitucional es evidentemente ilegal.


Ley Lleras 2.0: otro acto de indignidad de este gobierno. Plenaria del Senado, 10 de abril de 2012. 
Ver el video en YouTube:  http://bit.ly/HJ0n5R  (11:17 min.)

martes, 10 de abril de 2012

"Carece de sentido que el Gobierno reconozca que existe un conflicto armado interno y niegue que hay prisioneros de guerra"

ENTREVISTA A ENRIQUE SANTIAGO, ABOGADO Y DEFENSOR DE DERECHOS HUMANOS.

Por: Patricia Rivas.

  No es fácil encontrar un hueco en la agenda de Enrique Santiago para una entrevista. Abogado, defensor de derechos humanos y militante de Izquierda Unida, su compromiso con la lucha por la justicia es múltiple. Nos interesa en este momento su dimensión como defensor de derechos humanos y experto en Derecho Internacional Humanitario, comprometido desde siempre en la solidaridad con el pueblo colombiano y en la defensa de las víctimas del genocidio, de los crímenes de Estado, de la persecución y de los montajes judiciales como los que enfrentan en España sus defendidas Remedios García y Leyla Ordóñez. Rebelión no quiso desaprovechar la oportunidad de conversar con él a su regreso del Foro “Colombia Entre Rejas”, que se desarrolló en Bogotá el 26 y 27 de febrero , en un momento en el que se abren posibilidades de diálogo para avanzar en una solución política al conflicto armado interno, gracias a los importantes gestos unilaterales de paz de la insurgencia.


Enrique Santiago junto a Piedad Córdoba, ex Senadora y miembro de Colombianos y Colombianas por la Paz. Ambos comparten empeño en la promoción de escenarios de una solución política al conflicto colombiano y en la defensa de presos políticos y víctimas de montajes judiciales.


Usted formó parte de la delegación internacional que participó en el Foro “Colombia Entre Rejas: En búsqueda de un Camino para la Libertad y la Paz”, que reflexionó en Bogotá sobre la situación de los miles de prisioneros políticos del país y tuvo la oportunidad de visitar algún centro penitenciario para verificar las condiciones de las cárceles colombianas. ¿Qué nos puede decir al respecto?

 En general la situación de los presos en Colombia es una situación de absoluta vulneración de sus derechos fundamentales, y me refiero también a los presos comunes, a los presos sociales. Colombia firmó un acuerdo con el Bureau Federal de Prisiones de los Estados Unidos por el que han importado toda la normativa y todos los métodos de funcionamiento, incluido el modelo de construcción de prisiones. Es un modelo ya de por sí restrictivo, que no cumple los estándares mínimos ni lo que se denominan los principios de las Naciones Unidas sobre el tratamiento de personas privadas de libertad. Para poner un ejemplo, en este nuevo modelo de prisiones, que se denominan ERON (Establecimientos de Reclusión del Orden Nacional), el reglamento penitenciario que se utiliza y se aplica para regular la vida de los internos, y para sancionar, es un reglamento no público, no conocido. Con lo cual, difícilmente los presos pueden saber la normativa e imposible que sus abogados defensores puedan recurrir en condiciones cuando son sancionados.

 Al margen de eso, el modelo de cárceles es muy limitado, invivible, que además limita el contacto con los familiares, con las visitas, con los propios abogados.

 En cuanto a la situación específica de los presos políticos, se observa una clara discriminación en el trato hacia éstos. Discriminación que va desde la negación de servicios fundamentales que debe tener cualquier persona interna, como es la propia alimentación suficiente, o el acceso a agua potable. Hay prisiones con una temperatura media de 30 a 40 ºC, donde se corta sistemáticamente el agua corriente; hay una negación sistemática del tratamiento médico. Cuando se da tratamiento médico a los presos no se les informa de los resultados de las pruebas. Se obvia el traslado a centros hospitalarios cuando necesitan alguna atención que no se pueda dar en el propio centro penitenciario. En la prisión que yo visité la enfermería no tenía absolutamente ningún medio, más allá de tres camillas: no había ni medios para curas, ni medios para tratamientos, ni, por supuesto, rayos X, ni médicos. Eso es lo primero que no había.

 Y se aplica una política sistemática de dificultar el acceso a las visitas familiares, los contactos personales con las parejas, un trato sumamente despectivo especialmente a los hijos de los internos, y miles de dificultades a los abogados.

 Además hay algo muy grave que la comunidad internacional desconoce, y es que existe una reforma al sistema penitenciario aplicada por el Gobierno de Álvaro Uribe que posibilita el cumplimiento efectivo de penas hasta de 60 años. Eso es, de facto, el establecimiento de prisión perpetua, de cadena perpetua escondida, disimulada bajo un período largo de condena. Cualquier pena que sea superior a 30 años ya entra en los estándares, según Naciones Unidas, de penas inhumanas, crueles o degradantes, equivalentes a la cadena perpetua y equivalentes a tortura.


¿De cuántos presos políticos puede hablarse en Colombia y a qué situaciones responden?

 Según los datos de los organismos que atienden a los presos políticos, estaríamos hablando aproximadamente de entre 7.500 y 8.000 presos políticos en general, y dentro de estos deberíamos separar varias categorías:

 -Una primera categoría de prisioneros de guerra, estrictamente, conforme a la III Convención de Ginebra, es decir, miembros de organizaciones insurgentes, rebeldes que han sido hechos prisioneros en actos de combate, tanto de las FARC como del ELN. Conforme a los datos a los que nosotros pudimos acceder, nos darían en torno a entre 700 y 800 prisioneros de guerra, a los que no se les respeta el estatus diferenciado que establece la III Convención de Ginebra y los Protocolos adicionales, que están recluidos en los mismos centros penitenciarios, bajo el mismo régimen penitenciario y además sometidos a procedimientos penales, cuando lo primero que prohíbe la Convención de Ginebra es que a los prisioneros de guerra se les someta a procedimientos penales, por el mero hecho de alzarse en armas. Se les podrá someter a procedimientos penales, como a cualquier otra persona, por haber cometido algún tipo de delito no relacionado con su alzamiento en armas.

 -Otra categoría serían los prisioneros de conciencia, que son fundamentalmente dirigentes sociales, dirigentes sindicales, defensores de derechos humanos, activistas de colectivos políticos.

 -Y una tercera categoría, que serían las víctimas de montajes judiciales, donde también podemos separar entre aquellos que ya tienen una condena firme en procedimientos fraudulentos, donde se han utilizado declaraciones de testigos falsos, etc.

 Y luego el abuso de la prisión preventiva, como se denomina en España, y que en Colombia se conoce como la situación de sindicación. Está comenzando a convertirse en práctica habitual la sindicación de dirigentes sociales, dirigentes sindicales, defensores de derechos humanos o líderes políticos, hasta el agotamiento del período máximo de prisión preventiva, que alcanza hasta los 4 años. Y en la inmensa mayoría de los casos, estos dirigentes, una vez agotado ese período, son puestos en libertad por vencimiento de términos y, en muchos casos, ni siquiera continua el procedimiento. En otros casos continúa el procedimiento y siguen siendo criminalizados.

 Lo que se acredita es que, en primer lugar, existen presos políticos, que existe un colectivo demasiado numeroso. Que existe un número importante de prisioneros de guerra. Que la comunidad internacional desconoce esta realidad y que, por lo tanto, es imprescindible empezar a ponerlo en la agenda internacional. Máxime en un momento en que la insurgencia colombiana está cada vez más ateniéndose y cumpliendo estrictamente lo que se establece precisamente en las Convenciones de Ginebra respecto a los prisioneros de guerra. Concretamente, ya llevan dos años realizando, no intercambios humanitarios, porque el gobierno se niega, sino liberaciones unilaterales, y sin ninguna contraprestación política o en orden a la liberación de los prisioneros de la insurgencia en poder del Estado. En esta coyuntura es todavía más necesario que la comunidad internacional sea consciente de esta situación y que de alguna manera alce su voz, para plantearle al Gobierno colombiano una exigencia de que tiene que corresponder los gestos que está haciendo la insurgencia y que, si no quiere corresponder, al menos tiene que ser muy respetuoso, porque es un Estado miembro de las Naciones Unidas, y cumplir los estándares mínimos del tratamiento de los prisioneros en general, de los prisioneros políticos en particular, y, sobre todo, a los prisioneros de guerra, que deben ser tratados como tales.


Se da la circunstancia de que durante el encuentro las FARC anuncian precisamente que van a liberar a todos los prisioneros de guerra, los miembros de la fuerza pública en su poder, que los medios colombianos oficialistas califican de “secuestrados”, pero no se habla nunca de los secuestrados del Estado en este caso, de los presos de la guerrilla. ¿Qué importancia tienen estos presos y la posibilidad de que se realice un intercambio humanitario para abrir una vía negociada al conflicto armado?

 Lo que ha quedado demostrado desde que se iniciaron las liberaciones unilaterales y el intercambio epistolar entre Colombianos por la Paz y las distintas organizaciones insurgentes sobre cuestiones relativas a la humanización del conflicto es que el Estado no tiene ninguna intención de dar ningún paso que facilite la liberación de los miembros de la Fuerza Pública en poder de la insurgencia, al igual que no ha dado ningún paso, una vez que éstos han sido puestos en libertad unilateralmente, para lograr una mínima atención a estas personas. La inmensa mayoría de los liberados, pasado el primer momento, en el que han sido utilizados mediáticamente y propagandísticamente por las autoridades colombianas, han acabado marginados de las Fuerzas Armadas, marginados de la Policía, y en una situación de exclusión social que deriva en marginalidad social, con graves problemas médicos y psiquiátricos que no están siendo atendidos, e incluso han proliferado los casos de suicidio.

 La última llamada “operación fallida de rescate” pone de manifiesto cuál es la intención del Estado, que es utilizar a sus prisioneros en poder de la insurgencia, prisioneros del Ejército y de la Policía, como rehenes políticos para incrementar su campaña de desprestigio de la insurgencia y de reducción del problema político y del conflicto armado interno en Colombia a un problema de orden público. Que después de diez o doce años de estar en poder de la insurgencia estos prisioneros de guerra, justamente cuando van a ser trasladados al lugar donde van a ser liberados, justamente cuando ya se había anunciado la liberación unilateral de ellos, se produjera el asalto militar a sangre y fuego, que acabó con la ejecución de estas personas –y todavía no se ha aclarado quiénes realmente fueron los responsables de estas ejecuciones- pone de manifiesto el poco valor que la vida de estas personas tiene para el Estado colombiano. Algo que, por otra parte, viene desde hace tiempo denunciando no solamente la oposición política, no solamente las organizaciones humanitarias como puede ser Colombianos por la Paz, sino las propias organizaciones de familiares de militares y policías en poder de la insurgencia. ASFAMIPAZ ya viene desde hace tiempo denunciando esa actitud del Estado de utilización de estas personas como rehenes propagandísticos.

 Y llama además poderosamente la atención cómo ahora que las FARC han anunciado no solamente la liberación de todos los prisioneros de guerra en su poder, prisioneros hechos en combate de miembros de la Fuerza Pública, ya sean militares o policías, sino que además han anunciado la derogación de lo que ellos denominaban la “Ley 2”, que posibilitaba la retención de civiles con fines económicos, no deja de llamar la atención que entonces, por parte de instituciones vinculadas a las autoridades del Estado, hayan sacado a relucir cifras no acreditadas y además no ratificadas ni siquiera por el propio Estado, de que habría “miles” de secuestrados o retenidos con fines económicos en poder de la insurgencia, cuando, desde luego, estos datos no son reconocidos por la insurgencia ni por ningún otro organismo humanitario, ONGS, instancias internacionales u organismos multilaterales, como pueda ser la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Colombia. Con lo cual, hay una clara utilización política, y fruto de eso ha sido la torpe posición del Gobierno colombiano.

 El pronunciamiento de las FARC del pasado 27 de febrero supone un anuncio de enorme envergadura: se anunciaba la liberación de todos los militares y policías en poder de las FARC; se anunciaba el fin de las retenciones con fines económicos; se anunciaba también la entrega de estos militares a las asociaciones de familiares, y además también se anunciaba –que eso quizás ha pasado más inadvertido, pero en el mismo comunicado consta y es un elemento muy importante- la voluntad de avanzar en aplicar acuerdos de humanización del conflicto y de aplicación del DIH.

 La contestación del Gobierno no ha podido ser más lamentable: quitándole importancia a todos estos reconocimientos, cuando por parte de las autoridades no se produce ningún tipo de compromiso en el mismo sentido. Es decir, claramente los pasos que está dando la insurgencia los da de forma unilateral y sin pretender alcanzar ningún tipo de ventaja porque, en principio, el Estado no está ni siquiera dispuesto a reconocer la necesidad de abrir una negociación política, al margen de que, posteriormente, o por debajo de la mesa, puedan estar ya avanzándose algunos encuentros. Habrá que ir viendo.


Una diferencia importante del Gobierno de Santos con respecto a Uribe, por lo menos en las palabras, fue que empezó reconociendo la existencia de un conflicto armado en el país, cosa que Uribe había negado durante años. ¿Se abre la posibilidad de un diálogo político, no solamente en base a los gestos de la insurgencia, sino a las declaraciones del Gobierno y a sus actos en el terreno, que también son muy elocuentes?

 Esta es una de las grandes contradicciones del conflicto armado colombiano. En la práctica, la propia legislación colombiana, la jurisprudencia viene reconociendo la existencia de este conflicto, al menos desde los años 80. La propia constitucionalización en el Bloque de Constitucionalidad del Derecho Internacional Humanitario en la Constitución de 1991 también reconoce la existencia de ese conflicto armado interno, y recientemente, a pesar de que continúa la campaña propagandística del Gobierno Santos que pretende reducir el problema de Colombia a un mero problema de orden público, de lucha contra el “terrorismo”, lo cierto es que la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras en su artículo 3 dice taxativamente y negro sobre blanco que en Colombia se padece un conflicto armado interno.

 Si se padece un conflicto armado interno reconocido legalmente, es obvio que son de aplicación las convenciones de Ginebra y lo que carece de sentido alguno es que el Gobierno, a estas alturas, tras reconocer y escribir en una ley que existe un conflicto armado interno, se niegue a reconocer la existencia de prisioneros de guerra. Sería el único caso en el mundo donde existe un conflicto armado interno sin que haya prisioneros de guerra; es un caso absolutamente paradójico en sí mismo. No puede ser.

El escenario militar además se le ha puesto muy en contra al Gobierno, porque la insurgencia ha sabido, como siempre, recomponer sus estrategias, después de los golpes recibidos contra sus dirigentes, para no solamente mantener sus posiciones sino que incluso están otra vez en muchas zonas del país tomando la iniciativa. Con lo cual, se pone de manifiesto, como viene ocurriendo desde los años 60 que es un conflicto que militarmente no puede ganar ninguna de las partes. Y en un momento en el que, por mucho que se empeñe el Gobierno colombiano, lo cierto es que los indicadores de inequidad en Colombia cada vez son más elevados, la falta de reparto equitativo de la riqueza es una constante, el Gobierno colombiano necesita para atraer inversores extranjeros –que ahora mismo es una de sus prioridades, con la previsión por parte del Gobierno colombiano de que entre en vigor el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y el TLC con la Unión Europea, y eso pueda atraer inversiones extranjeras- es imprescindible, si no solucionar políticamente el conflicto, ya que no existe una solución militar, al menos abrir un escenario de negociación que permita bajarle la intensidad al conflicto y alcanzar acuerdos de humanización del mismo, para que los padecimientos sean inferiores y no disuadan a posibles inversores para que lleguen a Colombia.

 Yo creo que ese escenario y los pronunciamientos reiterados desde hace más de año y medio, tanto de las FARC como del ELN, de acatamiento del Derecho Internacional Humanitario, de búsqueda de mecanismos para pactar con el Estado la aplicación del Derecho Internacional Humanitario, pone de manifiesto que hay, desde luego, acercamientos entre ambas partes, que probablemente hay un canal permanente abierto de comunicaciones, y que los esfuerzos de organizaciones como Colombianas y Colombianos por la Paz están dando sus frutos, sensibilizando a la opinión pública colombiana sobre la necesidad de avanzar en este tipo de procesos.

 El Gobierno colombiano los podrá demorar más o menos. De alguna forma, es rehén de las propias políticas internacionales que ha venido realizando. En este momento, la inclusión de las FARC y del ELN en la lista de organizaciones terroristas en la Unión Europea o en los Estados Unidos no facilita precisamente la capacidad de maniobra política del Gobierno colombiano, se la dificulta. Están siendo víctimas de sus propios errores de criminalización de la contestación social, cuando además el resultado de esta política de criminalización de los opositores al Gobierno, en el plano estrictamente penal tampoco les ha dado grandísimos resultados, sino todo lo contrario. Recordemos el caso del profesor Miguel Ángel Beltrán, que después de ser extraditado de la forma en que fue extraditado, ha tenido que ser puesto en libertad; el caso de Liliany Obando; los casos que hay en España, tanto el caso de Remedios García como el de Leyla Ordóñez, con procedimientos judiciales absolutamente paralizados, donde ni la Fiscalía española ni la colombiana saben qué hacer para conseguir un enjuiciamiento en el caso de Remedios o llegar a la vista de extradición en el caso de Leyla, y, sin embargo, lo único que queda son las consecuencias negativas políticas para el propio Gobierno, que se encuentra, en cierta medida, con las manos atadas para abrir públicamente un proceso de contactos y de conversaciones.


Mientras se abre quizá ese escenario de diálogo, asistimos con cierta frecuencia a noticias de bombardeos de poblaciones, a combates en entornos de población civil. ¿Cuál es la política sobre los hechos en el día a día del Gobierno colombiano?

 En un conflicto, evidentemente, todas las partes tienen un alto riesgo de excederse en la utilización de los métodos de guerra y por lo tanto cometer ilícitos internacionales. La línea divisoria que hay que tener muy en cuenta, es cuándo la comisión de esos ilícitos se realiza por exceso y de forma ocasional o esporádica, o cuando la realización de esos ilícitos responde a un plan criminal preestablecido, y se utiliza esa comisión de crímenes de guerra o de crímenes contra la humanidad como parte de la estrategia armada en el conflicto. Las estadísticas elaboradas por organismos internacionales, tanto por la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de Naciones Unidas en Colombia tanto por organismos independientes que velan por la observación de los derechos humanos, por ejemplo el Banco de Datos del CINEP, vinculado a la Iglesia o cualquier otra organización, como puedan ser las pertenecientes a la Plataforma Iberoamericana de Derechos Humanos o a la Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, todas ponen de manifiesto que prácticamente el 80 por ciento de las violaciones de los derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario que se cometen en el marco del conflicto armado interno colombiano son atribuibles, bien directamente al Estado colombiano y a sus fuerzas policiales o militares, o a los paramilitares que coadyuvan a la acción del Estado. Las estadísticas hablan de en torno a un 5 a un 7 por ciento de ilícitos, de vulneraciones que no se pueden atribuir a nadie y apenas un 12 o un 13 por ciento de esas violaciones se atribuyen a las organizaciones insurgentes. Las propias declaraciones de las organizaciones insurgentes lo que ponen de manifiesto es que no hay una política deliberada, ni mucho menos, de cometer ilícitos internacionales.

 A esto se añaden los escándalos de los llamados “falsos positivos” o ejecuciones extrajudiciales perpetradas por la Fuerza Pública de miles de civiles de los sectores más desprotegidos de la población, a los que luego se presentaba como guerrilleros abatidos en combate, a cambio de permisos, ascensos o retribuciones económicas. Ya se han constatado y documentado más de tres mil casos hasta el año 2009.

 Otros escándalos además que potencian la impunidad son derivados del tratamiento penal diferenciado que se da a los miembros de la Fuerza Pública o a los propios paramilitares responsables de estos hechos. La Ley de Justicia y Paz se ha convertido en un gran sistema de absoluta impunidad, reconocido además que no está siendo eficaz por la estructura de observación de la OEA, y ahora mismo se quiere recuperar de alguna forma el fuero militar, pero sin la existencia del fuero militar, es decir, de un fuero especial: que sean los propios militares los que enjuicien las violaciones del Derecho Internacional Humanitario o de los derechos humanos cometidas por miembros de la Fuerza Pública, lo cierto es que escándalos como el del Tolemaida Resort ponen de manifiesto cuáles son las penas que cumplen los pocos miembros de la Fuerza Pública que son condenados por vulneración de los derechos humanos: un tratamiento más propio de hoteles, con todo tipo de lujos y beneficios a su servicio. 

Esto contrasta poderosamente con la voluntad y el compromiso de la insurgencia de cumplir el Derecho Internacional Humanitario. A menos desde mediados del año 2011, son numerosos los pronunciamientos tanto del ELN como de las FARC en ese sentido, y llama también la atención el interés del Gobierno colombiano de acabar con los dirigentes de la insurgencia que más han venido significándose en los intentos de alcanzar salidas políticas al conflicto, de abrir negociaciones o incluso de alcanzar acuerdos parciales de humanización del conflicto y de protección a la población civil. 

Además de eso, el Estado colombiano está utilizando armas y métodos de combate absolutamente prohibidos por el Derecho Internacional. Empezando por el uso desproporcionado de la fuerza. Esto de los bombardeos sistemáticos de objetivos individuales sin importar el riesgo que eso supone para la población civil de la zona; bombardeos sistemáticos donde se llegan a utilizar hasta cientos de bombas de más de media tonelada en una sola operación; o, con la excusa de fumigar, el uso de armas químicas, el glifosato especialmente, que acaba envenando los acuíferos, los cultivos, provocando enfermedades, malformaciones congénitas, abortos entre la población civil… Son armas que no discriminan lo más mínimo. O incluso el abandono de munición, después de las operaciones militares, que se acaba convirtiendo también en sistemas de vulneración del principio de distinción que obliga a proteger a la población civil en un conflicto armado interno.

 Que se pretenda exigir un cumplimiento estricto el DIH a la insurgencia y que la insurgencia incluso esté dispuesta a abordar ese cumplimiento estricto, cuando se trata de organizaciones con mucha menor capacidad operativa y recursos, y que, sin embargo, el Ejército colombiano o las fuerzas policiales, que son las Fuerzas Armadas más grandes de Latinoamérica, con mayor número de efectivos, y sin embargo no se les exija el fin de la utilización de armas prohibidas o de métodos de combate prohibidos por el Derecho Internacional, pone de manifiesto la permisividad por parte de la comunidad internacional con estos ilícitos cometidos sistemáticamente por las Fuerzas Armadas colombianas. Esto, de alguna forma, da patente de corso para garantizar un sentimiento de impunidad que lleva a una espiral de incremento de las violaciones del Derecho Internacional Humanitario y de las violaciones de los derechos humanos.


Hablando de la comunidad internacional, ¿cómo puede valorarse el papel de la Unión Europea y en especial del Gobierno español, que ha comprometido su apoyo a la candidatura del Vicepresidente colombiano a dirigir la Organización Internacional del Trabajo la misma semana que Naciones Unidas y la CIDH han manifestado que en Colombia no hay garantías para la integridad de los defensores de derechos humanos y de los sindicalistas?

 Bueno, el Gobierno español es un caso aparte en Europa. Tanto el Gobierno anterior del PSOE como el actual del PP. Es un Gobierno al margen de las posiciones de los diferentes gobiernos europeos, incluidos gobiernos de derecha, como el del conservador Presidente francés Sarkozy, que han tenido una posición más neutral y más predispuesta a facilitar soluciones de tipo político al conflicto colombiano. No tiene una explicación lógica, porque desde luego, en el terreno estrictamente diplomático el Gobierno español está ya pagando un alto coste por ese posicionamiento y lo va a seguir pagando. El primer alto coste es que ha perdido ya la capacidad de interlocución con la insurgencia, con lo cual España está ahora mismo descalificado dentro de lo que se llamaba el Grupo de Países Amigos para mediar o para facilitar cualquier tipo de acuerdo humanitario o cualquier tipo de proceso de paz en Colombia. Considerando que España es de los dos primeros inversores extranjeros en Colombia, es una posición realmente torpe la que ha venido manteniendo la diplomacia española al respecto, así como su falta de compromiso con la protección efectiva de las víctimas de la violación de derechos humanos.

 Las políticas de facilitar de alguna forma el reconocimiento y el blanqueo de las actuaciones de Álvaro Uribe en toda Europa y, posteriormente, sus intentos de darle una pátina de democratización al régimen con el presidente Santos, pone de manifiesto estas serias limitaciones, que ya son criticadas incluso en círculos diplomáticos por toda la comunidad internacional como una muestra de absoluta torpeza.

 Ahora mismo, el aval a Angelino Garzón que acaba de realizar el Gobierno español para su candidatura a la dirección de la OIT, es un aval que nace envenenado. La verdad es que Angelino Garzón tiene escasísimas posibilidades de llegar a la Dirección General. Sería el fin de la OIT. Que a la Dirección General llegara el representante propuesto por el país que más sindicalistas tiene asesinados en el mundo, acabaría con la propia Organización Internacional del Trabajo.

 Entonces, que el Gobierno español haya llegado a tal nivel de anulación de su papel de intermediación y de interlocución política en el conflicto colombiano, lo que nos lleva a pensar es que hay una excesiva supeditación a los intereses de los Estados Unidos, olvidando y obviando el papel histórico que siempre ha jugado España en Latinoamérica. Y desgraciadamente está perdiendo esa capacidad de interlocución por una posición sumamente ideológica, conservadora y de connivencia con un régimen que está vulnerando sistemáticamente los derechos humanos y que, tarde o temprano, acabará además ante la Corte Penal Internacional.


Hay un elemento preocupante en este mes también, que es toda la operación de represión que se ha llevado a cabo contra los pescadores y campesinos que están protestando contra el megaproyecto de desviar el Quimbo, en el Magdalena, un megaproyecto detrás del cual está la multinacional española Endesa y donde la fuerza pública colombiana ha actuado como defensor de los intereses de la multinacional española, excediéndose además brutalmente en el uso de la fuerza.

Desgraciadamente, con el escenario de la entrada en vigor de los tratados de libre comercio, si es que llegan a entrar en vigor, que todo parece indicar que así va a ser, hay una reacomodación en el escenario internacional respecto al conflicto armado interno colombiano. Ahora mismo la prioridad es que cada país –y, especialmente, España- coloque en una posición ventajosa a sus multinacionales, siendo además muy conscientes de que esa posición ventajosa solamente es posible en detrimento de los intereses de la población, del medio ambiente colombiano y en base a un expolio sistemático de las riquezas.

 Hay ahora mismo una coincidencia absoluta por parte de todas las organizaciones defensoras de los derechos humanos en Colombia en que, aprovechando el cambio de estrategia de la guerrilla y la necesidad de elaborar un nuevo plan estratégico por parte de las Fuerzas Armadas, este plan estratégico que ya se está poniendo en práctica tiene como principal objetivo en este momento garantizar no solamente la entrada de las multinacionales de extracción de recursos (mineros, agrocombustibles, acuíferos) sino además garantizar el desplazamiento de la población de los territorios que va a explotar y blindar de alguna forma la actividad de estas empresas, de sus técnicos y de sus trabajadores, que en muchos casos además los territorios que albergan más riquezas naturales y que hasta este momento han sido menos explotados coinciden con territorios históricos, bien de presencia indígena (resguardos) o bien de presencia guerrillera. Ese nuevo escenario militar tiene que ver con eso: con un combate a la insurgencia y con un desplazamiento de la población indígena y campesina para garantizar la penetración y el mantenimiento de las multinacionales extractivas de recursos naturales. Ese es un nuevo papel del Ejército, que se pone al servicio de intereses foráneos, de intereses económicos multinacionales y que no tiene ningún problema en ponerse al servicio de esos intereses, incluso en perjuicio de la propia población civil, los habitantes de esos territorios, y además vaciando absolutamente las riquezas colombianas.

 De alguna forma, la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio va a determinar la reorganización de las fuerzas militares colombianas en el marco del conflicto armado interno.


Teniendo en cuenta que las empresas españolas tienen mucho que decir en cómo se distribuyen los fondos de la llamada Cooperación al Desarrollo, ¿cuál es el papel que les queda a las ONGs de cooperación españolas y europeas, en ese marco?

 Escasísimo, porque además, antes de que se anunciara el recorte de los fondos de cooperación, ya con el anterior Gobierno, nuevamente, y luego continuado por supuesto con el Gobierno actual, comenzó una nueva estrategia de elaboración de planes estratégicos de cooperación en cada país, y en el caso de Colombia el peso fundamental del último plan estratégico ya por primera vez no recayó en las ONGs sino en las propias empresas multinacionales españolas. Es sorprendente que la Cooperación Española convocara a elaborar ese plan estratégico de cooperación a las compañías multinacionales españolas con presencia en Colombia y la propuesta que ellas realizaron fue el que posteriormente se presentó, para su conocimiento (no para su aprobación) a las organizaciones de cooperación españolas que ya estaban presentes en Colombia, lo cual causó, además de sorpresa, una importante condena por supuesto en estas organizaciones.

 Es decir, la cooperación española, al menos en Colombia –y probablemente es una tendencia que se consolidará en otros países- va a ser una cooperación al servicio de la actuación de las empresas españolas, que de alguna forma va a ir dándoles cobertura e intentando blanquear y suavizar ante la población afectada por sus desmanes, sus actividades económicas. Los recursos económicos de cooperación no se van a aplicar a cumplir los objetivos del milenio o a acabar con problemas de desigualdad, sino, de alguna forma, a callar la boca de las poblaciones afectadas por los desmanes y por los destrozos ecológicos, sociales y económicos perpetrados por las multinacionales españolas. Y todo ello, además, de forma gratuita para las multinacionales, porque se va a hacer con los pocos fondos públicos que se van a destinar a cooperación, lo cual es realmente escandaloso.


Usted lleva muchos años trabajando en la solidaridad y en la defensa de los derechos humanos en Colombia, de los refugiados colombianos, y me gustaría tener su valoración de este momento político y social que vive Colombia, donde ya son muchos los meses de movilizaciones de la población colombiana, ganan fuerza los escenarios de articulación del movimiento popular, y donde la guerrilla está haciendo gestos muy importantes.

Es un momento muy interesante en Colombia, porque además hay un hartazgo de la población civil respecto a las promesas sobre todo de los ocho años del Gobierno de “Seguridad Democrática”, las promesas de bienestar, paz y prosperidad que iba a alcanzar Colombia. Los sacrificios de la población no solamente no han acercado esa situación de bienestar, sino que la están alejando. La protesta social se generaliza y se multiplica; ha habido claros intentos de desarticular la izquierda política cada vez que esa brecha social se ha ido acrecentando y, probablemente, una de las claves por las cuales el Gobierno y la oligarquía colombiana y buena parte de la comunidad internacional ponen multitud de dificultades a avanzar en un proceso de solución política del conflicto es que saben que el resultado de esa solución política del conflicto sería la articulación de un amplio movimiento de izquierdas capaz de disputar democráticamente la hegemonía política a los partidos tradicionales. Un escenario parecido a lo que ocurrió en los años 80 y 90 con la Unión Patriótica y que acabó, como conocemos, con su exterminio.

 Si el movimiento popular colombiano es capaz de vencer esa dinámica; la insurgencia es capaz de forzar al Estado a sentarse a negociar y además por primera vez en muchos años, con esa voluntad que han venido manifestando en la insurgencia colombiana, las FARC y el ELN, de converger políticamente tanto en una negociación con el Estado como en posteriores procesos políticos.

 Todo eso sumado a la importante reorganización de los movimientos sociales, combativos, en la calle, y al movimiento que hay incluso en partidos políticos tradicionales, con surgimiento de disensos internos importantes en el seno del Partido Liberal, o la reorganización de las fuerzas de izquierda en torno al Polo Democrático Alternativo, el escenario es difícil pero muy posible, de articulación de un nuevo movimiento político, democrático, que engarce bien con los cambios que está habiendo en toda América Latina bajo la denominación del bolivarianismo.

 Las expectativas son buenas y todos los esfuerzos que el Gobierno colombiano hace para que fracasen las conversaciones de paz deben convertirse en esfuerzos por parte de la insurgencia y la izquierda colombiana para garantizar procesos de paz que hagan viable ese proceso y no sólo disputen, sino que conquisten la hegemonía política, para abrir caminos a la izquierda en Colombia desde el Gobierno.


Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
UA-24891582-1