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BELDADES Y MENTIRAS DE GADAFI

Rodeado de sus beldades, vocifera, desafía, miente. Y la voz telúrica en la tribuna es el canto del cisne.

COLOMBIA: UN PAÍS MINADO POR EL DESPOJO MINERO

En un país en donde nunca estamos sentados a la mesa ni para lo nuestro, no hay otra opción: Terminamos haciendo parte del menú.

REMESAS Y POBREZA EN COLOMBIA: UNA RELACIÓN EVIDENTE

Según previsiones actuales, se recuperarán niveles anteriores de remesas desde el extranjero sólo a partir de 2012 o 2013.

COLOMBIA AFRONTA EL CRECIMIENTO DEL PARAMILITARISMO

La estructura del paramilitarismo se redujo en algunas regiones del país, pero en otras permaneció intacta o hasta creció. .

ENFERMEDADES 'LEVES' QUE MATAN EN COLOMBIA

Los pacientes con diagnóstico de alguna enfermedad prevenible terminan en una gran tragedia personal y familiar, requiriendo cuidados médicos que las entidades designadas no prestan efectivamente.

viernes, 23 de julio de 2010

Bullaranga y pullas que hacen mella

LA RUPTURA DE RELACIONES ENTRE COLOMBIA Y VENEZUELA

Por: Juan Alberto Sánchez Marín



Lo esperado por el presidente Álvaro Uribe y su círculo, y lo más inesperado para el propio pueblo colombiano, se dio, al fin y al cabo: La ruptura de relaciones con la vecina Venezuela.

El gobierno colombiano venía buscando el estropicio desde hace años, en franca contravía con la propia realidad comercial, cultural y de vecindad de dos países que tienen una frontera común de más de 2400 kilómetros.

Se trata de un cuento viejo. Cuento, porque las pruebas alegadas por Colombia, sobre la presencia de campamentos guerrilleros en territorio venezolano, siempre han resultado un fiasco, puro cuento, que luego de mucha alharaca mediática terminan disolviéndose en el olvido y la nada. Y viejo, porque desde 2004, a conveniencia y según el biorritmo de Uribe, se machaca de tanto en tanto el asunto.

Primero se distanciaron los presidentes: de los abrazos forzados o fingidos se pasó en un abrir y cerrar de ojos a los improperios más fastidiosos. A poco, ante el riesgo del éxito, el de Colombia dejó al de Venezuela viendo un chispero en la mediación para la liberación de secuestrados de las FARC, que él mismo le había solicitado. Luego se enfriaron las relaciones entre los países, que bien pronto terminaron congelándose.

Y ahora, pues, acabó de romperse la ya rota cáscara de huevo de unas relaciones minadas sin tregua.


La iniciativa insidiosa, quién lo duda, siempre la ha llevado el gobierno de Uribe. La reacción, a veces a priori, en ocasiones oportuna, otras veces tardía, siempre le ha correspondido a Venezuela.

Si ha sido desproporcionada o la que corresponde, depende de la óptica de quiénes la atisban. Para la derecha colombiana, claro está, lo primero y más aún: Frente a la provocación de un cuerdo cuerdísimo, la reacción de un loco.

Para quiénes conocemos la etimología de frases como: el abarbechado Álvaro, don Berna Moreno, lauros de César Mauro, o el obnubilante Obdulio, la cosa no sólo es así de sencilla, es aún más simple: Tanto va el cántaro a la fuente, que al fin se rompe. En otras palabras: Tanto saboteó Uribe las relaciones con Venezuela, tanto agredió al vecino país, tanto tensó la cuerda, hasta que la rompió. La rompieron.

Los visos mínimos de acercamiento con Venezuela que venían dando el presidente electo colombiano Juan Manuel Santos, hablando de diálogo, y la nueva canciller, María Ángela Holguín, enviándole invitaciones al presidente Chávez para asistir a la posesión de Santos, fueron arrojados por la borda en un santiamén.

El gobierno de Uribe, a pocos días de dejar la presidencia, levanta el polvero que puede. Para que no se note tanto el previsible cambio en el manejo de las relaciones internacionales que necesariamente traerá consigo el nuevo gobierno. Para que de un día para otro no quede al descubierto la conducción burda que de ellas hizo Uribe. Para desaparecer de la agenda mediática los pasos y gestiones del nuevo gobierno, en la que ya casi se había olvidado el saliente, y, gracias a este “falso positivo” mediático, volver a encabezar los titulares de prensa, radio y televisión.

O para hacerle el juego al gobierno de los Estados Unidos, que usa a Uribe como peón de brega de su causa ideológica y como carga ladrillos en la tarea de fregar la unidad continental. O para salir de la Casa de Nariño con medio pueblo cerrando filas y aullando patrioteramente alrededor de un gobierno untado de paramilitarismo, corrupción y mafias. Mejor dicho, para ser ruin y repelente hasta la sepultura.

Roy Chaderton, el embajador venezolano, dio a entender que la OEA era un salón de vaqueros. Pero no: la bullaranga, las pocas nueces, eran los propios de una plaza de mercado de la región cafetera colombiana, donde el embajador Luis Alfonso Hoyos, una perla natural de “la perla de Oriente”, Pensilvania, que ni es Pennsyvania ni está en el ancestral Oriente, sino al oriente de Caldas, en la región paisa colombiana, hizo las de culebrero mayor, con su oratoria larga y redundante, sus circunloquios floridos, su entonación impostada y su garniel de Guarne lleno de pomadas a base de mera vaselina.

Daba pena verlo tratar de vender unas pruebas con fotos montadas quien sabe dónde, videos tomados vaya a saberse cuándo y mapas satelitales con puntos rojos bien remarcados, que no dejaban ver la nada que había debajo de ellos. Y más pena ajena dio verlo, oh casualidad, en el programa “La Noche”, del canal uribista RCN, afirmando que “la contundencia de las pruebas fue muy evidente”. ¿Cuáles pruebas? ¿Cómo contundentes? ¿Evidentes de qué?

Y ni hablar de la descocada petición final que el saliente embajador colombiano hizo ante la OEA. Hoyos pidió que se constituya una comisión de verificación internacional, que constante la presencia de las FARC en Venezuela, antes de 30 días. Una solicitud que, obviamente, se hace porque se sabe de antemano que no se puede aceptar bajo ninguna circunstancia. Nadie lo hace ni lo haría.

O, acaso, Colombia, como país llevado contra las cuerdas a una instancia internacional, aceptaría una “visita” de este tipo a su territorio, digamos, a las siete bases con presencia de militares y contratistas estadounidenses, algo que viola abiertamente la Constitución y puede ser alegado como un riesgo para los países vecinos. O, acaso, aunque el propio presidente Uribe lo prometió en UNASUR, el gobierno colombiano llegó a mostrar siquiera alguna fotocopia borrosa del tratado con los Estados Unidos.

Ha añadido Hoyos, refiriéndose a Venezuela: “Negarse a aceptar la verificación de campamentos en su territorio, es una confesión muy grande”. De verdad que hay que estar más versado en temas excesivamente parroquiales, de plaza de mercado; muy ducho en el asunto de las “familias en coacción”, o haber sido inhabilitado de por vida para ocupar cargos de elección popular por la Sala Plena del Consejo de Estado, para hacer una aseveración de tal calibre.

Ni el caballista Uribe, ni el megáfono gangoso de Hoyos, tienen idea de lo que es y significa la diplomacia internacional, como no sea para hacer de ella una mera alacena más en esa cocina llena de ollas y chocolateras que han vuelto a Colombia. Hace 200 años, por los menos, gritábamos por floreros. Ahora, ni eso.

Lo más peligroso de la temeraria denuncia llevada a la OEA, que ahora se amenaza con llevar a la Corte Penal Internacional, no es que sea falsa, que lo es, sino que tiene obvias premisas ciertas.

Me explico: Resulta indudable que todos los grupos al margen de la ley, que hacen su agosto en Colombia: guerrilleros, paramilitares y delincuentes comunes y no tan comunes, vayan y vengan por todas las fronteras nacionales, que apenas son una línea imaginaria en los mapas, y hagan presencia en Venezuela, en Brasil, en Panamá, en Perú, en Ecuador, y, digan si no, en las aguas internacionales de ambos océanos.

O sea, en donde quiera que haya límites con nuestro país, porque ni aquí se los ha acabado (como se afirma), ni se los querría acabar del todo (que es un negocio fructífero para tanto señor de la guerra), ni se los acabará (que las inequidades esenciales, que los modelos pregonados, pues no lo permiten); porque con los ataques a las guerrillas, éstas han visto en los países vecinos un espacio para recargar baterías; porque fenómenos como el narcotráfico hacen que los endebles bordes de la cartografía sean aún más difusos; porque esos confines geográficos son selvas espesas e inmanejables, en fin.

33 documentos, según el gobierno colombiano desencriptados de la dichosa computadora de Raúl Reyes, sustentan vínculos de las FARC con los gobiernos panameños de Mireya Moscoso (1999-2004) y Martín Torrijos (2004-2009).

"Tenemos información de que se utiliza por parte de redes de narcotráfico y logística de las FARC el territorio brasileño, como se utiliza el de muchos otros países", afirmó hace poco el sin par ministro colombiano de Defensa, ilustrísimo Gabriel Silva. El río Amazonas y "una ciudad de puerto libre como es Manaos", se usan para facilitar el tráfico de drogas y la logística de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Si hasta el propio ejercito colombiano, un estamento armado que se supone que no está al margen de las leyes nacionales e internacionales, viola las fronteras e invade el territorio de Ecuador, sin previo aviso al gobierno del país vecino, ¿qué podemos esperar de los grupos subversivos, los paramilitares, los narcotraficantes o cualquier delincuente, que tampoco se ciñen a normas ni acuerdos de ninguna clase?

A Venezuela, los paramilitares también han sido exportados. Desde 2003, se conformaron en el vecino país el grupo denominado las Autodefensas Unidas de Venezuela (Águilas Negras), el cual fue conformado con la asistencia de las Autodefensas Unidas de Colombia, y de cuya creación, como lo denunció la abogada estadounidense venezolana Eva Golinger, tendrían conocimiento Estados Unidos, el servicio colombiano de seguridad y la oposición venezolana.

En mayo de 2004, en los municipios de El Hatillo y Baruta, en las afueras de Caracas, fue desmantelado un campamento que acogía a más de 100 paramilitares colombianos, que "tenían previsto realizar asaltos masivos a guarniciones militares", según el general Jorge Luis García Carneiro, el entonces ministro de Defensa venezolano.

La presencia paramilitar se ve acentuada en aquellos estados venezolanos en poder de la oposición al presidente Chávez, en particular, los fronterizos de Zulia, que comprende la cuenca petrolífera del Lago de Maracaibo, la más importante del país y el primer centro refinador, y Táchira, otra importante región clave para el intercambio comercial entre ambos países.

O sea, nos referimos a unas circunstancias que trascienden los propósitos en el papel y se enmarcan en unas condiciones geográficas particulares, de las cuales, por arte del discurso y del embrollo, salen las pruebas que se quieran, para lo que se quiera. Y donde se señala con el dedo acusador al que también se quiere: ¡Vaya, ni a Panamá, ni a Brasil! ¡A Venezuela! Un país que ideológicamente adelanta un proceso que resulta irreconciliable con las posturas cerriles de nuestra élite gobernante.

No sería muy inteligente un servicio de inteligencia que creyera que ahora sí son ciertas y útiles unas pruebas que en ocho años sirvieron nada más que para despistar. Claro que no. A pocos días del anhelado adiós presidencial, es la inteligencia puesta al servicio del fin político y la brutalidad.

Ese es el peligro: llevar al país a las puertas de una confrontación militar con un país próximo, y agudizar la problemática de colombianos y venezolanos que no tienen fronteras porque las habitan. Y todo, en el mejor de los casos, a partir de internacionalizar y judicializar unas relaciones de manera precipitada, o, en lo más creíble, en una cabeza fría que atiende a un intrínseco y dañino afán camorrista.

Y entonces, sostienen los medios, el país cierra filas en torno al presidente saliente. ¿El país? No, desde luego que no. Son apenas unos árboles resecos y robustos que no dejan ver el bosque.

Luis Carlos Villegas, Presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), dice que “el gobierno del presidente Uribe, hasta el 7 de agosto, tendrá todo el apoyo del sector privado en las acciones que ha querido adelantar ante la Organización de Estados Americanos, y el nuevo gobierno del presidente Santos también tendrá todo nuestro apoyo si considera que hay que darle nuevas orientaciones a esa relación con Venezuela".

Es decir, apoyo porque sí y porque no, apoyo a Álvaro y a Juan, o todo lo contrario. Y, ¿cómo no? Si es la ANDI, que no queda ni en Cúcuta ni en Maicao, que agrupa a los grandísimos empresarios de Bogotá, Medellín, Cali o por aquí cerca, y a lo más pudiente de sectores como el industrial, el financiero, el agroindustrial, de alimentos, comercial o de servicios, como ellos mismos lo indican.

O Guillermo Fernández de Soto, Canciller durante el gobierno de Andrés Pastrana, quien ha hecho parte del servicio diplomático del gobierno Uribe y actúa como Presidente del Comité Jurídico Interamericano de la OEA, Y que funge como analista equilibrado e independiente en RCN, en un descaro personal sólo equiparable a la desvergüenza constante de que hace gala el propio canal.

O Alejandro Ordóñez, el Procurador de faltriquera de Uribe, que llama a “rodear al presidente en estas épocas duras”, a “demostrar que hay unidad y fortaleza y que…” Bueno, qué importancia va a tener lo que resta del necio rezo del Absolvedor oficial.

Y estas perlas de Luis Guillermo Plata, el ministro de Comercio, Industria y Turismo: “Es más importante la dignidad que el comercio. Al final del día, habremos ganado”. Como si fuera digno para un ministro de tales ramos ser tan sapo, y, asimismo, desconocer a la ligera la magnitud de la crisis imperante, no desde ahora, sino desde hace años: desde mucho antes de que él fuera ministro, cuando ya saltaba matojos en Proexport por similares razones.

Para no seguir, dícese: el país entero: los grandes empresarios, unos cuantos políticos proficientes, varios adalides gazmoños, algunos analistas tributarios, los ricos bien habidos y los riquísimos no tanto, y, claro, también las huestes de necesitados que confunde ese nefasto flautista de Hamelin que son los medios.

Mientras, Venezuela cierra fronteras o habla de hacerlo; mueve ejército y tanques, o habla de hacerlo, y los funcionarios del gobierno colombiano hablan entonces de seso y juicio, ante todo. Los que, minutos antes, si los hubo nunca fueron, y, si lo fueron, jamás se usaron.

Jorge Bermúdez, desde Perú, dice que en el combate al terrorismo hay que “ser firme y prudente”. Un mal chiste del chispeante canciller. Otro "bobo" más entre la lista de bobos e ineficientes que ha sido la tríada de cancilleres de Uribe, según un inesperado atino de Armando Benedetti, el recién elegido presidente del Congreso.

Y César Mauricio Velásquez, Secretario de Prensa de Presidencia, poniendo su mejor cara de cura, indica a los periodistas que, de parte de Colombia, "siempre habrá fraternidad". Una buena chanza del manso cleriguito.

Y la verdad que acontece paralela, ni por suerte, los medios la mencionan. Y en tanto que se le dan vueltas y revueltas al asuntillo de marras, el país real que desaparece:

En Barrancabermeja, la marcha: Siete mil personas conmemoraron el Bicentenario de los pueblos del nororiente colombiano, en el más absoluto y descarado mutismo nacional.

Vecinos de La Macarena (al sur de Colombia) denuncian que existe una fosa común con restos de centenares de personas, cerca de un batallón del Ejército, un día después de que la Cancillería indicara que, según investigaciones de la Fiscalía, no existen señales de su existencia. Como señala la agencia EFE, “los pobladores hablaron ante un grupo de congresistas de oposición y miembros del cuerpo diplomático, que viajaron a La Macarena para conocer estas denuncias, en una audiencia pública”.

Se trataría de la fosa común más grande hallada no sólo en Colombia, sino en América Latina. Un reporte de la Procuraduría advierte que dos mil personas estarían enterradas. Otras versiones hablan de cuatrocientas. En cualquier caso, cifras escandalosas, aberrantes.

Colombia, entre los seis países con mayor desigualdad en el mundo. La situación es de tal magnitud que el país figura entre los de peor distribución del ingreso en el mundo, sólo superado en América Latina y el Caribe por Brasil, Ecuador, Haití y Bolivia.

Al mismo tiempo, el ex director de inteligencia del DAS, Fernando Alonso Tabares, sostiene que Bernardo Moreno, Secretario General de la Presidencia, le manifestó el “interés” del presidente Uribe para que el DAS lo mantuviera informado sobre “cuatro temas específicos”: Corte Suprema de Justicia, Gustavo Petro, Piedad Córdoba y Daniel Coronell, director de Noticias Uno, dándole continuidad a lo que se venía haciendo con anterioridad a los magistrados y a los senadores Petro y Córdoba.

Tabares involucró de manera directa a funcionarios de la Casa de Nariño y el DAS en los casos “Job” y “Tasmania”, en reuniones efectuadas en la propia casa presidencial, para afectar al magistrado Iván Velásquez, entre 2007 y 2008. Señaló la infiltración a la Corte Suprema de Justicia, con el fin de desprestigiar a la institución, y se refirió a una reunión en la Casa de Nariño, para hacerle seguimiento a la relación de Ascencio Reyes con los magistrados de la Corte, en la que estuvieron presente Bernardo Moreno, y los ex asesores Jorge Mario Eastman y José Obdulio Gaviria, con el mismo propósito de desprestigiar a la Corte.

Eso no es todo. Tabares también se refirió a la orden de realizar unas diligencias en unas notarías contra Ramiro Bejarano, abogado del magistrado Valencia Copete, “en cumplimiento de instrucciones de la Casa de Nariño, con el fin de apoyar la labor que realizaban los abogados defensores del señor Presidente de la República”. Y habló del montaje para vincular a la ex congresista Yidis Medina con la guerrilla del ELN, ante la entrevista concedida por esta al periodista Daniel Coronell, en la que acusa al gobierno de Uribe de soborno y tráfico de influencias para conseguir la reelección presidencial.

Y nada de esto en ninguna parte. La pamplinas aquí y acullá lo acallaron todo. Hasta la vana bulla del Bicentenario se hizo notar.

El 20 de julio de 1810 ocurrió un montaje a la criolla, una especie de “falso positivo” llevado a cabo por conjurados locales santafereños, en la que todo estaba premeditado para armarle la gresca al tendero español José González Llorente y armar el acabose. Los criollos pudieron hacer parte de la Junta Suprema de Gobierno, pero el presidente sería el mismo Virrey Amar y Borbón. Porque, en realidad, nunca se trató de "abdicar los derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo a otra persona que a la de su augusto y desgraciado Monarca don Fernando VII", como lo apunta la misma "Acta de Independencia".

200 años después, la historia se repite, ahora como comedia, en el seno del Consejo Permanente de la OEA, y, ojalá los hados no lo permitan, podría darse en otras instancia internacionales, como la Corte Penal Internacional, según las amenazas ya lanzadas al desgaire:

Un simple aullido mediático, que no nos independiza de nada ni de nadie, ni nos otorga el menor decoro, sino que, por el contrario, ratifica la dependencia y el vasallaje al imperio de los Estados Unidos. Pues de verdad que acá tampoco se trata de "abdicar los derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo a otra persona que a la de su augusto y desgraciado Monarca don Barak Obama y los halcones".

Y al bum del último volador en la conmemoración del bicentenario de un grito ahogado, entre revistas militares y televisivas y desconciertos musicales, el ton ni son del discurso de Uribe sobre los logros obtenidos durante ocho años de mandato, y el infaltable alfilerazo contra Venezuela: “para hablar sinceramente de hermandad, no puede haber criminales de por medio”.

Y al fin, plenamente de acuerdo, señor Presidente: Por eso, nada más que por eso, es que habrá que esperar hasta el próximo 8 de agosto, cuando usted no esté pataleando al medio ni en los medios. Para que el nuevo gobierno, que a tantos embelecos suyos les dará continuidad, por los menos vea que puede hacer algo distinto en cuanto a la relación de Colombia con la hermana República Bolivariana de Venezuela.

Artículo disponible en:

La Radio del Sur
Questión Digital
Sur y Sur
Rebelión (España)
Kaos en la Red (España)
Indymedia - Colombia
Vos el Soberano (Honduras)


domingo, 18 de julio de 2010

El fin del Uribeato

¡Al fin, al fin, más cerca el fin del Uribeato! Esa amarga intersección de un porfiado y largo "porfiriato" a la Colombiana con el deslustrado paisano del beato Mariano de Jesús Eusse Hoyos, sobre la mesa de montajes y disecciones que terminaron siendo la Casa de Nariño y muchos batallones militares.

Dijo Uribe beato hace exactamente dos años: "Entramos a la basílica donde está el padre Marianito, nuestro beato, y le pedimos mucho para que interceda ante Dios, ante Nuestro Señor y ante la Virgen María, para que Colombia gane definitivamente la paz".

Gracia que él mismo fue incapaz de concederle, digamos, a las víctimas de los crímenes de estado, a quienes nunca les dio las garantías mínimas, y, para no ir más lejos, hace poco ni siquiera efectuó la petición de perdón ordenada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Manuel Cepeda vs. Colombia, y, por el contrario, agravió a las víctimas con sus andanadas acostumbradas.

¿A dónde irá ahora el boato uribista, con sus serpentinas y panderetas, sin el beato en las alturas presidenciales?

miércoles, 7 de julio de 2010

Angelino Garzón: Un angelito empantanado

Por: Juan Alberto Sánchez Marín

Angelino Garzón, el vicepresidente electo de Colombia


Ya desde los tiempos remotos en que Angelino, delgado y garboso, se bañaba en las aguas procelosas de la Unión Patriótica o del sindicalismo, sentía la nostalgia profunda de ser de centro, de centro izquierda, como llama él mismo al risco en el que ahora, sin la elasticidad de otrora, está parado.

Y ahora, desde ese punto agreste, siente tremenda nostalgia por ser de derecha, o, más exactamente, de extrema derecha, un suelo lleno de almohadones hacia el que lo vemos rodar desbocado.

Este genuino embeleco por un futuro perjuro no tendría nada de particular, si no fuera porque Angelino ha subido de tres en tres los peldaños de ese ascenso empinado. Un estado físico tan admirable, que no agobian pruritos de lealtades o de pensamiento, éticos o morales.


Detalles que sin duda contribuyeron a dejarlo apto para ser la fórmula vicepresidencial de Juan Manuel Santos, el otro trepador sin par en la escarpada patria que es Colombia. Apenas Noemí Sanín, en chiste, les hace cosquillas. Y ahí lo habemos y ahí los tendremos. Harina de otro costal, sí, pero amasando el mismo pan. No revueltos, pero sí juntos.

Ni el milagroso de Buga, el Cristo negro y popular al que ambos tomados de la mano y de manera populachera le rezan de rodillas por la televisión, logrará el portento de que a alguno de los dos les importen las cosas más allá del beneficio propio.

Si a Angelino alguna vez le importó algo el destino de los suyos, o de los que lo fueron cuando él lo era, ahora esperará valerse de eso para engatusar y embaucar a los susodichos. Angelino de señuelo, es la tarea. El coste de tamañas galanuras de una oligarquía que no da puntada sin dedal.

Es innegable que Angelino fue una vez un líder aguerrido, de ímpetu juvenil, militante del Partido Comunista. Voz y fuerza en la Federación de Trabajadores Estatales, FENALTRASE, en la CSTC (central obrera que apilaba a sectores de sindicatos de tendencia comunista) y en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Parte y presencia en la destrozada Unión Patriótica (UP).

Por eso esta clase de entregues son tan graves. La inconsecuencia importa un bledo, mas no así el uso y abuso del discurso social, de la letanía sindical postrera, para seducir incautos y dulcificar la conciencia de peatones. Y para aflojar el bolsillo de gringos y europeicos, que en su despiste ven la pera de Angelino colgando del olmo de los Derechos Humanos.

Él mismito lo dijo, como si nada, como dando a entender que en verdad fuera cierto o que se lo creía: “Hay que renovar el protocolo con esta oficina (la de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas en Colombia), para avanzar en lo que han sido los logros de Colombia en materia de derechos humanos”.

Y esa, para no ir más lejos, es la trilla en boga.

Ahora todos quieren proteger y fortalecer los Derechos Humanos en el país. Hasta el próximo embajador estadounidense, Peter Michael McKinley, habla de hacerlo. Y los medios alimentan la desaborida idea de que el gobierno de Obama ahora sí dará un giro hacia lo social en la relación con un país que sólo le importa como tienda de abarrotes, en el barrio pobre que es la América del Sur.
Todos quieren, también, “mejorar la atención a los 3 millones de desplazados”, que, conforme a los datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en realidad ya pasan de los 4.100.000. O, por lo menos, se les ha ocurrido acordarse de ellos, de que existen. O, simplemente, dejar de aderezarlos a punta de infiltrados de las guerrillas.

Y, cómo no, también se cierne el aguacero ya anunciado del “diálogo social” entre empresarios, trabadores y gobierno, “a fin de concretar políticas salariales, políticas laborales, y procurar la promulgación de manera concertada del Estatuto del Trabajo, tal como lo manda la Constitución Política Nacional”. Ténganse fino, pues, los trabajadores, que el caballo de Troya está armado, se atusa la crin y avanza.

Es que para darle ligazón al discurso lleno de baches y de frases sin hacer, que parecen copiadas del juego del ahorcado, se acrecienta más allá de su estatura real la figura de Angelino Garzón: Un ciempiés saltimbanquis más que perfecto.

Tal como saltó vivo y coleando de la UP al M – 19, adonde llegó a Constituyente de la Carta del 91, Angelino pasó en el ínterin por la campaña del recordado “cura Hoyos” a la alcaldía de Barranquilla, un héroe que a su vez se pasó a villano, y de adalid del pueblo pasó a la cárcel por una apreciable variedad de delitos administrativos.

Pero Angelino abandonó el barco a tiempo, y del redil del M – 19 voló por amenazas a España, y saltó como liebre del sombrero del Partido Socialista Obrero Español, el PSOE, entonces con Felipe González a la cabeza, y así fue a dar a Salamanca. Sin embargo, sabido es: Quod natura non dat, Salamantica non praestat. Y con una especialización en derecho administrativo, volvió tal cual.

Ya de regreso, con unas cuantas volteretas ligeras se deslizó en la Comisión Nacional de Reconciliación, una de las tantas, que lideraba la iglesia. Y de allí al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, durante el gobierno de Pastrana. En otras palabras, el consejero de liberales hízose ministro de conservadores. Nada nuevo bajo el sol, si nos acordamos que su amigo Juan Manuel hizo otro tanto. Y ambos, por supuesto, terminaron desembocando en el presente por el mismo tubo ferroso (que no férrico) del uribismo.

Y de otra Comisión Facilitadora para el Acuerdo Humanitario, durante Uribe I, por las curvas del destino y tanto apetito, Angelino fue a dar a la Gobernación del Valle, gracias a una alianza santa (sin Santos) y non sancta (¡sin Santos!).

Sin partido, le sobraron avales. Pero Angelino, seguramente para salir ileso de celos de los partidos tradicionales y reconocidos, saltó en las fauces de Convergencia Cívica y Popular (MCCP), un movimiento casi ignorado entonces, una especie de choza política que guarneció a los paramilitares de Ernesto Báez, o que, incluso, según Claudia López, fue montado por este “como estructura política del bloque central Bolívar”. Un partido que, en todo caso, avaló dos candidaturas al Senado: la de Carlos Arturo Clavijo, que perdería la investidura por estar untado de paramilitarismo hasta el tuétano, y la de Óscar Iván Zuluaga, ni más ni menos que el ministro de Hacienda de Álvaro Uribe. Y, como ya dije, la de nuestro héroe valluno, para la gobernación vallecaucana.

De ahí, la garrocha lo elevó a la burocracia internacional, y de apoyar a Uribe en la gestión del TLC con los Estados Unidos, pasó a posesionarse a principios de 2009 como Representante Permanente de Colombia ante la Organización Internacional del Trabajo, en Ginebra, Suiza.

Ya converso y apostado en la esquina rosada que soñó una vez desde los oscuros socavones del ideario comunista y la lucha sindical, ya oteando desde alto el horizonte plácido de la Suiza, sin ver por parte alguna las cenizas de los bosques quemados que le dieron tal nombre a esa Confederación, y menos aún la sangre vertida por sus antiguos compañeros de lucha en una patria cada vez más remota, todo, todito todo, lo conducía a la Vicepresidencia de Colombia.

Creo, sinceramente, que Angelino ha sido bueno, lo que se dice un hombre bueno. No es el asesino que hoy deambula a sus anchas por los actuales recovecos del poder, ni es el tramposo desalmado al que le da lo mismo ocho que ochenta, ni es el destripador de moda que cuenta víctimas como trofeos de guerra de la cruzada de los buenos contra los malos.

Tampoco es el cándido que no ve lo que pasa por sus narices. O el bromista que maquilla lo que ve, para contarlo mejor. O el desvirolado que no se percata de los riflazos que le están metiendo adentro.

Angelino Garzón, sencillamente, es alguien que vadeó el río seco de sus convicciones, y ahora se yergue airoso al otro lado, agradecido a Dios por no haberse ahogado y al diablo por acogerlo en su seno caliente.

Ya dirá El Tiempo qué tan bueno habrá de ser el angélico Angelino para los suyos: los Santos, los grandes grupos económicos, los magnánimos empresarios, los socios del Country Club, los caciques, los victimarios, en fin, y qué tan siniestro será para los hostiles: los obreros, los trabajadores, los desplazados, los sindicalistas, las víctimas, en fin, para tanto pobre suelto en un país lleno de la misma clase de cárceles de las que Angelino pudo evadirse a tiempo, en una tarde muy pretérita.


Artículo reproducido por los siguientes medios y portales internacionales:

REBELIÓN - España
PATRIA grande - La revista del ALBA
Question Digital - Venezuela
Aporrea - Venezuela
Kaos en la Red - España
La Radio del Sur
Indymedia - Colombia
Sur y Sur
ALAI - Agencia Latinoamericana de Información

martes, 6 de julio de 2010

Juan Manuel Santos: Cuatro años a bordo de sí mismo

Por:  Juan Alberto Sánchez Marín

El nuevo presidente colombiano Juan Manuel Santos.

En “El libro de la risa y el olvido”, el escritor checo Milan Kundera, en una frase que no por frecuentada pierde singularidad, afirma que “la lucha del ser humano contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”.

En el gobierno colombiano que ahora inicia, un rasgo distintivo es la sin par capacidad de los elegidos, presidente y vicepresidente, para desdecirse de sí mismos, abjurar de los laudos dictados en primera persona, negar las jaculatorias propias de antier, o rasgarse las vestiduras ante las actuaciones de ayer. Una brutal lucha del olvido contra la más natural memoria.

Hablemos de Juan Manuel. Ha estado al frente de tres ministerios: Comercio Exterior, Hacienda y Defensa, desenvolviéndose para tres gobiernos distintos e incompatibles: César Gaviria, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe.


Juan Manuel fue ministro de Comercio Exterior durante el gobierno liberal de Gaviria. Desde esta cartera, fue punta de lanza de una apertura económica de sopetón, que le significo muchos males al país y acabó de sumir al sector rural en la desgracia (que lo digan los productores de trigo, cebada, papa, o los embarcados en los embelecos de la diversificación de cultivos de la Federación Nacional de Cafeteros, de la que el propio Juan Manuel había sido representante incólume en Londres, ante la OIC).

Juan Manuel fue ministro de Hacienda y Crédito Público durante el gobierno conservador de Pastrana, luego de haber sido un franco opositor y crítico acérrimo. Simple voltereta, para llegar de carambola a un ministerio en el que, con su sola llegada, ayudó a ahogar el proyecto presidencial de referendo para revocar el Congreso. Gracias de la vida, “para salvar al gobierno de Pastrana”, según él mismo lo aseveró.

Juan Manuel fue ministro de Defensa durante el gobierno anti gavirista y anti pastranista de Uribe. De malquerido por el presidente, además, a cuya primera reelección se opuso en los inicios, Juan Manuel, un oligarca concreto, un golfista nato, pasó a ser cofrade de Uribe.

Aprovechó la zambapalos generada por el tema de esa reelección en el Partido Liberal, para crear, con la disidencia, el PUN (léase: Partido de Unidad Nacional), el partido uribista de la U del mismo Uribe, en el que aterrizarían paladines, caciques y parapolíticos, y al que aún ahora siguen deslizándose por la puerta de atrás los miembros del PIN, en una suerte de PIN – PUN y ping – pong milagrosos.

Ya en la cresta de un liderazgo inadvertido, con el partido presidencial bajo la manga, Juan Manuel se ganó, por derecho propio, el ministerio que más le serviría en el gobierno de la “Seguridad Democrática”. Asumidas las mudanzas ideológicas y tan claros los fines, importaron poco los medios, sembrados de mentiras y muertos y desplazados, y con el viento de El Tiempo y todos los medios en popa.

Juan Manuel se reunió con las FARC en Costa Rica, sin venia ni autorización del entonces presidente Samper, y llegó a proponerle a la Comisión de Conciliación Nacional, en 1997, la creación de una zona de despeje, más de medio año antes de la reunión de Víctor G Ricardo con Manuel Marulanda Vélez y el “Mono” Jojoy, realizada una semana antes de la elección de Pastrana como presidente y mucho tiempo antes de que a este se le ocurriera la idea.

Pocas veces en la historia del país a un gobierno se le ha cobrado tan cara una decisión, como al de Pastrana la creación de esa llamada “zona de distensión”, en un infructuoso proceso de negociación con las FARC.

Del mismo modo que la esperanza de la paz con el grupo guerrillero fue definitiva para la llegada de Pastrana al poder, la frustración del proceso fue determinante para que Uribe se abriera el camino a la presidencia con su discurso incendiario e intransigente.

Y en el camino, claro está, se llevó por los cachos cualquier política o estrategias de paz: Se instauró un nuevo discurso, de guerra frontal. Y así fue como el mismo Juan Manuel armó diligente el aparataje, organizó las huestes a costillas del PIB y ladró sin moderación desde el Ministerio de Defensa. Franqueó, pues, de una zancada la valla, y, de proponente de la idea, para cerrar con broche de oro, pasó a afirmar, hace unas semanas, que otros candidatos podrían regresar al país a “la oscura pesadilla del Caguán”.

Es aquel Juan Manuel Santos que nunca ha luchado contra el poder, sino por el poder. En una lucha que cualquiera ser humano libraría contra el olvido, Juan Manuel ha optado siempre por perder la memoria. Ahora que lo ha conseguido, que él de cabo a rabo es el poder mismo, ¿qué país tendrá en mente? ¿Cuál población en el olvido?

Y no es cuestión de pedirle peras al olmo. O a un político de corazón, como este Juan Manuel, que no varíe su pensamiento, o que se contradiga de vez en cuando, o que por conveniencia se arrime al árbol que da más sombra. No. Lo que llama la atención es el exacto acoplamiento con la incoherencia y la obstinación enferma por los traspiés. Lo insensato es el tamaño de los virajes, el descaro en los cambios de tercio, la infidelidad a los adictos, los cabeceos abruptos en la palabra .

Claro, siempre puede sostenerse, y no sin razón, que no se pueden traicionar unas ideas cuando nunca se ha creído de cierto en ellas. Y si desde hace tiempo ha sido complicado establecer lo que Juan Manuel cree de las cosas, a estas alturas, cuando ya ha logrado el pensamiento único que siempre ha estado metido en su cabeza, el de ser presidente, pues él todo se hace más inescrutable, con quién sabe cuántas reflexiones en melcocha y la ambición cociendo al vapor.

Juan Manuel, distinguido por el buen olfato político y el certero recular, es corto de vista a la hora de percibir tanta contradicción y paradoja. Él no halla, digamos, incoherencia alguna entre el hecho de haber sido una vez un activo “conspiretas” y reunirse con Raúl Reyes para tramar la caída de un presidente, Samper, y después acusar a Rafael Pardo de acordar con las FARC la unión con las fuerzas de oposición para evitar la reelección del ya recién arrogado patrón, Álvaro Uribe, en una acusación malintencionada y embustera.

Tampoco la ve en abrazar al mismo Reyes en Costa Rica o El Caguán, y después matarlo en un país vecino. Mejor dicho, en haber pasado, en un santiamén, de pacifista consumado a pacificador furibundo.

Situaciones como estas nos dejan hoy de bruces sobre un Juan Manuel que habla sin ton ni son y un Santos que todavía farfulla en la palestra. Y, peor aún, ad portas de un gobierno de labios para afuera.

Ojalá, por el bien del país, ahora en la presidencia Juan Manuel Santos vuelva a llevarse la contraria, a actuar en contravía de lo que dice que hará y de todas las pavadas que promete, y haga por fin algo que valga la pena o sirva de algo, aunque sea para los propios desdichados que lo eligieron.

Cualquier bagatela que esté más allá de las patrañeras cifras económicas que mostraba en PowerPoint en Minhacienda, cualquier cosa signifique más que las victorias de guerra anunciadas en podio de vitrina en esa área farandulera que volvió el Mindefensa, cualquier fruslería que vaya más allá de los guarismos hueros y las esperanzas baldías con que atragantó a Mockus y esperanza a sus círculos criollos. Es que, de a de veras, Colombia no se merece que él no siga siendo el mismo.

Artículo reproducido por:

Question Digital
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La Radio del Sur
Radio Nacional de Venezuela (RNV)
Aporrea - Venezuela

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