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martes, 1 de diciembre de 2009

El socialismo no viaja en jet

Por: José Félix Rivas Alvarado (*)

La transición al socialismo no es el vuelo suave en un jet, ni muchos menos tomando una copa de martini. Es un vuelo con turbulencias y, aún más, los pilotos no pueden evitar estas turbulencias sino más bien remontarse sobre ellas.


Interesante cuando la prensa capitalista en su intento de crear desestabilización y anarquía resalta los conflictos de los trabajadores en Guayana, o las manifestaciones de trabajadores públicos. ¿Es que acaso la luchas de los trabajadores por mejores salarios y condiciones laborales no está incluida dentro de los cambios revolucionarios? Uno se pregunta ¿La aparente solidaridad de los medios de comunicación privados con los trabajadores llegará a sus trabajadores incluyendo a los periodistas, reporteros, fotógrafos, obreros, pregoneros, y kiosqueros?

Me preocupa aquellos economistas críticos que tratan de medir el avance o el atraso del socialismo con el Producto Interno Bruto (PIB). El PIB, a pesar de ser una medición estadística con muchas limitaciones, trata de reflejar una realidad, y esa realidad es la realidad de una economía capitalista, y en nuestro caso es más dramático porque es un capitalismo petrolero, subdesarrollado, dependiente y rentista. En el capitalismo hay ciclos, y no se puede esperar una bonanza cuando los precios petroleros se redujeron a la mitad.


Puede caer el PIB pero lo importante es lo qué le pase a la gente. Por ejemplo, puede crecer el PIB pero al mismo tiempo, disminuyen las misiones, cae el consumo, se deteriora la educación, y la participación protagónica del pueblo retrocede, entonces los macroeconomistas pueden llegar a la conclusión parcial de que “estamos creciendo”. Puede crecer el PIB, pero pueden estar creciendo las ganancias y aumenta la brecha entre los poseedores del capital, los que monopolizan la captación de la renta petrolera –por un lado- y los trabajadores que viven de sus remuneraciones

El crecimiento durante casi 6 años, en gran parte se debió a la mejora sustancial del consumo de la mayoría de la población, resultado de la mejora de los ingresos, el mantenimiento del empleo y la existencia de las misiones sociales. Ni siquiera durante los tiempos de grandes turbulencias entre 2002 y 2003 se dejó de tener una acertada política de aumentos salariales. En estos 10 años disminuyó la pobreza extrema y la pobreza general.

Puede caer el PIB pero Caracas está permanentemente bloqueada por un ejército de lujosas camionetas; los establecimientos del Este rico de la ciudad han roto récord de ingresos, algunos no sólo evaden el IVA sino que han ampliado sus locales; privilegiados de las clases media y altas festejan el aumento de sus cuentas en dólares; cae el PIB pero las Casas de Bolsa y la banca viven dentro de un casino especulativo sin riesgos para ellos porque son financiados con la renta petrolera.

El PIB es como una gran torta, y lo importante, además de si ésta crece o disminuye, es cómo se reparte. Y desde el punto de vista del subdesarrollo y la dependencia, lo relevante es con qué materiales se hace y se hornea la torta. La transición hacia una sociedad más justa es un vuelo turbulento, y es ineludible cambiar los ingredientes y la receta con que se cocina el producto social, ni mucho menos se debe evadir la pugna distributiva entre el pueblo trabajador y la oligarquía del capital.

Caracas, 27 de Noviembre de 2009

(*) José Félix Rivas Alvarado es Director del Banco Central de Venezuela.

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