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BELDADES Y MENTIRAS DE GADAFI

Rodeado de sus beldades, vocifera, desafía, miente. Y la voz telúrica en la tribuna es el canto del cisne.

COLOMBIA: UN PAÍS MINADO POR EL DESPOJO MINERO

En un país en donde nunca estamos sentados a la mesa ni para lo nuestro, no hay otra opción: Terminamos haciendo parte del menú.

REMESAS Y POBREZA EN COLOMBIA: UNA RELACIÓN EVIDENTE

Según previsiones actuales, se recuperarán niveles anteriores de remesas desde el extranjero sólo a partir de 2012 o 2013.

COLOMBIA AFRONTA EL CRECIMIENTO DEL PARAMILITARISMO

La estructura del paramilitarismo se redujo en algunas regiones del país, pero en otras permaneció intacta o hasta creció. .

ENFERMEDADES 'LEVES' QUE MATAN EN COLOMBIA

Los pacientes con diagnóstico de alguna enfermedad prevenible terminan en una gran tragedia personal y familiar, requiriendo cuidados médicos que las entidades designadas no prestan efectivamente.

domingo, 27 de mayo de 2012

Periodismo en tiempo de balas

Por: Juan Alberto Sánchez Marín.


La única forma de comunicación adecuada, desde la perspectiva del poder, es la propagandística. En tal sentido, el periodismo bueno es aquel que es útil a los intereses de quien lo juzga o califica. La radio refuerza lo dicho por la televisión. Los portales de los medios masivos y sus derivaciones lo complementan. Los medios impresos hacen eco de lo mismo y le añaden nuevos matices. Todos hablan de lo mismo, todos entrevistan al mismo y casi a la misma vez. La verdad deja de tener algo que ver con la honestidad o la sinceridad, y no es un acuerdo social sobre la realidad y sus hechos: La verdad se acomoda en salas de redacción, pero antes se configuró en una oficina burocrática o en una pomposa gerencia. El periodista en contravía es negado. El medio lo descarta, la sociedad lo desaprueba y condena. Los actores de la guerra le endilgan las culpas a conveniencia.


El poder, entre otras, tiene dos cosas claras: que los vencedores son quienes cuentan la historia y que si la historia no existe hay que inventarla al amaño o moldearla según se le de la gana. Y algo más: que buena parte de la historia, hoy en día, la asumen los medios, los periodistas, por abrogación, implantación, cesión, irrupción, en fin.


O al menos, que tal versión es la que principalmente va quedando retenida en los dispositivos de almacenamiento masivo. Una memoria de la humanidad que ya no está en las “Casas de la Vida” (1) de Tebas o Karnak, ni en Alejandría, sino en caldeados servidores en los Estados Unidos.


Llevamos 25 siglos creyendo, como Herodoto, que los griegos eran los civilizados y los persas los bárbaros, sólo porque quienes vencieron en las Guerras Médicas fueron los primeros. Herodoto, que era cario, pero siempre se creyó griego. Como nosotros, que no nos tenemos por bárbaros, aunque sabemos muy bien que, al menos según la consideración de la cultura hegemónica, tampoco somos los civilizados.


África es salvaje desde aquellos días de los Atlantes, condenados en la descripción de Plinio el Viejo a ser vistos como “una degeneración de las costumbres humanas” (2). ¿Quiénes serían Atila o Alarico, o los hunos y los vándalos, despojados de la leyenda negra fraguada desde la estrecha dicotomía de bárbaros y civilizados de los romanos? Es muy probable que entonces esa visión de seres brutales la mutáramos por la de libertadores, porque así de leves y aleves son también nuestras convicciones acerca de los personajes históricos.


A Occidente nos llegó de ellos la narración del mundo y así lo concebimos todavía: grecorromanamente. Lo cual no es malo, sino malísimo, por lo que tiene de sesgado y excluyente. Pero, peor aún: La visión llegó trajinada y cansada, sin la curiosidad de Herodoto, el “Padre de la Historia”, y sin el enciclopedismo de Plinio el Viejo.


Llegó el poder a nosotros, en cambio, lo mismo de arisco y asustadizo: En Washington o Bogotá, al modo de Atenas o Roma, los buenos conquistadores nunca dejan de estar nerviosos ni de curarse en salud de la mejor manera que pueden, que es el peor padecimiento para el resto de los mortales, a quienes unos pocos nos cuentan lo que nos pasa e incluso nos indican lo que somos.


Otro Plinio (Apuleyo Mendoza) y otros arrogados “padres de la histeria”, como Carlos Alberto Montaner, Enrique Krauze, Andrés Oppenheimer, Álvaro Vargas Llosa, Moisés Naím, hasta Jaime Bayly, o, en Colombia, Alfredo Rangel, Rafael Nieto, María Isabel Rueda, Salud Hernández, José Obdulio Gaviria, Fernando Londoño, Francisco Santos y un largo etcétera, ejecutan la tarea de acuñar matrices, desnaturalizar hechos y desviar la atención en nuestra historia reciente.


Son periodistas sin sentido del contenido social del oficio u oficiantes sin sentido del quehacer profesional, lo cual es lo mismo, pero sí de una firme y definida militancia en torno a los principios de la autoridad, una proyección condescendiente y disfrazada de los valores del imperio y del dominio a los cuales sirven.


Ellos siguen negándose a ver en los contrarios otra cosa que no sean degeneraciones de las costumbres humanas. Y rehuyendo también a aceptar que todo idiota útil nunca deja de ser un contrario. Un pistón del engranaje mayor. Vean si no lo que le pasó a Londoño. Uno de los más detestables mejores ejemplos.


Sus cómplices e interesadas interpretaciones de lo que acontece son registradas por los medios como si fuera la realidad que vivimos y la historia que deviene.


El poder los utiliza para describir el mundo a sus pies, funcional y obsecuente, y ellos se usan a sí mismos para interpretarse e interpretarnos como una comprometida parte de él. Alguno de ellos podría serlo en verdad, ninguno de nosotros lo es.



LO MOLESTO: LO MALO



En una sociedad en la que el ayer se desdibuja en el recuerdo y ni siquiera se le relega a la anécdota, y donde el mañana sólo se vislumbra desde lo noticioso, el presente se relata como una manera de afianzar lo que se es y lo que no. Y las diversas fuerzas encontradas procuran que la historia se vuelva una puesta en escena ante el ojo de la cámara o unas líneas bien memorizadas frente al micrófono.



Los gobiernos prometen y las instituciones aparentan hacer algo, cualquier cosa. Las corporaciones son empresas altruistas. Los banqueros apoyan proyectos sociales y le prestan al pobre. El devoto actúa de manera desinteresada y pone cara de tal. El poder es noble.


Si el mundo no marcha, tienen la culpa el indio, el negro, el homosexual, el pobretón, el guerrillero, el invierno, el verano, la crisis mundial. O el correveidile, que es el periodista contando, publicando, fotografiando lo que puede que todo el mundo quiera saber, pero que a los centros del poder casi nunca conviene.


Hacer periodismo puede ser igual de vedado y aventurado en China, país al que se le endilgan tantos males al respecto, como en los Estados Unidos, que se precian de lo contrario justamente para disimular que el asunto es idéntico. Corrijo: mucho más malo. El lobo suaviza el aullido, rumia, se recubre de lana, se hace llamar Dolly, pero no es una oveja y no se necesita ser Linneo para saberlo.


Porque la amenaza a la libertad de información no es un asunto de la clase de sistema político o económico imperante, o de cobertura o localización, ni siquiera es ideológico: Es, sencillamente, de pánico del poder hacia la verdad.


El poderoso que asciende o se mantiene de modo fraudulento no puede considerar indicada una simple referencia al tema. El gobierno que ha violado los derechos humanos ha de tildar de terroristas a sus defensores. El político que ha saqueado las arcas públicas tiene que ver adversarios malintencionados en quienes intenten hacer las cuentas. Cuando menos, es lógico.


El ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez dijo que el periodista francés Romeo Langlois, en poder de las FARC, es un grosero (3): En plena faena pública el periodista se atrevió a interpelar al ex mandatario acerca de la cesión de tierras a la multinacional canadiense Anglo Gold Ashanti, tornándole la sonrisa en un rictus rabioso (4). Un grosero con el poder. Más aún: Un malcriado con sus intríngulis.


Los secretos de estado, las clasificaciones preventivas de información, los llamados datos sensibles y los delicados asuntos gubernamentales, sin desconocer que algunas veces pueden ser razonables, en muchas ocasiones son máscaras para ocultar prácticas insanas, atentados constitucionales o claras violaciones a las leyes hechas por los propios gobiernos y sus círculos de poder.


Los Estados Unidos han puesto todas las trabas posibles para hacer efectiva la Ley de Libertad de Información (FOIA), denegando de manera injusta la desclasificación de documentos y trabajando solapadamente en la reclasificación de otros que eran públicos.


En virtud de la FOIA y gracias a la labor del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington (5), una organización dedicada a la desclasificación de documentos confidenciales del gobierno norteamericano y de ponerlos a la disposición de la prensa y los ciudadanos, conocimos de primera mano los asedios y hostigamientos hacia Cuba y buena parte de la operación Cóndor, la alianza siniestra entre el gobierno estadounidense, la CIA y las dictaduras del Cono Sur.


La publicación de Wikileaks de más de 800 mil documentos clasificados, 250 mil cables diplomáticos secretos y 5 millones de correos de la empresa Stratfor, la CÍA en la sombra, fue un viento fuerte que dejó al descubierto muchas prácticas infames en la conducción de la política internacional de los Estados Unidos y sus allegados. La ira divina de Washington hacia Assange se manifestó en cargos contra él redactados, cómo no, en secreto (6).


En Colombia, para no ir más lejos, el secreto a voces de la asociación de Álvaro Uribe Vélez con el narcotráfico y los paramilitares no afectó su favorabilidad ni le impidió el ascenso a la presidencia del país en 2002.


Sin embargo, fue la revelación de los mecanismos utilizados en su paranoia, durante el ejercicio del poder, la que lo puso en el ojo del huracán. En el afán por permanecer en la Casa de Nariño, el ex presidente espió y persiguió, en prácticas que según parece nunca le fueron extrañas, sólo que esta vez aconteció con una diferencia: los complots denunciados, unos tras otros, fueron noticia.


Esto hace suponer que los escándalos son las únicas boyas que quedan puestas en la vía guiando el transcurrir de la deleznable democracia de papel que es el país suramericano.



LO ÚTIL: LO BUENO



La única forma de comunicación adecuada, desde la perspectiva del poder, es la propagandística. En tal sentido, el periodismo bueno es aquel que es útil a los intereses de quien lo juzga o califica.


Y de tal modo lo asumen los medios, desde los grandes y transnacionales, hasta los desvalidos y locales, pasando por los estadios intermedios.


Una sujeción entendible desde todo punto de vista: En los unos, porque ellos mismos son el poder, pues los grandes medios cada vez son más apéndices corporativos que proyectos autónomos e independientes. En los otros, porque si no se alinean se mueren: si dices lo que quieres, te recorto los fondos (publicidad, auspicio, financiación, o como se llame la fuente del chantaje); si no dices lo que quiero, te los suprimo. Más grave: si dices algo que no me gusta o conviene, te demando.


La seducción subliminal, de la que se echaba mano hace tiempo, ahora no es necesaria, y los estudios especializados incluso la descalifican como recurso. Hoy la trama – tramoya es al descaro.


Las llamadas alianzas estratégicas informativas en boga son alineaciones continentales mal disimuladas. Explícitas durante ocasiones particulares, como una tragedia o una cumbre, con una metodología azarosa y un aire de mundo terminal. O implícitas, en el codo a codo del día a día. En todo caso, gobiernos, multinacionales y medios confabulados y alineados tras la misma zanja, desde la Patagonia hasta arriba de los Grandes Lagos.


La radio refuerza lo dicho por la televisión. Los portales de los medios masivos y sus derivaciones lo complementan. Los medios impresos hacen eco de lo mismo y le añaden nuevos matices. Todos hablan de lo mismo, todos entrevistan al mismo y casi a la misma vez.


La verdad deja de tener algo que ver con la honestidad o la sinceridad, y no es un acuerdo social sobre la realidad y sus hechos: La verdad se acomoda en salas de redacción, pero antes se configuró en una oficina burocrática o en una pomposa gerencia.


El periodista en contravía es negado. El medio lo descarta, la sociedad lo desaprueba y condena. Los actores de la guerra le endilgan las culpas a conveniencia.


En una realidad transformada en un escenario de constante conflicto mediático, no existen los desinteresados, sino los bien disimulados. Una premisa importante de la credibilidad periodística: Aparentar lo que no se piensa, en aras del falso equilibrio informativo, y decir de vez en cuando lo que muchos quieren oír, en bien del engaño masivo.


Quienes se sustraen a ello van portando el estandarte del bien o del mal, según quién mire y desde dónde. Entonces, el periodista es esto u aquello; el periodista es corporativo o subversivo. Lo que no puede conducir sino a que el periodista es aliado, o adversario.


Y el animal social y político que es el periodista termina asumiendo que lo que hace es una cosa u otra, tiñendo con aspectos ideológicos la información, lo que empeora porque se lleva a cabo ocultando lo que pasa en bien de las creencias o de su bolsillo, secundando a sabiendas o no un propósito político o económico, y, lo más grave, callando las injusticias o atacando las causas justas.


Como en la propaganda, otra vez, no se busca que los medios mientan, sino que omitan. No se pretende que ellos alteren la realidad, sino que le den una estructura informativa, antes que con base en los principios elementales del oficio, en el cálculo de su impacto y poder de convicción. No se llega a la simpleza de ofrecer una sola arista de los fenómenos, sino a la comprobación de que una sola visión de ellos es admisible: ¡civilizada!


El resultado, desde luego, es una falacia mayor, donde lo que se discute o llega a cuestionar en foros y simposios es el tamaño de la mentira. Su venialidad o no. No la mentira en sí, que ha sido convalidada en lo mediático, aprobada en lo gubernamental, bendecida por el cura y es parte esencial del espectáculo.



LO OTRO: LO PELIGROSO



Experiencias interesantes han surgido siempre para romper este círculo (cerco) mediático. Algunas han terminado sumidas en el ostracismo y su impacto no ha traspasado sino restringidos ámbitos de circulación. Sectas de opinión e información casi secretas. Es que no resulta sencilla la batalla contra el poder con los sesgos providenciales a favor, los extendidos tentáculos y las fortunas alertas.


Pero otros medios alternativos, necesarias experiencias de comunicación transversal, señales que fluyen desde abajo, todos con contenidos tan resbaladizos para ese poder, configuran sin duda alguna una esperanza desde la pluriculturalidad y la diversidad de su esencia. Son en ocasiones valerosas voces insertas en estructuras demoledoras, cuya palabra es fuente de juicio al permitirnos estar al corriente de aquellos hechos que son primordiales y a nadie importan. Nadie, desde luego, es el medio masivo que no los reportará jamás.


El surgimiento de la Internet 2.0, la blogsfera y las redes sociales abrieron nuevos caminos, aunque la determinación e impacto reales continúan sin estudiarse plenamente, incluyendo el papel en las llamadas revoluciones de la Primavera Árabe, sobrevalorado por unos, minimizado por otros.


Varios portales y blogs interesantes han llegado a ser notorios en el maremágnum de la red, pero muchos de ellos también se han desvanecido con la misma facilidad y rapidez con la que aparecieron.


Estos ámbitos también son penetrados por los intereses imperiales, que a través de sus capitales sobornan, compran, alquilan y, en todo caso, adquieren partidarios y generan voces contestatarias al gusto, como es el caso de Cuba, donde el gobierno de los Estados Unidos y la CIA explotan las difíciles condiciones que debe afrontar el país caribeño gracias al ilegal bloqueo y financian propuestas mercenarias, a las que luego otorgan, por ejemplo, el Premio Internacional Mujeres de Coraje, que otorga cada año la Secretaría de Estado de los mismos Estados Unidos. “Me canto y me celebro, me celebro y me canto”, como lo cantó el finado Facundo Cabral, repetidor de Whitman (7), el emblemático poeta de la enjundia estadounidense.


Me refiero, por supuesto, al blog “Generación Y”, inspirado, según la autora, en nombres de generaciones de los años setenta y ochenta que inician con la “i griega” o la contienen, pero que en realidad es “pro Y”, por su irrestricta adhesión al yanqui.


O en Venezuela. O en Ecuador, Bolivia o Nicaragua, donde capitales provenientes de la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos, USAID, han apoyado líderes, instituciones y medios opositores, y han capacitado en el uso de redes como Twitter y Facebook (8).


No obstante, el carácter personal o de pequeños grupos, a la deriva o virtualmente con filiaciones malucas, la proliferación de puntos de vista diferentes, la posibilidad de penetración al corazón de muchos acontecimientos, la variedad y versatilidad de los recursos y los formatos utilizados, el juego de cuerda entre la inmediatez y el regodeo informativos, como factores fuera del control del poder, han conducido a que los novedosos recursos cuajen a veces como entes molestos y peligrosos.


A los que hay que meter en cintura cuanto antes y de cualquier modo. Para eso están las leyes. Para eso las usa el poder: SOPA, PIPA (EEUU), SINDE-WERT (España), LLERAS 1 y 2.0 (Colombia), DÖRING (México), SOCA (Reino Unido), HADOPI (Francia), ACTA (de todas partes), en fin.


Y una utopía incontinenti, que nada tiene que ver con las renacentistas de Moro, Bacon o Campanella, pero que sí constituye un delirio quizás producto de las innovaciones existidas: Un mundo de desconectados, aislados, desterrados, castigados, encarcelados, escarmentados y sometidos. La ínsula no se bordea en la medialuna de su contorno imaginario: se circunda en el cuadrado PC de cada quien.


Aires frescos fluyen, para el caso, frente a la vigilancia, censura y persecución en la Internet. No hace falta enunciar sino a Free Software Foundation, Open Source Initiative, OpenDNS, Tor Project (navegación anónima) o la reciente puesta en marcha del proyecto UTUTO XS 2012, nacido y criado en la Argentina. Software libre frente al patio entre rejas electrificadas que es la Global Online Freedom Act de los Estados Unidos, o la ley de alto espionaje que ese mismo país cocina a fuego lento, la CISPA (CIAspa, más bien).


A pocas cosas teme más el sistema capitalista que a la libertad y a ninguna como a la de la expresión de las comunidades, aunque pueda parecer un contrasentido con sus axiomas pregonados de reivindicación de las individualidades. La pretensión de un pensamiento uniforme, algo de lo que tanto se ha acusado al socialismo, surge más bien como un requisito vital para el capitalismo. Los medios convencionales no hacen otra cosa que buscarlo y afianzarlo.


Basta darle una ojeada al lenguaje, que en la estrechez a la que es trasladado se hace determinante en el propósito de emparejar los ambientes: Los medios son los motores del diálogo e intentan ser los móviles de la deliberación, en el hogar, en la escuela, en el trabajo, en el descanso. Un conductismo ramplón que, difícil no reconocerlo, le saca el jugo a nuestros más resignados y livianos comportamientos.


Únicamente el poder es fractal y los medios le confieren el don de la ubicuidad. A quienes lo encarnan y a lo que dice. Y los adjetivos calificativos o descalificativos usados se vuelven idénticos. El pobre lenguaje padece la desgracia sobre el lomo de pocas, poquísimas palabras.


El policía muerto, héroe patrio. El militar muerto, héroe de la patria. Y ambos vivos enviados a confirmar su ingrato papel en esa especie de Frente Este que es buena parte de Colombia. O de México. O de Honduras. O del mundo.


El lenguaje se hizo panfletario. Verosímil para los adeptos, odioso para los antónimos. De pronto, ineficaz en su fin soterrado de convencer, y mucho más en el pregonado e inmediato de informar. La repetición de frases hace lemas los contextos, los afanes por explicitar la sumisión vuelven un bastidor ideológico cualquier descripción, los cuestionamientos rinden más pleitesía que las loas. Basta ver las entrevistas de CNN para entenderlo. De Cala a Uribe, para no ir más lejos. O de Cala a cualquiera, para no restringir el prototipo (9).


Muchas veces, la inexperiencia y los temores a generar una agenda noticiosa propia, junto al carácter reactivo en el manejo de la información, determinan desde adentro los mayores límites de varios de esos interesantes planteamientos en contravía, los que a toda costa buscan fortalecer un camino comunicacional distinto.


Más allá de los vetos, las acusaciones y la innegable persecución de que son objeto las experiencias opcionales, con otro enfoque y con interés social, el riesgo es que terminen siendo bastiones burocráticos o búnkeres ideológicos dedicados a reproducir, desde otra orilla, los mismos modelos existentes.



LA PENITENCIA: LO CRIMINAL



Las circunstancias muestran cuánto benefician al poder las escisiones ideológicas, sociales, políticas. La demonización del otro cierra filas en torno a ideas y acciones, con la adicional ventaja que otorga dejar de lado la reflexión, base de cualquier cuestionamiento.


Los medios, en tanto que factores de homogenización en el consumismo, en la impudicia de los propósitos, en la indiferencia hacia temas trascendentes, endurecen a toda costa las posiciones en pos de hacer una sociedad dividida en grupos de pensamiento cada vez más radicales y antagónicos. Un desliz desprevenidamente menor que, con todo cálculo, auxilia gobiernos, grupos económicos y sectores fuertes de la sociedad, que, apoyándose en mecanismos sutiles de control y manipulación, ven mejorar las condiciones para afianzar sus oscuras premisas en los imaginarios.


Durante el gobierno de Álvaro Uribe, en Colombia, una mirada paramilitar de la vida intentó posicionarse en todos los espacios de la cotidianidad del país y en buena medida lo consiguió: El mensaje corrió desde las estructuras del poder gubernamentales, terratenientes, empresariales, militares, clericales.


Y vino hasta los mismos vecinos de las víctimas, algunos de los cuales terminaron creyendo más la quimera mediática que el escenario frente a sus narices. Claro, también fueron muchos menos de los que afirmaban los propios medios masivos o las mediciones hechas a sueldo.


Periodistas colombianos como Alfredo Molano, Daniel Coronel, Holman Morris, Felipe Zuleta, Claudia Julieta Duque, Ramiro Bejarano, Carlos Lozano, entre muchísimos otros, quienes no dejaron de estorbarle al festejo delincuencial reinante, debieron exiliarse o ejercer su profesión contra viento y marea. La verdad, para la represión, es subversiva. La mentira, para la sociedad, actúa como un tranquilizante.


La verdad se hizo nociva para la salud y el engaño fue cada vez más necesario para que la guerra no fuera algo psicosomático que afectara todos los órganos del país y enseñara la debilidad connatural. Muchos creyeron entonces que la Seguridad Democrática era algo necesario, seguro, cierto.


Una sociedad hipócritamente fundada en los valores católicos, que había convalidado con su voto una estructura criminal al frente del país, halló algo de indulgencia al convencerse de que todo era en pos de un fin ulterior benéfico. Uribe, paramilitarismo, falsos positivos, espionaje, persecuciones, asesinatos… se justificaban como el precio de un país sin FARC.


Pero esa sociedad no se percató de que un país con todo lo anterior y a la vez sin porvenir, sin alimento, sin salud, sin vivienda, sin justicia social, nunca dejará de ser un país con FARC, con ELN, con inconformismo, con atentados, con muertos, con sindicalistas sin entregarse y con todos los riesgos vivos. La primera causa es elemental: la mentira, que comparte con las ilusiones el hecho de que no se comen, al contrario de estas, no alimenta. (10) Tampoco alivia ni abriga, ni tranquiliza.


La profesión del periodista siempre ha estado rodeada de riesgos, asedios y espantos cuando, en vez de seguir adelante con el concierto mediático para delinquir, da a conocer los asuntos que esa penitencia social niega, y cuando llama a preocuparse por lo que ocurre detrás de las trincheras mentales que cada quien va forjándose muchas veces sin pensarlo.


En Colombia, el establecimiento pone el grito en el cielo de labios para afuera por la retención del periodista francés Romeo Langlois. Un escándalo asistido por el provecho que puede sacar en la guerra contra las FARC, la que no se libra sólo en las selvas y barriadas, sino también unilateralmente en los medios.


Es neurálgico que un vocero de la intolerancia, como Fernando Londoño, en ves de percatarse de que está vivo y pagarle sus deudas de corrupción al estado, se crea un elegido vuelto de la muerte y prosiga su siniestra misión invocando al diablo. Nunca hubo una hora de la verdad, en cambio estamos contando las primeras horas de quien sabe cuántos años de la segunda serie de sus malintencionadas mentiras (11).


Es triste que el periodista Langlois, después de esta experiencia, pueda ser bueno si dice una cosa o malo si la contraria. Pero también es cierto que así será porque ese es el fatal sino de hacer periodismo en tiempo de balas.


Pocos pistoleros aceptan que las palabras tienen una coraza que ninguna bala penetra. Y que la historia va siendo esclarecida aun a pesar de ella misma, de sus connotados narradores de platea y de sus afanosos archiveros, más tarde o más temprano; sea en milenios, como en los tiempos de los griegos y los persas, o en años o días, como en el presente.


Por más que colapsen durante algún tiempo las instituciones dedicadas a la defensa de la justicia, por más que las altas esferas intercambien favores para cubrirse la espalda o por más que su divulgación no deje de ser una actividad de altísimo riesgo, los abusos e injusticias contra los pueblos no pueden ocultarse por siempre. Y se pagan.



NOTAS:


(1) Los egipcios llamaban “Casas de la Vida” a las bibliotecas, que se ubicaban en los palacios reales y en los templos.


(2) Plinio el Viejo. Historia Natural. Volumen V. Pág. 44.


(3) El Espectador: “Uribe asegura que Romeo Langlois es un periodista ‘muy grosero”. 8 de mayo de 2012. http://bit.ly/KiOzeP


(4) “Por todo el oro de Colombia” (documental). Dir: Romeo Langlois. El pasaje citado se encuentra aproximadamente en el minuto 25. El documental fue subtitulado por “La Silla Vacía”, pero las gestiones de Álvaro Uribe, según lo afirma el propio portal, hicieron que el material tuviera que ser retirado de su sitio. http://bit.ly/J7tbFL


(5)The National Security Archive. The George Washington University. http://www.gwu.edu/~nsarchiv/


(6) “Los correos de Stratfor revelan que EEUU tiene preparada una acusación contra Assange”. Público.es http://bit.ly/y16xlc


(7) WHITMAN, Walt. Hojas de Hierba. Ed. Novaro. España, 11 ed. 1979. Pág. 113.


(8) La Jornada: “La USAID en Venezuela”. Por: José Steinsleger. México, 1 de febrero de 2012.


(9) Portal de CNN Español. “Esta semana en Cala”. Álvaro Uribe, lunes 21 de mayo de 2012. http://bit.ly/KXKwWm - “Cala en Colombia”. 26 de septiembre de 2011. http://bit.ly/rtBidj



(10) GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. El coronel no tiene quién le escriba. Ed. La Oveja Negra. Bogotá, 1980. Pág. 28.
Referencia al diálogo entre el coronel y su mujer: “-La ilusión no se come -dijo ella./ -No se come, pero alimenta -replicó el coronel-.”


(11) El Espectador. “Fernando Londoño dice que atentado no es de extrema derecha”. 23 de mayo de 2012. http://bit.ly/KDFdZN


Artículo disponible en:

Rebelión (España)
Diario Universal (España)
Kaos en la Red (España)
El Mercurio Digital (España)
Revista crítica "La casa de mi tía" (Canarias, España)
El Mercurio Digital (España)
Cronicón - El Observatorio Latinoamericano  (Colombia)
La Pluma (Colombia)
Questión (Venezuela)
Aporrea (Venezuela)
Blogueros y corresponsales de la Revolución (Cuba)
Generación F (Cuba)
Global Rights (Italia)
Argenpress (Argentina)
Agencia Ciudadana  (Argentina)
Indymedia - Centro de Medios Independientes
Indymedia (Venezuela)
Agencia Periodística de Información Alternativa - APIA (México)
Noticias de América Latina y Caribe - ADITAL
Red TLAXCALA - Por la diversidad lingüística
Agencia Latinoamericana de Información - ALAI


sábado, 19 de mayo de 2012

Piedad Córdoba, delegado francés y CICR a la espera de indicaciones para el regreso del periodista francés Romeo Langlois


Entrevista de HispanTV con el periodista y cineasta colombiano Juan Alberto Sánchez Marín, sobre el tema del regreso del periodista francés Romeo Langlois aparentemente capturado por las FARC.








viernes, 18 de mayo de 2012

Nuevas sanciones contra Irán en víspera de las conversaciones con G5+1


Entrevista de Juan Alberto Sánchez Marín con HispanTV, sobre la propuesta de nuevas sanciones contra Irán que hace curso en el Congreso estadounidense, en el marco del reinicio de las conversaciones de Irán con el llamado grupo 5+1.





miércoles, 16 de mayo de 2012

Colombia: Atentado contra Fernando Londoño era para asesinar el Marco Jurídico para la Paz

Por: Juan Alberto Sánchez Marín.


En Colombia, tan comunes como son los atentados de cualquier tipo, llámense terroristas o no, son los apresuramientos para lanzar hipótesis al respecto. Apenas se dispara la bala o estalla la bomba, se esparcen conjeturas sobre la sangre y los escombros.

Pero no se trata de cualquier tipo de suposiciones. Son acusaciones fríamente calculadas. Tanto, que a veces le hacen a uno pensar que quienes las sueltan con tal desfachatez saben algo más de lo que dicen, o, incluso, que son arte y parte del tenebroso asunto.

O, por lo menos, siendo lo que se dice bien pensados, que son expertos en el arte de pescar en río revuelto. Un oportunismo de maravilla, que atiza fuegos a discreción.

Salió buscando cámaras y micrófonos el ex vicepresidente Francisco “Pacho” Santos de la Clínica El Country, luego de visitar al aún aturdido ex ministro uribista Fernando Londoño, víctima de una bomba al norte de Bogotá, para afirmar que esa era una prueba de que las FARC no querían el Marco Jurídico para la Paz. Las FARC… ¿o él y sus allegados? Allegados… ¿o aliados?

Algo diciente, aunque triste, es que el pintoresco ex vicepresidente colombiano, que tan presto cayó en la cuenta de atacar el proyecto legislativo, nunca tuvo palabras en su agitado Twitter para expresar su solidaridad con las víctimas. Ni una.

Cuando a muchas fuerzas en este país no les va tan bien disparando al frente, pues empiezan a disparar al lado. Entonces no se respeta clase, ni orillas, ni figuras. Si encaja con los propósitos más altos, que no se vayan a confundir con designios dignos, sino egoístas, de clan mafioso, pues se vuelan algunas fichas del tablero de un manotazo.

El asesinato de uno de los suyos o el amedrentamiento de un peón no es nada grave. Como no lo es la conformación de grupos paramilitares para “limpiar” regiones enteras a sangre y fuego. Ni los genocidios. Ni las masacres. Ni las matazones. Ni los desplazamientos masivos.

La ultraderecha colombiana está acostumbrada a freírse en su salsa de sangre. Algo connatural a partir de las alianzas que adelanta con el diablo, siempre en bien de alguna innoble causa superior: La tenencia de la tierra y el control territorial, la ampliación de las fronteras ganaderas o agrícolas, la explotación minera o de los hidrocarburos, el control extendido de negocios o comercios, la repartición y expoliación de perímetros urbanos en el corazón de las grandes ciudades.

Nunca se supo en este país quién mató a Álvaro Gómez Hurtado. Ni siquiera supimos quien voló en pedazos hace poco la estatua de su padre, el amargo ex presidente Laureano Gómez, treinta años después de muerto. Las investigaciones por esclarecer ambos hechos siguen y seguirán sin llevar a ninguna parte.

Porque en este país la justicia sólo opera para justificar los remoquetes que los poderosos siembran en los medios, y esa es la visión del mundo y de las cosas que todos debemos seguir. No puede obrar cuando conduce a involucrar altos mandos militares, o empresariales, o mafiosos de la misma orilla.

Mejor dicho, a los afines al difunto, a los de la misma clase del muerto, que con tal de fregar a un gobierno incómodo, de crear caos o alterar el curso de los acontecimientos, busca deshacer el país en titulares escandalosos y de espanto.

Es una derecha que sabe cómo ponerle trabas y sabotear lo que no le conviene. Sean políticas, sean leyes, sean negociaciones, sea la paz misma. Si una investigación avanza, se desvía, se le inventan testigos, se efectúan falsas acusaciones, se miente. Y que sabe mucho acerca de endilgar culpas.

Las guerrillas han cometido actos terroristas, es cierto, y así lo han reconocido. Pero una buena parte de esos reprochables actos han sido llevados a cabo por la oligarquía colombiana, por los militares, por las transnacionales, por el propio estado, y por todos estos en connivencia.

Pero no sólo por la razón obvia de la generación de las condiciones de desigualdad extremas, de las injusticias sociales, de la falta de oportunidades para el grueso de la población, que son un caldo de cultivo para el florecimiento y permanencia de las guerrillas, sino porque es su propia mano la que jala los gatillos o prende las mechas.

En este país, en el que los medios ven la realidad en blanco y negro, las circunstancias muestran que el blanco está manchado y que el negro no lo es tanto como algunos quisieran.

Sin embargo, los mayores interesados en la guerra y en la degradación del conflicto siguen empeñados en hacernos ver las cosas al contrario de lo que son y en caliente pregonan las culpabilidades que les conviene y eximen a quienes se les ocurre.

"A nadie más se le puede atribuir y tenemos los elementos para poder decir lo que estamos diciendo” (1), afirmó el comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, general Luis Eduardo Martínez, atribuyendo a las FARC el atentado al ex ministro Londoño.

Entonces cabe preguntarse: Al cabo de unas cuantas horas sabe el general a qué grupo pertenecían unos motociclistas de los que nadie da razón, ni siquiera las cámaras, a no ser el hecho de que llevaban puesto un disfraz que no dejaba verles ni la cara.

Y si era que se sabía desde antes quiénes eran, como se dio a entender cuando se afirmó que a Londoño lo seguían los criminales desde hace tiempo, ¿por qué no se hizo algo al respecto y a tiempo?

La razón es sencilla: es pura charlatanería mediática, otra vez para pensar lo mejor y no creer que el policía es inepto o cómplice.

Es muy extraño que siempre en estos casos se sabe más recién sucedido el atentado terrorista que a medida que transcurre el tiempo. Segundos después se afirma sin lugar a dudas que fueron las FARC. Unas horas después ya se duda o francamente no se sabe. Por lo menos así lo reconocen algunos honestos.

Independientemente de que sea o no el grupo subversivo el autor del hecho, lo que prende las alarmas es la vociferación casi preventiva de que la agrupación es la culpable.

Y que además se les endose el rechazo al Marco Jurídico para la Paz, un proyecto que si bien de seguro no resulta de su preferencia, al menos no ha sido el centro de sus pronunciamientos ni ataques, como sí lo ha sido del principal encargado de hacer las apresuradas acusaciones: Álvaro Uribe Vélez.

El ex presidente se opone a cualquier mecanismo que conduzca a una salida negociada al largo conflicto colombiano. Es la posición asumida por buena parte de la ultraderecha del país, que pretende doblegar a las organizaciones armadas a través de las armas y la guerra. Un camino demencial que ha causado la muerte de miles de colombianos, soldados, guerrilleros y civiles, durante más de sesenta años, pero que tiene beneficiarios muy poderosos.

“Yo no creo que al país le convenga ablandar la seguridad por buscar la negociación con el terrorismo”, ha afirmado Álvaro Uribe (2), quien desde puntos de vista distintos terminó sentado en la misma butaca de su discrepante José Miguel Vivanco, director de la ONG Human Rights Watch, atacando el proyecto.

Uribe anhela un proyecto nada beneficioso con la guerrilla y muchísimo más favorable con los militares. Vivanco lo desea menos conveniente para ambos. Lo que ambos pretenden en la aparente disensión es que no exista ninguna condición para buscar la paz. Del mismo modo que los voceros de la derecha vieron en el atentado su ocasión para bombardearlo (3)

El proyecto no es una panacea. Al contrario, no puede ser bueno si partió del congresista Roy Barreras. Pero tampoco puede ser tan malo toda vez que es atacado con tanta vehemencia por Álvaro Uribe. A esto hemos llegado.

Un tanto confuso, bastante redundante, indeterminado, se enmarca en una justicia transicional, pero tampoco se lo ve como excepcional, resulta contradictorio en esencia, en fin. Tal vez por eso mismo puede ser un punto de partida en un país que no se entiende sin esa esencia leguleya.

El ex presidente Uribe se queja de que este marco jurídico es “amnistía, indulto y elegibilidad para los terroristas”. Tal vez le duele tanto porque fue precisamente eso lo que él quiso y logró para el paramilitarismo, que se afianzó en el poder económico del país y se incrustó en todas las esferas de la política nacional durante los ochos años de su gobierno.

Sea cual sea la realidad de los acontecimientos recién vividos, que nunca sabremos a ciencia cierta a pesar de los reiterados y acalorados anuncios de investigaciones exhaustivas, el recién importado director de noticias de Caracol Luis Carlos Vélez se quedó con los crespos hechos en Cartagena.

La bomba en Bogotá quemó las serpentinas por el TLC con los Estado Unidos en el puerto del Atlántico y de pronto por eso escribió con tanta rabia el periodista en su cuenta en Twitter: “No vaya a ser q estos terroristas del carro bomba de hoy en Bogotá, vayan también a recibir los beneficios del "marco jurídico para la paz". (4)

Todo esto permite pensar que el execrable atentado contra Fernando Londoño era para asesinar el Marco Jurídico para la Paz, pero salió herido el ex ministro e ileso el proyecto de Acto Legislativo, que ha sido aprobado en su sexto debate en la Cámara de Representantes y sigue camino a convertirse en Ley de la República (5).



NOTAS:


(1) El Espectador: “Policía atribuye a las Farc el atentado contra ex ministro Londoño”. 15 de mayo de 2012. http://bit.ly/KqYktn

(2) Confidencial Colombia: “Una bomba que agudiza la disputa Uribe-Santos”. 15 de mayo de 2012. http://bit.ly/JEejSR

(3) Portal La Silla Vacía: “La derecha ve en atentado contra Fernando Londoño oportunidad para hundir Marco para la Paz”. 15 de mayo de 2012. http://bit.ly/JtrqJj

(4) Idem.

(5) El Tiempo: “Niegan proposición para archivar el marco jurídico para la paz”. 15 de mayo de 2012. http://bit.ly/K2CiJn


Artículo disponible en:

Rebelión (España)
Yucatán Hoy (México)
ArgenPRESS (Argentina)
Sur y Sur (Venezuela)
Questión (Venezuela)
Aporrea (Venezuela)
teleSUR (Venezuela)
Agencia Prensa Rural (Colombia)
La Pluma (Colombia)
Agencia Latinoamericana de Información - ALAI

lunes, 14 de mayo de 2012

La responsabilidad de los Estados Unidos y la OTAN en la inestabilidad de Afganistán


Entrevista del canal internacional de noticias HispanTV de Irán con Juan Alberto Sánchez Marín, acerca de la actual situación de inestabilidad en Afganistán.




sábado, 12 de mayo de 2012

El ataque de las Farc en el Catatumbo frente a eventuales diálogos de paz


Entrevista de HispanTV con Juan Alberto Sánchez Marín, sobre el reciente ataque de las FARC y sus posibles efectos en las negociaciones con el gobierno colombiano.






jueves, 10 de mayo de 2012

El interesado silencio de los Estados Unidos sobre Baréin

Juan Alberto Sánchez Marín opina en HispanTV sobre la represión de la monarquía Al Jalifa de Baréin en contra de la población, que desde principios de 2011 viene manifestándose a favor de reformas democráticas en el país. El analista también se refiere al silencio de las potencias de Occidente en cuanto a las graves violaciones de los Derechos Humanos llevadas a cabo por el gobierno de Baréin, así como a los intereses de los Estados Unidos en el país y la región.




jueves, 3 de mayo de 2012

El nuevo tire y afloje de los misiles en Europa - HispanTV

Entrevista de HispanTV a Juan Alberto Sánchez Marín, sobre la reacción de la Federación Rusa en cuanto a un posible despliegue de nuevos misiles en Europa, en respuesta al empecinamiento de los Estados Unidos para desplegar el escudo antimisiles, a través de la OTAN, a las puertas de Rusia.






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