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martes, 17 de noviembre de 2009

Piratas, espejitos y oro

Por: José Félix Rivas Alvarado (*)

Cuando existía la réplica de la nao Santa María en el ahora Parque Miranda, mis dos hijos se acostumbraron a ver el “Barco del Pirata”. Luego, más adelante, cuando descubrían en el colegio que su padre le había dado una versión diferente a la historia oficial, tenía que encargarme de explicar mis argumentos. Era una excelente oportunidad para la educación de la resistencia.

1492. En ese momento histórico, desde los desconocidos ojos europeos, fuimos un accidente. Los corsarios, buscando otra dirección llegaron a estas tierras. Entre la planificación y el azar nuestro devenir se ha ido tejiendo; entre pólvora, epidemias, sangre y misas en latín.


Europa se sacó la lotería cuando, por equivocación, nos encontró. El desarrollo del capitalismo en su territorio no hubiese dado el salto cualitativo sin el aporte de éste continente. Nos insertamos de este modo en el proceso de acumulación capitalista, suministramos el oro (que en ese momento también era dinero), alimentos, minerales metálicos y una serie de productos primarios que permitieron una expansión inédita del régimen del capital.

De ahí se estableció una “condición de dependencia” entre la periferia del sistema capitalista mundial y sus centros de acumulación, En esta historia, nosotros nos convertimos en economías principalmente primario-exportadoras de productos que servían para alimentar a las poblaciones europeas y posteriormente, con la Revolución Industrial, de metales para construir las máquinas, los transportes y las vías de comunicación necesarios para ese explosivo proceso productivo. Pero al mismo tiempo, se conformó en nuestras fronteras una estructura importadora de los bienes finales provenientes de los centros.

Desde esos tiempos, cuando se forjan las cadenas de dominación y dependencia, hasta ahora han transcurrido otras fases del desarrollo del sistema capitalista mundial. Comprender estos condicionantes históricos es fundamental para la construcción de alternativas. Los problemas a enfrentar a través de las políticas económicas tienen sus raíces hundidas en esta historia. Empecemos por explicar por qué somos exportadores de acero y no podemos fabricar un tractor o una rastra, menos un avión o un barco.

Caracas, 16 de Octubre de 2009.


PIRATAS, ESPEJITOS Y ORO (II)

En el pasado artículo finalizamos con una pregunta ¿Por qué siendo productores de acero, de hierro y de aluminio, no llegamos a fabricar un tractor o una rastra, bienes de capital y equipos necesarios para ampliar nuestra producción agrícola y, de esa forma, disminuir la vulnerabilidad alimentaria? ¿Por qué teniendo una industria petroquímica, los cascos de seguridad que utilizan los obreros en Guayana son made in Italy? Responder estas preguntas nos lleva a reconocer lo que pensadores latinoamericanos como Celso Furtado o Ruy Mario Marini, llamaron “condición de dependencia”.

Desde la colonia hasta la fecha seguimos enganchados en una división internacional del trabajo que nos condena a ser vendedores de materias primas y compradores de manufacturas. Nuestro petróleo ha permitido desarrollar la industria de las economías mundiales. Las calles de Nueva York y otras ciudades usamericanas se pavimentaron con el asfalto de nuestro oriente. Somos importadores de cacerolas o de tuberías fabricadas con materias primas que exportamos o que exportan otros países que están atados en la misma condición. El oro que sale de nuestras grandes reservas, localizadas en el sur de nuestro territorio, es succionado por las venas abiertas legales e ilegales.

Las estrategias de desarrollo llevadas a cabo por la democracia burguesa validaron estas cadenas de dependencia y dominación. El megaproyecto de inversión de Guayana estuvo orientado por esta racionalidad dependiente y bajo la tutela de los dominadores. Su diseño, expresado en su escala productiva, siempre estuvo dirigido a fortalecer las cadenas de valorización de las grandes empresas trasnacionales. Es así que heredamos una CVG orientada a un desarrollo exógeno y, por tanto, desarticulada del resto del aparato productivo nacional.

En la IV República, nuestros sectores dominantes locales, en santa alianza con el capital trasnacional, apoyaron un camino que fortalecía la dependencia. En los años 70 la bonanza petrolera permitió continuar el financiamiento del subdesarrollo. La deuda externa no sólo continuó financiando este modelo capitalista dependiente sino que nos inició en la nueva forma de sujeción: la dependencia con el capital financiero. Situación paradójica por demás, en un país cuya condición petrolera le garantizaba una cuantiosa renta. Desde los años setenta no sólo exportamos materias primas, sino que empezamos a exportar renta petrolera a través de la deuda externa.

En los próximos artículos continuaremos esta reflexión sobre cómo, después de tantos años, seguimos vendiendo oro por espejitos y por espejismos.

Caracas 28 de Octubre de 2009.


PIRATAS, ESPEJITOS Y ORO (III)

Algunas personas, de forma ingenua, llegaron a pensar que el proyecto de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) en algún momento estaba orientado, desde su concepción hasta sus mejores tiempos, al “desarrollo nacional”. En otros casos, esta convicción era consecuencia de la identificación con enfoques teóricos que justifican este tipo de megaproyectos, especialmente el enfoque que inició su moda desde finales de los años 40 y mediados de los 50, me refiero a la visión de desarrollo promovida por la teoría del crecimiento neoclásica, entre cuyos más destacados teóricos destacan Robert Solow, Walt Rostow y Rosenstein-Rodan. Considerando de dónde vino el conocimiento que inspiró estos experimentos de industrialización en nuestra tierras, ya se puede asegurar que la historia empezó mal, con un “pecado original”, al ser calco y copia de las visiones nacidas en las realidades del capitalismo central. La aplicación mecánica de concepciones nacidas bajo la experiencia del capitalismo en los centros, es producto de lo que se ha denominado la colonización cultural, y expresa una condición de vasallaje y rastacuerismo de parte de nuestras élites pensantes.

Ciertamente, no podemos obviar que, en algunas actividades intermedias y de fabricación de bienes finales, se sintió la tremenda ventaja que era disponer de una gran capacidad para la producción siderúrgica y de aluminio. Muchas medianas y grandes industrias se apoyaron en el tremendo subsidio que le proporcionaba esta condición afortunada de vivir en un país con abundancia de materias primas industriales, recursos que transformados en flujos financieros alimentaron un inmenso poder regional bautizado con la condición de “zarismo de la CVG”. Igualmente, la CVG ha llegado a proveer el 70% de la energía eléctrica que consume el país, dado su inmenso potencial hidroeléctrico. Energía muy barata, si lo vemos en términos de los costos de producción, pero que servía para apuntalar la acumulación de capital principalmente en el exterior y residualmente en el interior de nuestra economía.

Sin embargo, la relación predominante en el modelo promovido por este proyecto, era la de articularse con las cadenas de valorización de los principales protagonistas del proceso de acumulación a escala mundial: las grandes empresas trasnacionales (ETNs). Considerando esta condición de dependencia, somos productores y exportadores de materias primas industriales baratas, al mismo tiempo que suministramos energía barata al exterior. Nuestra industria básica era, y es básica, para apoyar el proceso de acumulación y de crecimiento de las economías beneficiadas por la actividad de las trasnacionales, las economías centrales. En ese momento es cuando comprendemos, que estos “polos de desarrollo” sí fueron diseñadas para promover el desarrollo, pero el desarrollo de ellos, los del Norte, tal como lo señaló en el caso venezolano el desaparecido profesor Max Flores Díaz.

Esto significa que, por defecto, estos procesos no promueven el desarrollo tal como creen algunos desarrollistas ingenuos o como creen los feligreses del paradigma neoclásico que reduce la noción de desarrollo a la de crecimiento. Estos procesos se concibieron realmente para promover el subdesarrollo y la dependencia. La CVG es un ejemplo, por demás muy pedagógico por ser ilustrativo, casi caricaturesco. Promovieron y promueven el desarrollo de ellos y el subdesarrollo de nosotros, porque tal como lo señalaron Gunder Frank, Mauro Marini, Armando Córdova, y Furtado entre otros de nuestros pensadores: la historia de ellos y la de nosotros forma parte de una misma trama.

Para comprender la conformación de nuestra estructura productiva en el último siglo, tenemos que comprender nuestra inserción en un proceso más amplio como la conformación del Sistema Capitalista Mundial.

Caracas, 06 de Noviembre de 2009.


(*) José Félix Rivas Alvarado es economista, actual director del Banco Central de Venezuela. Ex viceministro de Planificación y Desarrollo económico. Magíster Scientiarum en Desarrollo Económico en el Cendes. Profesor de economía y macroeconomía de los más importantes institutos y universidades venezolanos. Estos artículos han sido publicados en el diario "El Correo del Orinoco", de Venezuela, y cedidos por su autor.

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