English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

BELDADES Y MENTIRAS DE GADAFI

Rodeado de sus beldades, vocifera, desafía, miente. Y la voz telúrica en la tribuna es el canto del cisne.

COLOMBIA: UN PAÍS MINADO POR EL DESPOJO MINERO

En un país en donde nunca estamos sentados a la mesa ni para lo nuestro, no hay otra opción: Terminamos haciendo parte del menú.

REMESAS Y POBREZA EN COLOMBIA: UNA RELACIÓN EVIDENTE

Según previsiones actuales, se recuperarán niveles anteriores de remesas desde el extranjero sólo a partir de 2012 o 2013.

COLOMBIA AFRONTA EL CRECIMIENTO DEL PARAMILITARISMO

La estructura del paramilitarismo se redujo en algunas regiones del país, pero en otras permaneció intacta o hasta creció. .

ENFERMEDADES 'LEVES' QUE MATAN EN COLOMBIA

Los pacientes con diagnóstico de alguna enfermedad prevenible terminan en una gran tragedia personal y familiar, requiriendo cuidados médicos que las entidades designadas no prestan efectivamente.

sábado, 18 de julio de 2009

El cuento viejo de las nuevas bases militares estadounidenses en Colombia

Un atentado a la soberanía y la estabilidad regionales

Por: Juan Alberto Sánchez Marín

Durante 2005, según cálculos oficiales, el alto mando militar tenía desplegados en las bases estadounidenses en el exterior 196 mil soldados, otro tanto de empleados y funcionarios civiles del Departamento de Defensa y 81 mil trabajadores extranjeros contratados.


Dice la Wikipedia, enciclopedia libre de la red, que le dio en la cabeza a un Artrópodo como Microsoft y le sacó de circulación su Encarta, que “una base militar es una instalación que es propiedad directa y operada por y/o para el ejército o una de sus ramas. En su mayoría acogen material y personal militar, así como instalaciones para entrenamiento y operaciones”.

Dice el gobierno colombiano, que ni es libre ni mucho menos tiene apuntes enciclopédicos, sobre las bases militares gringas, que de labios para afuera se instalarán pronto en el país y que corazón adentro ya están operando hace años y a sus anchas, dice que estas serán más bien centros de intercambio, formación, cooperación, en fin, cosas amables y beneficiosas que lo extraño es que no hayan sido reconocidas antes y que un gobierno abiertamente sagaz haya tardado dos mandatos para acogerlas en su seno.

Pero la realidad, ay, es otra y bien distinta. Si a la enciclopedia no se le puede creer todo, ni siquiera mucho, a la verborrea subrepticia y culebrera del gobierno hay que creerle menos, o, mejor aún, nada. Por supuesto, la Wikipedia está en lo cierto. Y, también por supuesto, el gobierno no está errado ni es engañado: sólo nos mete los dedos a la boca.

Palabras, sólo palabras

William Brownfield, el embajador de los Estados Unidos, un tejano de pura cepa, que exuda por cada poro la misma patética moral de su anterior jefe, George, a la que se afilia a pasos agigantados el actual, Barak, porque nunca ha tenido otra, dijo hace pocos meses que "Colombia y Estados Unidos estamos colaborando en los esfuerzos contra la droga ilícita, en los esfuerzos contra la delincuencia internacional”. Y, claro, “parte de esa colaboración, sin duda ninguna, requiere acceso a instalaciones entre los dos países y requiere un ajuste".

Ya quisiera yo ver, en medio de tanta reciprocidad, a algún militar colombiano en territorio estadounidense, abriendo la boca para algo más que bostezar. Así fuera en cualquier cenáculo de cortapalos y así fuera para pedir que lo manden de sapo al frente afgano o al iraquí, o a los altos del Golám, “a morir por mis amigos”.

Ahora Brownfield, el pequeño guerrero, egresado del National War College (NWC), una especie de lobanillo en la National Defense University, quien de paso también fue asesor político, entre 1989 y 1990, del Comandante en Jefe del U.S. Southern Command, Comando Sur, en Panamá, insiste en que las bases en Colombia no serán bases, y en todo caso y si por algún azar lo fueran tampoco serán como la Eloy Alfaro de Manta. Así que parece que el desmantelamiento de la base aérea ecuatoriana en los mismo días en los que se anuncia que lo que sea que se monte “para entrenamiento y operaciones” en el país, es mera coincidencia.

Y sostiene el embajador, con un acento de western y un tartamudeo calculados, que lo hacen parecer cándido cuando en verdad es insolente a más no poder, que se trata de una colaboración en la que a los Estados Unidos no sólo van a servirles las bases aéreas, sino también las navales. Que todas les son necesarias a su país para tanquear aviones y barcos, helicópteros y lanchas, en fin.

La misma pavada que ya canturreaba hace meses nuestro actual ministro de Defensa encargado, Freddy Padilla, cuando afirmaba que “una de las funciones que podría asumir Colombia, tras la salida de Estados Unidos de Manta, podría consistir en prestar instalaciones militares para que los aviones americanos se puedan reabastecer y recibir mantenimiento técnico, para evitar que tengan que viajar hasta su país y recibir la misma ayuda que se le puede brindar en Colombia”.

La única diferencia es que nuestro general hablaba de los hechos como dudosos, posibles, quizás deseables, es decir, con los verbos en un modo subjuntivo y en un tiempo digamos que imperfecto, en tanto que el embajador, dando la cara con la impunidad que le otorga ser quien es, en emisión de noticias de televisión del 18 de julio de 2009, lo refería como un hecho no sólo cotidiano, ya en ejercicio, sino como una práctica vieja, sin importancia de lo acostumbrada, o sea, soltando revelaciones en un pretérito perfecto simple del indicativo.

Un tris de memoria

Es una vieja historia la de las bases militares. Los romanos dejaban legiones enteras en las distintas rutas de sus avanzadas coloniales. Esas bases eran la manera obvia de garantizar la sujeción de los territorios conquistados y ocupados. Muy al oriente, unos siglos atrás, Gengis Khan había hecho lo mismo, para hacer posible la cohesión de las miles de tribus que conformaban la colcha de retazos de su imperio. Y España, en su momento, cuando la conquista, atiborró de bases la geografía del Nuevo Mundo. Los hijos de Cristóbal Colón, Diego y Fernando, fueron expertos en el tema. Asesores perfectos aún sin Pentágono. Y España las mantuvo y reforzó durante la colonia, no solo para cuidar las entrañas, sino para defenderse de las bases móviles inglesas y francesas, pioneros como se sabe en las ardides usurpadoras de nuestros tiempos.

Las bases militares son algo consustancial a los afanes imperiales. Ellas permiten mantener bajo control a los pueblos sometidos, sofocar voces y fuegos contrariados, mantener a buen recaudo las riquezas conquistadas, y actuar pronto y a discreción contra cualquier ruido en el sistema.

Estados Unidos, el imperio que en desventura nos toco, ha echado mano de la estratagema desde que es imperio. No le han bastado las incesantes invasiones. En realidad, esas son sólo la fase inicial del cuento. La invasión, el acuerdo, la concesión, por la guerra o por la paz, por presiones, chantaje o voluntad interesada y entreguista de las élites ungidas con el poder local, abren la puerta. Las bases garantizan al gringo adentro.

El Canal de Panamá, desde su inauguración, hasta la entrada en vigencia de los tratados Torrijos – Carter, fue una base militar con canal. Después de eso, no se sabe a ciencia cierta lo que es, pero sí claramente que Panamá érase que se es un pequeño país a un canal pegado. Y la plataforma ahí, más trancada, menos visible, por la que vuelan y revuelan los mismos de antes, aunque ahora el cuartel central del Comando atienda en Miami.

Los Estados Unidos convalidaron internacionalmente el régimen franquista, que tantos devaneos tuvo con la Alemania nazi y la Italia fascista, a punta de bases militares, por la gracia de un tratado oscuro y oculto que todavía no se devela por entero y que facultaba a los Estados Unidos para operarlas con total impunidad. Una aquiescencia costosa, que el país ibérico, ya sin Paco y más de cincuenta años después, sigue pagando por cuotas y a punta de bases estadounidenses autónomas, en un país al que tanto le seducen las autonomías.

Pero no se trata sólo de España. Toda Europa fue minada de bases militares por los Estados Unidos y la OTAN, desde la guerra fría, con el pretexto de hacerle frente a una supuesta e inminente agresión de la Unión Soviética, la cual, claro está, nunca llegó, pero que dejó un cinturón de bases de norte a sur y de este a oeste, la mayor parte de las cuales continúa operativa.

William Brownsfield, embajador de los Estados Unidos en Colombia, fue antes embajador en Venezuela, donde contribuyó a aumentar el clima de tensión entre los dos países, con sus actitudes provocadoras y sus comentarios malintencionados sobre la nacionalización de empresas adelantada por el presidente Hugo Chávez.


Ratones cuidando el queso

América Latina, desde el punto de vista geopolítico, significa para los Estados Unidos exactamente el papel que sus gobiernos le han endilgado con desprecio, desde Harry Truman para acá: el de patio trasero, en el que están los recursos, las reservas, la despensa.

Las bases estadounidense, también por esas casualidades que ya notamos, rodean la Amazonía, pacen junto al Acuífero Guaraní, florecen en las rutas comerciales más importantes, engordan en los lugares estratégicos y acechan como águilas a los gobiernos que no son amigos, que les producen malestar o que causan inestabilidad para sus propósitos, que son todos los de la región, con excepción de Felipe Calderón, en México, Alan García, en Perú, y, quién lo duda, Álvaro Uribe, en Colombia, y no más de 2 o 3 lacayos vergonzantes, en un mapa que suma 36 países.

Algunas de estas bases no tienen límites al número del personal de los Estados Unidos en ellas; le ofrecen acceso a puertos, espacio aéreo e instalaciones de los gobiernos no especificadas consideradas pertinentes; siempre buscan enraizarse, apropiarse, perpetuarse y expandirse en los lugares en los que se instalan; no son transparentes ni están sujetas a fiscalización, y muchas no son cobijadas por las leyes del país en el que están, ni siquiera por las de los propios Estados Unidos o por las leyes internacionales. Todas son un atentado flagrante a la soberanía del país anfitrión, burlando constituciones y llevando a cabo toda clase de funciones soterradas, a parte de las netamente militares, en los terrenos ideológicos, políticos y económicos.

Las gracias de una desgracia

En Colombia, las bases militares estadounidenses siempre han cumplido una función clara, que muy poco tiene que ver con la tergiversación oficial de su cometido, relacionada con pretextos que desmontan las propias cifras de una ojeada.

El combate al narcotráfico es una falacia de la que da cuenta cada informe de Naciones Unidas. El antiguo Plan Colombia, luego Plan Patriota, ahora modelo de la Iniciativa Mérida que se implementa en México, es digno de capítulo aparte. Los mentados logros al respecto devienen de unas magnitudes que se volvieron directamente proporcionales: a mayor inversión, aumento de las fumigaciones con glifosato e incremento de la guerra, el desplazamiento y la persecución, pues más tierras cultivadas con coca y amapola, más “mulas” portando droga en los vientres y más narices enyesadas en las calles de los propios Estados Unidos y Europa.

La militarización constituye el armazón primario sobre el que se monta el proceso de colonización de los Estados Unidos en la región, que se complementa con el andamiaje el económico.

Las bases de Tres Esquinas y Larandia, en el departamento de Caquetá, y de Villavicencio, en el departamento del Meta, que operan con la presencia de aviones y la inteligencia técnica del Pentágono, llevan tiempo apoyando el combate a los grupos subversivos, vigilando las fronteras y soltando en las calles gringos mestizados de afán, consumidores de whiskey, coca y putas silvestres.

Las nuevas instalaciones, según lo reveló la revista colombiana Cambio, son las cinco principales bases de la Fuerza Aérea y la Armada en el país: Apiay, Malambo, Palanquero, Cartagena y Bahía de Málaga. Estas bases harían parte, abiertamente, de la nueva “arquitectura del teatro”, como llama el Comando Sur a la extensa red de facilidades y funciones militares en América Latina y el Caribe, y, de seguro, estos engendros se parecerán más al ambiguo nombre inventado hace unos años por el mismo Comando, las llamadas “localidades de seguridad cooperativa”, CSL (por sus siglas en inglés). Un mecanismo más acorde con los tiempos y los designios actuales, más ágiles, expansivos y peligrosos, de fiera espantada a punta de palos y de los procesos liberadores del vecindario.

Colombia, pues, es el lugar perfecto, geopolíticamente estratégico, con dos mares, cinco fronteras y un presidente vil y servil, un simple mozalbete de espuelas, que los propios gringos ni siquiera tienen que arriar, sino atajarlo. Como cuando pidió a los Estados Unidos, durante la reunión de Davos de enero de 2003, la invasión de la zona del Amazonas, para rematar la lucha contra la guerrilla, y que llegó a impulsar la idea de una "fuerza de paz americana", para que interviniera militarmente en Colombia. Un aliado al que se tiene por el mango.

Un gobierno que se salta las talanqueras legales internas, a espaldas de una Comisión Asesora ornamental, un Congreso propicio, aunque con voces lúcidas e incómodas, unos medios de comunicación que hacen de parlantes de sus frases y comunicados, aunque también con algunas voces claras y chocantes, y un país entero, según sus propias encuestas, inconsecuente y obsecuente.

Un presidente, eso sí, definido y decisivo, que reclamará como un acto más de soberanía la presencia en el país de los estadounidense, sus radares, sus buques, sus aviones y portaviones, por cuanto nos facilitará pelarle los dientes al vecino que sea. Y que reivindicará el acto a través de algún raciocinio para enmarcar: “En las bases de los Estados Unidos instaladas en nuestro territorio, obligamos a los estadounidenses a hacer lo que les venga en gana, dentro o todo el país alrededor de ellas, y nos damos el lujo de ignorar lo que hacen, y, de saberlo, nos permitimos la gracia de que no nos importe.” Queridos compatriotas, ¿qué más queréis?

"Estados Unidos ha atendido durante mucho tiempo sus intereses de seguridad nacional en esfuerzos cooperativos con amigos y aliados en el mundo, algunas veces con bases militares y pequeñas instalaciones de defensa." Esta ironía figura en el portal oficial del gobierno de los EE.UU., cuyas bases alrededor del mundo, según el Pentágono, sumaban 737 en 2007 y 37 de grandes proporciones.

Texto disponible en:
ALAI - Agencia Latinoamericana de Información
Rebelión
Kaos en la Red
Indymedia Colombia
Sur y Sur
TeleSUR
Chamosaurio
El eco de los pasos
Cinoticias - Centro Independiente de Noticias
Señales de los tiempos
Blogueros y corresponsales de la revolución
Enlace Socialista de México
la haine - España
YVKE Mundial

jueves, 16 de julio de 2009

Colombia: De “falsos positivos” a “tangibles simulados”

Fernando Rendón y Evelio Loaiza Muñoz, dos víctimas de una cruzada contra la inteligencia

Por: Juan Alberto Sánchez Marín (YVKE Mundial)

El Festival Internacional de Poesía de Medellín, un evento masivo, ¿incómodo?


El poeta Rendón, hace pocas semanas, y el médico cirujano Evelio Loaiza Muñoz, hace pocos días, fueron acusados de vínculos con el terrorismo, el primero, y de ser cabecilla del ELN, el segundo, en unos montajes judiciales inverosímiles, sólo coherentes con el proceder de un gobierno sin medida ni escrúpulos.


“¿No ha de haber un espíritu valiente? / ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? / ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”. Estos trillados versos de Quevedo definen de pe a pa la palabrería urbista de nuestros tiempos y precisan el discurso serpenteante de los áulicos.

La coherencia es con la tapadera. La mentira es un arma y la sindicación un recurso. Si se dice sí, es que no. Si se dice no, pues es que sí. O que quién sabe. El eufemismo seduce. El disfemismo alterna. Dos verbos, dos sustantivos, algún adjetivo, bastan para enlodar al que sea. Así se calumnian opositores, se carcomen instituciones o se arman expedientes. A la final, en todo caso, la cháchara echa la tierra que más puede sobre ataúdes baratos con muertos de verdad.


Triste y dolorosamente cierto que a los festines de sangre propiciados por el régimen se los denomine: “falsos positivos”. Que a un cáncer cuyas causas hay que hurgarlas en los intríngulis de una ideología enferma y guerrera, todos a una, como en Fuenteovejuna, lo designen como: “casos aislados”.

El vizconde y los medios demediados

Los medios, claro está, hacen eco, retumban. La voz propia es la de la conveniencia. La objetividad periodística es algo que estraga, de tanto tratar de aparentarla todos: la televisión, la radio, la prensa, en fin. Al periodista se le ve atrás la mano negra que lo mueve.

Unos medios mienten más que otros, por supuesto, pero los que se quedan cortos no es por mucha desventaja, ni por falta de ganas. Sólo son mejores para guardar las apariencias, más astutos, quizás, y porque la gallina de los huevos de oro de la publicidad también es esquiva y no anida siempre en la Casa de Nari. Y porque a la hora de la verdad la publicidad y la plata “c'est moi”, y también "L'état c'est moi" (“el estado soy yo”), según Luis XIV, y hasta "la tradizione sono io" (“la tradición soy yo”), según el Pío Nono. Así, cualquiera.

Y si no hay más remedio que registrar el huevo que le entregó una joven con muchos huevos a Uribe, pues que sea de afán y sin repeticiones. Y si toca divulgar el desliz de 30 o 40 o muchísimos más subalternos, dedicados a la amarga cetrería de pobres para presentarlos como trofeos de guerra, pues que se enfatice la gracia y la perspicacia de nombrar con tanto gracejo ese mundo reciente, en el que esas muchas e infames cosas carecían de nombre, pues así no hubo ni habrá que mencionarlas señalándolas con el dedo. Mejor todavía, que se le caiga al caído de David Murcia, que ya Sarmiento Angulo dará el “Aval” para tal.

De la bala a la bola

En este país son muchos los transeúntes desprevenidos que caen como pollos en cualquier parque o esquina víctimas del fuego cruzado de los violentos. Y, por desgracia, cada vez son más los niños que cruzan la calle equivocada y se topan con la bala perdida. Una bala que igual procede del revólver hechizo del atracador de baja estofa, de la escuadra automática del sicario o del paramilitar, o del guerrillero, o del hombre bueno y querido al que se le soltaron las amarras, o del arma de dotación del policía o del soldado.

Pero estas refriegas fortuitas no tendrían nada extraordinario en un país que vive desde hace décadas una guerra frontal, con cuatro o más ejércitos armados hasta los dientes, interesados y empeñados en mantenerla, pues constituye su sostén. Guerra declarada o no, la verdad, importa bien poco, pues las cifras hablan solas. Los múltiples ríos de un país tan acuoso lo gritan portando cuerpos podridos de arriba abajo, o, para no ir más allá de las propias narices, lo berrean los cientos de desplazados que ahora están plantados sin tierra ni futuro en pleno corazón de Bogotá, en un parque que no podría tener un nombre más sarcástico: Tercer Milenio, como evidencia del tiempo de zozobra que es la paz lograda a tiros y bellaquerías.

Pero, decía, lo que tiene esto de extravagante es que cualquier paisano medio pensante, que nade contracorriente, que exprese lo que piensa, o que apenas diga que esta boca es mía, no necesita medir cuadras o tomarse una café afuera a deshoras. Puede toparse de bruces con la balacera en la propia alcoba, bajo la cobija, o en el baño de su casa, empeloto. Porque la claridad política se arregla con un manto de tinieblas. Tanta “pensadera” se endereza a punta de escarmientos. La palabra que clama pidiendo justicia se repara a tiros. Como dirían, en un fenómeno diacrónico, cualquier Adolf Eichmann o algún José Obdulio: “La solución final al problema opositor”.

Y la estrategia, que lo es, también chuza teléfonos, formatea computadoras, avienta boñiga a diestra y siniestra, emponzoña los fastidiosos discursos presidenciales, y, en pocas palabras, busca desenfrenadamente resquicios, gazapos en la vida de cualquiera, y si no los halla, los crea y recrea. Y ahí se regodea.

Fernando Rendón

En diciembre pasado, Patricia Ariza, poeta, teatrera, directora de la Corporación Colombiana de Teatro, y Carlos Satizábal, dramaturgo y profesor de la Universidad Nacional, figuraron en un expediente judicial como supuestos miembros del PC3, el partido clandestino de las Farc, vinculados a un proceso de 500 páginas redactado por un oficial de pluma fácil y un patrullero de la Policía locuaz. Esa era una entre las muchas señales de alarma en un campo cada vez más minado para volarle el cuerpo a la oposición, en una tierra de nadie en donde los peligrosos son los que pregonan la tranquilidad y el orden a cuentas de camándula, golpes de pecho y consejos comunales.

Fernando Rendón no sólo domina con pericia el viejo arte de poner en juego la imaginación mediante las palabras, la poesía, algo más o menos común en Colombia. Si uno habla un rato con él se da cuenta pronto de que, además, le añade a sus versos y a su vida mucho de sensibilidad, sensatez y razón, menjurjes que parecieran escasos en este país y que, desde luego, ubican a cualquiera y de una en la orilla opuesta del uribismo.

Fernando es el alma de la revista Prometeo, una prestigiosa publicación de poesía, con 75 números y 24 años a cuestas, en un país en el que la cultura apenas sirve para negociar y esfumarse, y del Festival Internacional de Poesía de Medellín, el más importante del mundo en su género, ya enrumbado para la edición XX, que mereciera el Premio Nobel Alternativo en 2006 y que este año el Congreso declaró Patrimonio Cultural de la Nación.

Evelio Loaiza Muñoz

Evelio Loaiza Muñoz, por su parte, es cierto que militó en el ELN entre 1969 y 1977, cuando se amnistió, durante el gobierno de López Michelsen, para cambiar de vida, según él mismo. He hablado con sus amigos y conocidos, y todos concuerdan en algo: en que lo logró. Como lo atestiguan 30 años de vida ciudadana y 20 años de trabajo con el ISS. Ahora Evelio está viejo y enfermo, desde hace lustros sigue rutinas que hasta su pequeña perra tiene claras e identificadas. Desalentador que nuestros conspicuos servicios de inteligencia hayan llegado a evidenciarlas con 3 décadas, más que de atraso, de retardo, y muchas incoherencias en los informes, y tanto cobre pelado en las ensambladuras del expediente.

La misma ortodoxia que no le perdona a Evelio haber hecho parte hace años de una agrupación guerrillera y que no le reconoce una amnistía firmada y notariada, sí olvida con notorio descaro los favorcitos de otros a los narcos, hace casi los mismos 30 años, hechos desde la Aeronáutica Civil, que hasta los gringos tienen bien registrados y en estratégico remojo. O, de hace menos, las entradas y salidas por la puerta de atrás de narcos y paramilitares de Palacio, o la reelección truculenta, por ejemplo.

Pero me estoy confundiendo, es cierto. No es igual un presidente que sigue haciendo de las suyas en el poder, para mantenerlo y seguir salvándose, que un médico con 69 años, a la espera de una pensión del ISS, rodeado de pobres y que además tiene el mismo mal de Fernando: le encantan los poemas, y hasta fundó en Sevilla, su pueblo, una casa de poesía.

O que el propio Fernando, alguien tan enrevesado como para ser también gestor y organizador cultural, en un país en el que la cultura vale huevo para los que tienen huevo, que por desgracia insisten en ser hartos.

Y es que le va bien mal a los poetas con los regímenes de malosos. Ni siquiera mencionemos a la España deshilachada de Franco. Quedémonos acá y recordemos los desgraciados años del Estatuto de Seguridad de Turbay Ayala (1978 – 1982), cuando el poeta Luis Vidales, a la sazón con 80 años, fue sacado a empellones de su casa en Teusaquillo, en Bogotá, llevado a las caballerizas de Usaquén, y amarrado semidesnudo a un poste durante toda la noche.

Un sino atroz que también fue el de muchos otros por aquellos días, que ahora ronda con descaro las puertas y se soma por los postigos.

Seguridad democrática y circense

Por suerte, al contrario de tanto eufemismo, la vida misma no es una simple consecuencia lingüística de la “seguridad democrática”. Bien que lo saben Uribe y otros cuantos. De ahí que la búsqueda de una nueva reelección no sea un propósito, sino una urgente necesidad. Hay que seguir evitando a toda costa que las cosas puedan ser llamadas por su nombre. Para que las verdades incómodas no se desatranquen, los payasos, los equilibristas, los malabaristas, los zancudos, los acróbatas, todos, tienen que seguir inventando, armando, cavilando, gerundiando.

Crasa desgracia que personas como Evelio Loaiza Muñoz y Fernando Rendón hayan caído en esos malabares nefastos de tantos señaladores asalariados, funcionarios diligentes, militares acuciosos y patrones ávidos. Y sí no son eufemismos.

Son modalidades de un infortunio aún mayor: tareas, encomiendas, líneas de mando y deberes ciegamente cumplidos, que desgracian por entero al país. Porque, parafraseando a John Donne, en palabras que Hemingway retomó varios siglos más tarde para titular una de sus obras, en este país que se disuelve en pólvora y sangre y mentiras, no hay que preguntar por quién doblan las campanas: doblan por todos.

ARTÍCULO DISPONIBLE EN:
YVKE Mundial,
SurySur,
Rebelión,
Kaos en la Red,
TeleSUR,
El ciudadano en la red,
Kaos en la Red
Indymedia Colombia.

martes, 14 de julio de 2009

Evelio Loaiza Muñoz*

Por: Lisandro Duque Naranjo

EL 1º DE JULIO, EN CALI, SE LE HIZO un allanamiento en su casa al médico cirujano Evelio Loaiza Muñoz, por parte del CTI de la Fiscalía y numerosas unidades del ejército que se tomaron por completo la cuadra en ese operativo de captura. Razón del mismo: que el allanado es “miembro de la Dirección Nacional del Eln y comandante del Frente Norte de esa organización”.

La perrita Nieves —mascota de Evelio y su mujer, Ana Luz Pineda— no dejó de ladrarles y tirarles mordiscos a cuantos cumplieron ese aparatoso procedimiento, digno de una celebridad de la delincuencia. Nieves tiene doce años y fue salvada de la calle por la pareja hace diez. Su pelambre es gris, herencia de algún abuelo schnauzer irresponsable. Cuando fueron a llevarse a Evelio, el animal lo agarró de la manga del pantalón para impedir que se consumara la diligencia. Su dueño, entonces, la levantó diciéndole que él no se demoraba, fundiéndose ambos en un abrazo que conmovió a todos los presentes. La funcionaria del CTI alcanzó a decirle a Ana Luz que un hombre así no podía sino ser bueno. Y arrancaron con su preso.


No comparto esa opinión, pues para ser un amor con las mascotas no se necesita ser buena persona. Lo que se manifestó en esa despedida patética entre una pequeña bestia y un ciudadano que cumplirá el 15 de julio 69 años, fue una prueba contundente de la inocencia de éste, la cual deberá tomarse en cuenta a la hora del juicio. En efecto, si Evelio lleva, según el expediente, “quince años comandando en Paraguachón, la Sierra Nevada, el Perijá y el Catatumbo a docenas de guerrilleros elenos con los que ha sembrado el terror”, ¿será que por allá rompía los cercos militares y dejaba acéfalos a sus hombres para volarse a cada rato hacia Cali, a consentir a Nieves, no fuera que ésta se olvidara de moverle la cola y de pararse en las patas para lamerle la cara? Yo tengo también una perra, y sé que éstas se vuelven dignísimas e indiferentes con sus dueños demasiado ausentistas. Al juicio de Evelio debiera llevarse a un especialista en animales afectivos. O citar a la propia Nieves.

Pero no es apenas el instinto de la naturaleza el que concurre a absolver a Evelio. Sus vecinos, en la Ciudadela Comfandi, entre ellos un policía que vive al frente, fueron los primeros en acudir a ofrecer sus testimonios de que llevan quince años viéndolo a diario saliendo por la mañana y regresando por la noche a su casa con su maletín de médico luego de prestar sus servicios a la E.S.E Oriental de los Seguros Sociales en Cali. Y sacando, además, tiempo para atender las emergencias de salud de los del barrio, que se enfermaban tranquilos de saber que contaban, a cualquier hora, con un doctor a mano. Y si algún malicioso preguntara por qué les constaba que tan peligroso cirujano adonde dirigía sus pasos era a su consultorio del ISS, en vez de hacia Paraguachón en La Guajira, están también sus pacientes del Seguro, que han llenado, sin que se les pidiera, de hojas firmadas al abogado en las que testimonian la forma misional como este hombre cumplía su tarea hipocrática.

Y si quedaran dudas, aquí está la prueba reina de cuál ha sido la zona de “operaciones” del cirujano Evelio Loaiza: la resolución del ISS # 900578, del 2009, “confirmando (…) que el tiempo laboral cotizado por el asegurado a entidades de salud del Estado hasta el 28 de febrero de 2009, es de 1.032 semanas, razón por la cual no se le concede la jubilación, pues el tiempo que debe acreditar es de 1.150 semanas”.

Raro un comandante guerrillero de semejante talla, con RUT al día, pasado judicial vigente y elevando derechos de petición ante el ISS para que le reconozcan su jubilación. Y encima de eso sobrándole tiempo para pasársela en el Festival del Bolero en Caicedonia, el de Jazz en Sevilla, el pueblo suyo y mío, en el que fundó, junto a una mano de locos, la Casa de Poesía Pablo Neruda.

Es tan inverosímil todo lo que se le imputa a este hombre, que cuando el general de la III Brigada de Cali, Justo Eliseo Peña, lo presentó esposado ante los medios, se inventó de afán que era “El comandante del Frente Sur Occidental del Eln”, trasladándolo de un solo viajado a una responsabilidad completamente ajena a la que figura en el expediente.
*Miembro del Eln entre 1969 y 1977, año éste en el que, según sus palabras, “abandoné totalmente la militancia insurgente para proyectar de otra manera mi vida personal”.

En la columna: Lo divino y lo humano, del diario El Espectador (Colombia)

jueves, 2 de julio de 2009

Honduras: Al diario “El País” se le sale el golpismo



Por: Patricia Rivas

El buque insignia del Grupo PRISA, el diario de Madrid “El País”, publica este lunes un editorial de esos que hay que guardar, porque revela en toda su dimensión la doble moral y la ideología acomodaticia al poder económico, de éste que trata de presentarse como un diario “de prestigio”, defensor de los valores democráticos y unta de barniz progresista una línea editorial que en nada se diferencia a la derecha más casposa.

El editorial de este lunes, 29 de junio de 2009 se titula “La vuelta del golpe” (http://www.elpais.com/articulo/opinion/vuelta/golpe/elpepuopi/20090629elpepiopi_1/Tes), y es interesante porque la dirección editorial del diario “El País” comienza escribiendo lo evidente: que en Honduras se ha producido un golpe de estado militar completamente denostable y reclamando la restitución del presidente legítimo, Manuel Zelaya… PERO “El País” no se queda ahí. Y subrayamos este pero, porque ahí está el núcleo de la intencionalidad que ha configurado la forma como este diario ha presentado, o mejor dicho, desfigurado la realidad de Honduras durante toda la última semana, desde que los brazos civil y militar de la oligarquía hondureña desafiaron al presidente y sabotearon una consulta popular, una sencilla pregunta al electorado hondureño sobre si estaba de acuerdo o no con la posibilidad de que se pudiera convocar a un referéndum para preguntarle a la ciudadanía si quería una Asamblea Constituyente.

No era -como presentó “El País”- el asunto de la reelección presidencial o la “perpetuación en el poder del presidente”, lo que estaba en juego, ni lo que las élites que siempre han gobernado Honduras rechazaron hasta el punto de quebrar la legalidad constitucional. “El País” lleva una semana presentando al presidente Manuel Zelaya como un “provocador” desafiante a las instituciones democráticas, incluso cuando estaba ya en marcha el golpe militar, con la desobediencia expresa de los militares y su negativa a distribuir las urnas para la consulta del domingo. Por eso, incluso después de conocer el brutal secuestro del presidente y de la canciller, la agresión a los embajadores de Cuba y Venezuela en Honduras por los militares golpistas, y el apagón informativo, el toque de queda y la persecución de dirigentes sociales desatada, el diario “El País” no puede evitar llegar a la conclusión de que el golpe militar es repudiable, pero de alguna forma, “Mel se lo buscó”.

“Pero aunque la condena ha de ser inequívoca y se debe exigir el inmediato regreso del presidente a Tegucigalpa para reasumir funciones, porque el Ejército no es quien para juzgar los actos de Zelaya, no parece que pretenda amodorrarse en las instituciones. Y lo cierto es que ayer domingo el presidente o los militares, unos u otros, iban inevitablemente a violar la legalidad. Zelaya, con una consulta no prevista por la Constitución, y a la que se habían opuesto el Congreso, la autoridad electoral y el Supremo, y los militares tomándose por su mano una justicia que no les corresponde. El Ejército, que ha detenido a la mayoría de los miembros del Ejecutivo y patrulla las calles, parece estar detrás de la designación por el Congreso del presidente de la propia Cámara, Roberto Micheletti, como sucesor de Zelaya. El objetivo sería quitarse el golpe de encima”.

El rotativo estandarte de la socialdemocracia española rechaza única y exclusivamente, el aspecto militar del golpe, mientras avala a los protagonistas civiles de la asonada: la Corte Suprema, el Congreso y el poder electoral.

¿Por qué “El País”, un diario “progresista”, “demócrata”, que hace 30 años incluso veía con simpatía la lucha de los pueblos nicaragüense y salvadoreño por su liberación nacional contra los escuedrones de la muerte, toma hoy partido por la más rancia oligarquía hondureña? Todos sabemos que esta clase política es cómplice del sangriento papel que Honduras ha desempeñado en América Central durante el último siglo, y ahora se aferra a sus privilegios y recurre a sus gorilas, formados por el Pentágono en la Escuela de las Américas, para preservar por la fuerza lo que el pueblo hondureño está desafiando: un marco jurídico-político excluyente, que blinda los privilegios de la clase dominante y es apenas un remedo de democracia.

“El País” revela el porqué de su sesgo en el último párrafo de este sabroso editorial:

“Lo que aquí se dirimía era, en definitiva, el equilibrio de fuerzas en América Latina, de forma que si Zelaya se salía con la suya en la consulta reeleccionista, ganaba terreno el chavismo en América Central, donde ya la Nicaragua de Daniel Ortega hace las veces de fiel escudero del presidente venezolano. Y la misma semana pasada se celebraba, con la asistencia de Zelaya, una solemne ceremonia en Venezuela para subrayar el ingreso de Ecuador en el ALBA, la alternativa económica de Chávez al ALCA que domina Estados Unidos. Pero sea cual fuere el conflicto de ideologías en Iberoamérica, algo ha de quedar claro: los problemas de la política los solventan los políticos, y el Ejército, calladito y encerrado en sus cuarteles”.

Ahora conocemos cuál es, según “El País”, el pecado del presidente constitucional de Honduras: haberse adherido al ALBA, favoreciendo la correlación de fuerzas de la izquierda latinoamericana frente a los intereses de Estados Unidos. Y sabemos también que el diario “El País” se opone única y exclusivamente a la intervención de los militares en política, pero avala completamente las tesis de la oligarquía golpista que controla el poder legislativo, judicial y electoral. Es decir, que si lo que hubiéramos presenciado hubiera sido una destitución del presidente por estos poderes, no habría, según el diario “El País”, mayor conflicto.

Ante esta confesión tan obscena de la ideología que corre por las venas editoriales de este panfleto burgués, lo único que nos resta por añadir, es que “El País” soltó una mentira muy, muy grande y vergonzosa en este mismo editorial, cuando escribe:

“¿Acaso puede tener hoy futuro el golpismo militar en América Latina? La última asonada con éxito se produjo en Ecuador el año 2000, cuando una acción conjunta de fuerzas armadas y movimientos indígenas depuso al presidente Jamil Mahuad, y la siguiente oportunidad ya no pasó de intentona, con ocasión de que el Ejército venezolano depusiera al presidente Hugo Chávez, aunque volvió al poder 48 horas después. La condena era general en América y Europa”.

“¿La condena era general en América y Europa?” No, señores de “El País”, hasta los jóvenes tenemos memoria de lo que ocurrió hace siete años, esa mentira sí no cuela.

La condena no fue general. El gobierno de Estados Unidos avaló el golpe de Estado contra el presidente legítimo de Venezuela, Hugo Chávez, pero fue después de que lo hiciera el cómplice gobierno español del inefable José María Aznar, quien se demoró más en reconocer a los golpistas que el propio ex presidente y amigo carnal (de uña y carne, no sean maliciosos) de connotados golpistas venezolanos, y gurú del diario “El País”, Felipe González.

Lo que fue general en América y Europa fue el apoyo al golpe de Estado en Venezuela, con la excepción de Cuba. Ésa es la verdad que no puede ocultar “El País”, como tampoco puede borrar de las hemerotecas y de los archivos digitales su vergonzoso editorial del día 13 de abril de 2002. Lo reproducimos a continuación, para volver a dejar constancia de la iniquidad, de la traición de este diario a los más elementales principios democráticos, por no hablar de los pueblos y de los oprimidos, que hace ya muchos años que no tienen en “El País” a un defensor, ni a un observador “objetivo”.

Golpe a un caudillo (http://www.elpais.com/articulo/opinion/Golpe/caudillo/elpepiopi/20020413elpepiopi_2/Tes)


13/04/2002

“Sólo un golpe de Estado ha conseguido echar a Hugo Chávez del poder en Venezuela. La situación había alcanzado tal grado de deterioro que este caudillo errático ha recibido un empujón. El ejército, espoleado por la calle, ha puesto fin al sueño de una retórica revolución bolivariana encabezada por un ex golpista que ganó legítimamente las elecciones para, convertirse desde el poder en un autócrata peligroso para su país y el resto del mundo. Las fuerzas armadas, encabezadas por el general Efraín Vásquez, han obrado con celeridad al designar como jefe de un gobierno de transición a un civil, Pedro Carmona Estanga, presidente de la patronal venezolana, a la vez que destituía a los mandos militares compañeros y amigos del depuesto presidente.

Aprovechando la ola de hartazgo de tanta gente con la corrupción del anterior sistema de partidos, Chávez arrasó en las urnas, para hacer luego un uso abusivo de ese poder, con un autoritarismo que llegó incluso a las aulas de los colegios. Su final se veía venir tras las cada vez más numerosas declaraciones de diversos militares, el deterioro de la situación económica y la marea de protesta de la clase media, que creció con la aprobación en diciembre pasado de 49 decretos-leyes de inspiración castrista. Chávez introdujo varios centenares de asesores cubanos en Venezuela, al tiempo que suministraba a La Habana petróleo gratuito, un grifo que ahora se cierra.

La gota que colmó el vaso y levantó a los militares fue la represión protagonizada por la policía y francotiradores adictos a Chávez, que causaron 15 muertos y un centenar de heridos el jueves, en la tercera jornada de una huelga general que unió paradójicamente a sindicatos y empresarios. La protesta recibió un impulso extraordinario cuando paró la estratégica compañía Petróleos de Venezuela (PDVSA) y Chávez ordenó por televisión el cese de algunos de sus directivos. El régimen chavista ha sido tan desastroso que ni siquiera ha sabido gestionar con eficacia esta riqueza nacional, que le convierte en el cuarto exportador mundial, lo que puede obligarle en los próximos meses a bombear y refinar a pleno rendimiento para llenar las cajas de su hacienda pública, en contra de la voluntad de otros países de la OPEP (Organizazión de Países Exportadores de Petróleo), temerosos de que caigan los precios.

La resistencia civil contra Chávez, que atacó a los medios de comunicación y amenazó con nacionalizar las cadenas privadas de televisión, en cuyas emisiones irrumpía, se había organizado en redes que constituyen una esperanzadora semilla de desarrollo de una sociedad civil, y que utilizaron Internet como 'trinchera de la modernidad'. Esta resistencia pacífica esperaba una salida constitucional, aunque fuera para cambiarla a continuación. Por desgracia, lo ocurrido demuestra que en Venezuela el ejército sigue siendo el árbitro de última instancia. A la luz de los hechos, hay que elogiar al menos la decisión de la cúpula militar de ceder el poder a un civil, aunque resulte singular que el elegido sea el presidente de la patronal.

Vaciadas las cúpulas de los partidos políticos tradicionales, es necesario convocar elecciones cuanto antes y redactar una Constitución que restablezca el equilibrio de poderes que Chávez eliminó a su medida, como hiciera Fujimori en Perú. El nuevo presidente interino, Ricardo Carmona, se ha comprometido a nombrar un Gobierno de concentración 'con gente intachable' y a convocar elecciones en el plazo de un año. Además de preparar la transición, tendrá que abordar sin demagogia algunos de los graves problemas sociales que padece el país.

Chávez ha jugado con fuego dentro y fuera. La sombra de EE UU -que importa de Venezuela un 13% del crudo que consume y que ayer le acusó de buscar su propio final- se puede presentir detrás de lo ocurrido. Chávez no parecía haberse percatado de cómo ha cambiado el mundo tras el 11-S: evitó condenar los atentados de Nueva York y el Pentágono, viajó a Bagdad para expresar su apoyo de Sadam Hussein, apoyó la guerrilla colombiana de las FARC, estrechó sus relaciones con Castro y acogió a Montesinos, la mano negra de Fujimori. Retrospectivamente, no es la mejor muestra de acierto que Aznar, al recibirle en Madrid en 1999, subrayara su 'profunda confianza' en Chávez. Tiene ahora, como presidente del Consejo Europeo, una ocasión para que la UE contribuya a la instauración en Venezuela de un régimen democrático normal y estable. Sería bueno que Chávez y algunos de sus colaboradores detenidos rindieran cuentas de sus desmanes autoritarios y corruptos ante los tribunales de su propio país. Su experiencia, como la de Fujimori, debe servir para que se difunda la lección de que la democracia no son sólo votos, sino también usos”.

Artículo disponible en:
Rebelión
YVKE Radio Mundial

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
UA-24891582-1